cultura
Hay Festival Sevilla: La ciudad en la que florecen los limoneros
Hay Fórum se inaugura con una sesión dedicada a las colecciones de cítricos, tema que forma parte de la tradición sevillana
Arte, literatura, arquitectura y pensamiento, ejes del Hay Fórum que se celebrará en Sevilla para debatir sobre el futuro de las ciudades
El embajador de Gran Bretaña recibe 30 kilos de naranjas de Sevilla con las que hará mermelada para el rey Carlos III
![Detalle del 'Bodegón con naranjas, melero, cajas de dulces' por Meléndez](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/10/01/bodegon-naranjas-uno-Ro0jqvgDjGB8v7ieOicSaiM-1200x840@abc.jpg)
Perfuman los armarios de nuestra memoria y sus cáscaras en los braseros aromaban los inviernos. La vida transcurre entre las naranjas del frío y el azahar de las tibias primaveras. Y en el amarillo Nápoles de los cuadros de Murillo aguarda el olor cítrico de ... un limón. El secreto de Sevilla es un tratado de cítricos, un imaginario emocional de limones, naranjas y azahares.
Esta semana el Hay Festival España, el premiado y célebre encuentro internacional, incorpora a Sevilla como una de sus sedes para celebrar su primer Hay Fórum, una cita internacional para reflexionar sobre arquitectura, literatura y arte. El festival arranca entroncando con la historia de la ciudad: la tradición de los cítricos. El jueves el comisario de arte contemporáneo Vicente Todolí y el príncipe Lorenzo de' Medici conversarán en los Reales Alcázares con la empresaria de arte Sofía Barroso sobre las históricas colecciones de cítricos.
Vicente Todolí -que fue director de la Tate Modern de Londres- es el impulsor de la Todolí Citrus Fundació dedicada a conservar especies de cítricos en la comarca valenciana de la Safor. Por su parte, el príncipe Lorenzo de' Medici evocará la mítica colección de cítricos que creó su familia en la Toscana del Renacimiento. En la colección cítrica de los Médicis, convertida en el siglo XVIII en parte del Museo de Ciencia e Historia Natural en La Specola, se custodian las pinturas de cítricos que Bartolomeo Bimbi hizo para Cosme III de Médicis.
Paraíso de cítricos
¿Y qué mejor lugar que Sevilla para hablar de tratados cítricos? La ciudad es un paraíso donde florecen el limonero y los naranjos como en la obra de Goethe'Wilhelm Maister' en la que uno de los personajes evoca la nostalgia por Italia, su país natal, con una famosa frase: «¿Conoces el país donde florece el limonero?».
Antonio Machado resumía su infancia en el huerto claro donde madura el limonero recordando el jardín del Palacio de Dueñas en el que nació. Y en el funeral de Manuel Machado, Eugenio D'Ors llevó una rama de limonero para simbolizar la biografía del poeta. Ese limonero machadiano por el que preguntaba Borges cuando visitó Sevilla en los años ochenta.
El aroma cítrico está presente en la memoria literaria de Sevilla. Cernuda desde su exilio en México evocaba ese olor como si el naranjo fuera nuestra magdalena de Proust. En el poema «Lo más frágil es lo que dura» surge el pinchazo de la nostalgia: «Un olor de azahar,/ Aire. ¿Hubo algo más?».
![Los hermanos Antonio y Manuel Machado](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/10/01/hermanos-machado-foto-U43622377005pnA-624x650@abc.jpg)
También lo percibieron los poetas que visitaron la ciudad. El ultraísta Oliverio Girondo aseguraba en su 'Croquis sevillano' que aquí «los patios fabrican azahares y noviazgos». Larra decía que en las azoteas el aire estaba aromado por el azahar y Pedro Salinas pintaba la ciudad en su poema 'Acuarela': «En agua sin sol/ sombras de naranjos/ entierran azahares».
A Santa Teresa no le gustó Sevilla por su calor y las costumbres licenciosas, pero pedía agua de azahares de los limoneros de la Cartuja. Gómez de la Serna escribió una greguería de las botellitas de agua de azahar que «estaban llenas de noches de luna entre naranjos». Y Valle-Inclán describía así la ciudad: «Un Guadalquivir, entre verdes naranjales, lame los muros de las anchas villas solaneras».
