cultura
Ignacio Peyró: «En el Instituto Cervantes hacemos milagros con los presupuestos que tenemos»
El director del Instituto Cervantes de Roma ha participado esta semana en un acto de la Academia de Buenas Letras
Ignacio Peyró: «El color más romano es el ocre, que podemos rastrear en Caravaggio y en Velázquez»
![Ignacio Peyró, en la Academia Sevillana de Buenas Letras](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/16/ignacio-peyro-entrevista-RiGZFIswEHuK7i91pLmFyeK-1200x840@diario_abc.jpg)
Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es director del Instituto Cervantes de Roma desde el año 2022 después de haber estado también al frente del de Londres en una etapa previa. Pero, ante todo, este periodista y escritor es muy conocido por sus artículos, además ... de por haber publicado libros tan imprescindibles como 'Pompa y circunstancia: diccionario sentimental de la cultura inglesa' (2014). Hace unos días intervino en el ciclo 'El color del tiempo', organizado por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
—La conferencia que ofreció en Buenas Letras versaba sobre la pervivencia del color en Roma. ¿Por qué el color era tan importante para la cultura romana?
—Italia es un lugar que tiene una relación muy especial con el color y la luz. Ellos dieron nombre a muchos pigmentos como patria de la pintura. Es también uno de los lugares que más han influido en nuestra mirada y sensibilidad, sobre todo Roma y Venecia. Ahí están las teorías de John Ruskin sobre el crepúsculo. Hubo un equívoco porque se pensó que el arte romano era blanco y glacial, cuando en verdad era un arte polícromo. Sobre ese error se hizo todo un arte en el neoclasicismo. Se dice 'ex Roma lux', es decir, la luz de Roma, que es la luz revelada y la luz de la religión. Desde siempre está ligado al fuego y a la luz, había que conservar el fuego sagrado en el templo de Vesta. También está la luz de la iluminación política, que revive en el ideal republicano del XVIII. Esa luz antigua nos ilumina hoy.
—Hablando de Roma, desde el año 2022 dirige el Instituto Cervantes de la Ciudad Eterna. ¿Cuáles son los principales hitos que han realizado desde que usted está al frente de esta importante institución?
—Es uno de los centros que tienen mayor éxito académico y en certificación de toda la red y en Europa en particular. Ahora tenemos una muestra de Eduardo Chillida en su centenario. Ha sido muy importante para nosotros contar con esa exposición retrospectiva que se podrá ver hasta enero. Hemos contado igualmente con artistas como Cristino de Vera y también tendremos próximas exposiciones, como una con obras del escultor Martín Chirino. El DELE, nuestro examen, se podrá hacer en San Marino, Albania y Malta. Esos lugares dependen de Roma. También hemos llegado a un acuerdo con el Instituto Italiano de Cultura y con el Dante Alighieri. Además, por primera vez un director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha tenido una audiencia con el Papa. Está siendo una etapa muy fructífera.
—Anteriormente dirigió el Instituto Cervantes de Londres. ¿Cómo es recibido el español en el país de Shakespeare?
—Es un idioma que va en auge en Reino Unido. Allí es muy llamativo porque es un idioma que estaba fuera de los márgenes educativos y ahora hasta el British Council lo ha metido en sus planes. Desde el 2019 tenemos un acuerdo de colaboración entre el Cervantes y el British Council. Es un acuerdo de cooperación académica y en temas culturales y de certificación.
—Recientemente, Luis García Montero habló en la Feria del Libro de Sevilla de la necesidad de que el Ministerio de Asuntos exteriores dotase de más presupuesto al Cervantes, pues actualmente destina unos 74 millones de euros anuales, mientras que el Gobierno alemán dota con 350 millones al Instituto Göethe y el Ejecutivo francés destina 300 millones a la Alianza Francesa.
—En el Cervantes hacemos milagros con los presupuestos que tenemos. El Estado necesita comprometerse con su mayor activo, que es la cultura y la lengua. Ese compromiso tiene que ver con el dinero y los presupuestos. Funcionamos muy bien, pero cuando tengamos más medios funcionaremos mejor. Al Estado el Cervantes le sale muy barato. Nosotros conseguimos mucho dinero propio. Tenemos un nivel muy alto de autofinanciación con cursos, exámenes, etc., de ahí que le salgamos tan barato al Estado.
—¿Cree que los más de 100 centros del Instituto Cervantes en el mundo tienen unas plantillas bien dotadas en cuanto a sus salarios?
—Es cierto que necesitamos más dinero y plantillas más motivadas y dotadas. Y eso pasa por la remuneración. Ha habido avances, pero se puede y se debe mejorar. Muchas veces eso no siempre es fácil. La gente necesita ver ese apoyo.
—Sus artículos periodísticos han aparecido en importantes periódicos como ABC o El País, además de ser editor fundador de The Objective.
—Ahora soy colaborador fijo de El País, antes lo fui de El Mundo. He escrito en muchos lugares como en ABC, donde ha sido un honor firmar varias Terceras. Hace diez años fundamos The Objective, que dejé voluntariamente. Hice un traspaso con el nuevo director.
—Su pasión anglófila lo ha llevado a escribir obras como 'Pompa y circunstancia: diccionario sentimental de la cultura inglesa' o 'Un aire inglés. Ensayos hispano-británicos'.
—A un editor le gustó mucho la idea del diccionario inglés. Uno es afecto a la cultura británica, pero también soy francófilo e italianófilo. La experiencia del diccionario fue extenuante. Fueron más de mil páginas. El libro es hijo en parte de una pequeña obsesión. Son más de 400 términos. Me gustan los términos que tienen que ver con el campo, con las casas de campo y también con la lluvia.
—Durante años estuvo trabajando en el gabinete de Mariano Rajoy. ¿Qué virtudes tenía, teniendo en cuenta que en el momento actual los políticos están siendo tan mal valorados?
—Lo principal de él es que aportaba un cierto sentido del humor y de ironía a la política.
«Me interesa la viveza del lenguaje de Quevedo, su expresividad, su relación con la huella clásica y temas que trata como la contemplación de las ruinas, el paso del tiempo o el amor»
—También destacan sus traducciones sobre grandes escritores británicos como Evelyn Waugh y Rudyard Kipling.
—Sí, es algo que dejé de hacer. Hay una cosa maravillosa en la traducción, porque te permite conocer al escritor como nadie. Uno se mete en las entretelas de sus textos. Es mucha responsabilidad traducir bien, porque ha de ser la voz del escritor la que predomine, no la tuya. Traducir es un privilegio y una buena escuela de escritura. Es la mejor escuela.
—Ya que está en Sevilla, ¿qué le parece el trabajo de Antonio Rivero Taravillo como traductor?
—Antonio Rivero Taravillo es extraordinario como traductor y como poeta. Él ha traducido a grandes autores como Shakespeare. Hay que conocer muy bien las dos lenguas, sobre todo la sonoridad de la propia. En España se ha mejorado mucho la traducción. Desde hace décadas es un país de grandes traductores.
—¿Qué está leyendo en estos momentos?
—En Roma, curiosamente, me he puesto a leer sobre todo los poemas de Quevedo. A mí me interesa la viveza del lenguaje de Quevedo, su expresividad, su relación con la huella clásica y temas que trata como la contemplación de las ruinas, el paso del tiempo, el amor, etc. Borges decía que Quevedo era como la literatura. Qué mejor que leerlo en Roma.
—¿Cuál va a ser su próximo proyecto literario?
—Tengo un libro que publicaré próximamente, pero no puedo adelantar de qué va. Saldrá en Libros del Asteroides.
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