Un ramillete de buenas películas

El cine de Kaurismäki no debe verse como ese 'ready made' nostálgico por el que lo quieren hacer pasar sino como un artesanado amalgamador de tiempos que nos habla más intensamente que la ingente cuadrilla que mueve la cámara para hacernos creer que tienen algo que ver con el presente. 'Fallen Leaves', obra capital, recuerda a una película de hace casi un siglo, 'Salvation Hunters' de Sternberg, donde un hombre, por fin, distingue el amor y se arma de valor para defenderlo.

Junto al maestro finlandés, otra recomendación sería la de Alice Rohrwacher y 'La quimera', otro buen baño a las retinas. Como en 'Lazzaro feliz', el paisaje italiano resulta reconocible para cualquier cinéfilo, y en esta historia de profanadores arqueológicos parecen resonar algunos de los eslóganes con los que Deleuze resumiera la modernidad: ¡Denme un mundo! ¡Denme la posibilidad de creer! Entre Fellini —la búsqueda de huecos, de resquicios que son entradas en el imaginario, en los lugares y en las ficciones— y Pasolini —la vecindad de lo profano y lo sagrado como foco de resistencia—, Rohrwacher parece la única en Italia en haber asumido este legado, como si sus historias, ahumadas por la intemporalidad, parecieran hojas arrancadas a un libro leído en la infancia.

Retardamos de nuevo la obligación de escribir sobre la sección oficial, y eso que hoy nos traen buenas noticias. En primer lugar, 'Sobre todo de noche', la película con la que Víctor Iriarte irrumpe con fuerza en nuestro cine de autor, quizás aún demasiado constreñido por las referencias, tanto modernas —Resnais, Marker y los estrangulamientos de la memoria— como contemporáneas —Llinás, Citarella, y otros borgianos cartógrafos de los senderos que se bifurcan y atentan contra la progresión temporal—. Iriarte parece aún muy preso de la ideología —aquí encarnada en la rabia de Lola Dueñas, que explicita y gruñe desde el off— como si su discurso político alrededor de los niños robados en España (un tema, al menos, controvertido) no coincidiera con la corriente 'mainstream' de nuestras guerras culturales…, lejos de la guerrilla de fondo y forma a la que parece aspirar.

En segundo, 'Animal/Humano', ésta sí a contracorriente. El italiano Alessandro Pugno parte de una buena idea —un niño italiano hijo de funerarios que tras comparar la arbitrariedad de la muerte cotidiana con la posibilidad de la defunción heroica en la plaza decide convertirse en matador— que se propaga en fórmulas irreconciliables; por un lado como un documental sobre la adolescencia taurina y sus espacios y anhelos, por otro como una ficción demasiado envarada y estereotipada —el matador 'padre padrone', el ganadero de la vieja escuela—. Ninguna está a la altura de esa necesidad por trascender y adornar la vida que se nos regala.