A lo largo de su historia, Sevilla ha olido a naranjas, pomelos, mandarinas, cidras, toronjas, membrillos, limón, limas y bergamota. Y el azahar ha destilado versos memorables y también ripios fruto del 'mal del naranjo' del que hablaba Cernuda. Pero no sólo ha sido aroma inspirador, también se ha analizado con rigor científico. El agrónomo sevillano Ibn al-Awwam, autor del 'Libro de la Agricultura', publicado a finales del siglo XII, plantó limoneros y naranjos para comprender su comportamiento. Sobre el naranjo amargo explicaba: «Aprovéchale el viento solano y el que sopla entre oriente y mediodía».
En un huerto de la calle Sierpes se gestó en el siglo XVI un curioso tratado sobre los cítricos. Allí plantó el médico y botánico Nicolás Monardes los primeros tomates de Europa y también consiguió aclimatar algunas especies que llegaban al puerto de Sevilla. Monardes hablaba de las propiedades curativas de las naranjas «para reforzar la boca del estómago» y del cidro decía que era antídoto del veneno, «cuando las crueles madrastras emponzoñaron las bebidas, mezclando hierbas y maléficos conjuros».
![Azulejo en la calle Sierpes donde se encontraba el huerto de Monardes](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/10/01/placa-nicolas-monardes-U06033104121kPs-624x350@abc.jpg)
Desde luego, propiedades medicinales tuvieron las confituras de membrillo que tomaban los marinos en las travesías de ultramar que partían del puerto de Sevilla y que evitaron la terrible enfermedad del escorbuto.
Las virtudes de las naranjas sevillanas siguen llenando de felicidad el mundo y todo gracias a una viajera inglesa que impulsó la famosa mermelada de naranjas amargas que los británicos llaman 'Sevilles'. Desde los Alcázares parten las naranjas que se envían a la Casa Real británica y que tanto gustaban a la reina Isabel II.
Fue lady Holland quien llevó esa costumbre en el siglo XIX cuando residió en el palacio de Dueñas con su esposo el prócer inglés Lord Henry Fox, personaje clave en la introducción del liberalismo político en España. Otra vez los cítricos de Dueñas…
Un buen amigo del matrimonio Holland fue José María Blanco White, quien ya en su exilio en Inglaterra afirmaba que los andaluces anhelaban jardines con «la frescura de la sombra, la fragancia de las auras, los murmullos de las fuentes, el hálito de los naranjos, que casi trastorna los sentidos».
Otro sevillano que terminó sus días en el exilio inglés, Manuel Chaves Nogales, escribió sobre la Semana Santa en medio del clima de tensión de la Segunda República. En 1935 contó en las páginas del diario «Ahora» cómo el palio de la Virgen de la Concepción de la Hermandad del Silencio salía en la Madrugada ornamentado con azahares. Ese año la Semana Santa llegaba adelantada pero en la finca de Luis Ibarra trajeron a unos técnicos holandeses para sulfatar los naranjos y que un día señalado oliera a azahar en la ciudad. «Yo no sé cómo podrá conseguirse que la Semana Santa huela a azahar cuando el celo y el orgullo de un señorito cofrade no sean capaces de avivar la florescencia de los naranjos y de sacrificar una rica cosecha. Es posible que la República dé al fin con una ley agraria cuyo complicado casuismo permita esta antieconómica inversión de la tierra y de sus frutos», escribió.
![Manuel Chaves Notales](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/10/01/chaves-nogales-foto-U56730783485uEI-624x750@abc.jpg)
Un aristócrata que hizo negocio con naranjas fue Antonio de Orleans, el duque de Montpensier, en los jardines del Palacio de San Telmo. Los sevillanos estaban acostumbrados a coger naranjas de esos terrenos, pero él no dudó en cobrarlos por lo que comenzaron a llamarlo el 'duque naranjero'.
Antes de ser propiedad de Orleans estuvo el naranjal de San Diego donde el empresario inglés Wetherell tenía una fábrica en la que permitió que se enterraran sus compatriotas, ya que la Iglesia impedía tumbas de protestantes en los cementerios parroquiales. Allí enterró el viajero Richard Ford a su hijo. Romero Murube siempre recordaba esta oculta tumba: «Cada vez que paso me siento invadir por una tristeza especialísima. La del jardín que tiene un niño enterrado entre las raíces de sus flores y naranjales».
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