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El periodista Jorge Bustos cuenta la Semana Santa con Carlos Herrera de cicerone: «Sevilla está casada con la eternidad»

El también escritor madrileño reúne en el libro 'La pena alegre' sus crónicas de la Semana Santa tras la pandemia

Inundaciones en Sevilla y el resto de Andalucía, en directo: última hora del desbordamiento del Guadalquivir, carreteras cortadas y estado de los embalses

Jorge Bustos y Carlos Herrera durante la presentación en la Fábrica de Artillería de Sevilla el libro del primero, 'La pena alegre' Raúl doblado
Rocío Vázquez

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Cuenta el periodista Jorge Bustos desde su condición de madrileño de pura cepa que Sevilla debería ser asignatura obligada para aquel con un mínimo de sensibilidad e inteligencia y que, dentro de esa retadora materia, lo más arduo resulta describir la cualidad o condición de sevillanía. El subdirector de El Mundo y presentador de Cope ha afrontado el examen en dos parciales. El primero, en el curso de 2022, en esa primavera que estalló sin límites tras la pandemia. El segundo, en la presente Cuaresma, a las puertas de la Semana Santa que cierra el cuarto de siglo del XXI. A Bustos le ha formado un gran maestro de ceremonias, pregonero de Almería y alma en la Campana, Carlos Herrera. Al primero le pondrán nota los lectores y el periodista, con tanta humildad como osadía cargadas en el costal, opta al notable, «a arañar el corazón» de los sevillanos.

Aprendiz y cicerone han compartido este jueves en la Fábrica de Artillería de la capital hispalense la intrahistoria del libro con el que Bustos se presenta a esta convocatoria voluntaria, 'La pena alegre. Crónicas sevillanas de Semana Santa', un volumen que trasciende la crónica periodística para ofrecer una visión literaria, profunda y personal de la Semana Mayor sevillana y recogida por la colección Cruz de Guía de la editorial Espuela de Plata (Renacimiento). Herrera ha recordado al escritor Antonio Garmendia, «el mejor cronista de Sevilla», para hablar de la dualidad que encierra el título y su frase «qué mal bien me lo estoy pasando» o sus anécdotas en Nueva York, con las que bien se podría hacer una descripción aproximada de sevillanía a la que aspira Bustos. Ha contado Herrera cómo Garmendia, en la ciudad de los rascacielos, se quedó embobado mirando las enormes cristaleras de los edificios para soltar una insondable cuestión: «¡Qué difícil es cantar una saeta en Nueva York!».

El periodista y escritor madrileño lo tuvo más fácil para hacer la inmersión. Convenció a su director de que no estaría mal que un «mesetario» bajara a la capital andaluza para relatar aquella semana de mediados de abril, en la que los sevillanos se «resarcieron» tras la anomalía histórica provocada por el coronavirus. «Nadie discute la supremacía sevillana en la Semana Santa», ha apuntado el autor sobre la inquietud que le movió, casi desde niño, a enfrentarse al reto de contar las cosas de Sevilla. Las más grandes. Lejos de los tópicos más superficiales, con el poso histórico, las imbricaciones sociales, reconocimiento artístico y un sentido de la fe de una tradición que traspasa fronteras, las físicas y las de la espiritualidad.

Él se alimentó también del folclore, desde la atalaya del balcón de la tía Consuelo, la de Herrera, encogido por las arengas de Rufino frente a la Borriquita; mudo frente al Señor de Sevilla, alumbrado en su interior por el fulgor de la candelería de la Madre. Saciado en un tasca de Triana, relamiéndose en una tarde en el Arenal. El locutor le señaló lo visible, le reveló lo que es oculto a los ojos. Le llevó por una «belleza recóndita» de un laberinto de palacios, le amplificó el oído a esas «tradiciones susurradas» que pululan por una casa de hermandad.

Aquellas crónicas de hace tres años que le dejaban con calambres en el corazón, han cristalizado en 'La pena alegre'. Esa que un Viernes Santo brota al pensar en la Resurrección. «En otros lugares le faltan 200 o 300 años para llegar a eso», ha recalcado Herrera.

«Esta ciudad está casada con la eternidad. Es fácil vivir la Sevilla jaranera pero hay otra que entronca con el Barroco, con esas tradiciones que necesitan escribirse una y otra vez», ha subrayado Bustos, quien ha explicado que este movimiento artístico y de pensamiento nació como contraposición a la austeridad impuesta por el Protestantismo. «Bernini en Roma, Martínez Montañés aquí, eran conscientes de que se podía alcanzar lo más elevado a través de lo material y las pasiones humanas», ha abundado.

En este sentido lo ha comparado con el flamenco, pero no ha adelantado si también es una materia que le apetezca explorar desde el centro del país. Si el escritor, periodista y crítico cinematográfico italiano Ennio Flaiano dijo que no conocía Roma puesto que sólo había vivido 25 años allí, Bustos reconoce que «ahora estoy empezando a conocer Sevilla», por eso ha pedido que los locales le «amnistíen» con este su acercamiento en forma de libro. Herrera le ayudado al reconocer que «hay gente de fuera que conoce mejor la Semana Santa de Sevilla que muchos sevillanos», ha dicho. «Lo bueno es que Sevilla no exige identidad para acercarse a ella», ha respondido el debutante en literatura cofrade. Sobre si hay alguna otra expresión parecida en cuanto a potencia expresiva, el locutor de Cope ha destacado que hay un «quorum» en que como «expresión emocional artística y espiritual» de la Semana Santa sevillana está «por encima del resto». «La visión del que viene de fuera es el que complementa esa grandeza de Sevilla», ha sentenciado. 'La pena alegre' se pone de largo en Madrid el próximo 1 de abril, en la Librería Neblí-Troa (Calle Serrano,80), donde acompañará al autor el periodista Alberto Herrera.

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