La Albarizuela, el barrio gitano y flamenco oculto en Jerez de la Frontera

Además de Santiago y San Miguel , nos apunta un tercer barrio con una gitanería que habitó en la zona que rodea al teatro Villamarta, San Pedro. Vinculado al viejo matadero, con unos orígenes que se remontan a los judíos que se asentaron a extramuros y sin parroquia durante los siglos que vinieron después, motivo por el cual sus vecinos fueron bautizados y asociados a otras áreas, se diluyó a mediados del siglo pasado.

El seguirillero Manuel Molina , quien rompe con el tópico romántico de artista genuino en riesgo de exclusión social, La Serneta , Joaquín Lacherna , Juanito Mojama y el poeta Antonio Gallardo son algunos de los personajes ilustres que nacieron aquí. El guitarrista Javier Molina , piedra angular del toque de esta tierra, y el cantaor Juan Ramírez fueron residentes. «No entenderíamos el flamenco de la misma forma sin, por ejemplo, Manuel Molina o La Serneta, uno decano de la seguirilla y otra de la soleá. Matrices con líneas melódicas muy desarrolladas que interpretaron más tarde todos los mejores», explica.

En su estudio, se adentra en la estética de cada uno para trazar las aristas del territorio. «La importancia de la familia y de los barrios en cuanto al aprendizaje es vital. En Jerez, solemos hablar en plural: los Moneo, los Sordera... Los barrios dejan un sello, porque el hecho flamenco se comunicaba de forma muy especial» .

Nada queda de lo que fue La Albarizuela , más allá de un puñado de academias. Castaño hubo de hacer junto a otros aficionados una vaquita para colocar una placa a Juanito Mojama en su centenario. Asegura que algunos compañeros le han facilitado el trabajo, que puede adquirirse en papel a través de un enlace abierto en la web de Los Caminos del Cante (10 euros) . Sin embargo, las administraciones públicas, por estos lares, no tienen notoriedad, por eso sigue buscando solo y altruista. Qué arte tan digno para tanta desventura.

Un bastón marca el compás y el pulgar de Miguel Vargas, pausado, primitivo en su esquema, le responde junto a los golpes del cajón. Siempre me ha gustado atender a esa manera en la que el cante y el toque viene dado por la tierra ; cada territorio suena a sí mismo. Y Extremadura se ha echado a la garganta su sentir entero, su acento, volcado especialmente en el jaleo y el tango. Con las acentuaciones donde su respiración lo necesita. Con su queja. Siempre me ha gustado, amén de Porrina, las lentas formas de doler de La Marelu, El Indio Gitano o Juan Cantero, entre otros. Miguel Vargas ha acompañado a muchos de ellos; a la mayoría, de hecho. En solitario, esta vez, nos deja unas falsetas cortas que hoy apenas se cuelan en el estudio. Es el maestro de las cosas de su comunidad. Cosas sencillas, pero hermosas.

Lejos del virtuosismo, se acopla a los arreones que le proponen Potito , acróbata rítmico, Guadiana y el joven Perrete , un valor extremeño. Los tres han colaborado en el álbum. El dibujo de su trémolo por granaína ha de parecerse a lo que anuncia en la portada. Sus trazos son claros, punzantes y certeros. No duda cuando para. Gusta de los silencios. Cruje y grita. El suspiro orondo de la percusión lo envuelve y junto a Potito baja por soleares arenosas. Por seguirilla aparece salpimentado de jerezanía, haciendo sonar la uña en cada cuerda en una evocación mística de lo que ya estableció Javier Molina. Si bien, es en los jaleos donde brilla con más fuerza. Ha tratado de renovar los tangos, el último tema, con una larga entrada, la inclusión del bajo y mayor viveza, lo que no sé si le beneficia. No busque aquí, desde luego, la perfección, sino el pulso de una cultura .

El próximo mes de febrero, la Universidad Loyola Andalucía y la Fundación Cristina Heeren lanzan la segunda edición del «Diploma de Especialización en Baile Flamenco» . La titulación, equivalente a 30 créditos ECTS, está dirigida a estudiantes universitarios nacionales e internacionales y del grado superior de conservatorios. Las clases, por otra parte, combinan asignaturas teóricas en el campus de Dos Hermanas y prácticas en la escuela de flamenco. La finalidad es la de formar a futuros bailaores, haciendo especial énfasis en la enseñanza de las técnicas y recursos de la escuela sevillana, que requiere el estudio de la bata de cola, el mantón, el abanico y los palillos, tan utilizados por maestras como Matilde Coral y Merche Esmeralda.

Según explicó Francisco Cuadrado, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Loyola, al dar a conocer el programa por primera vez, «esta propuesta constituye un primer paso para el futuro desarrollo de distintos grados en música y artes escénicas» . La relación entre ambas instituciones, por el momento, se consolida con esta revalidación de la apuesta por la formación en conjunto.