literatura
Fernando García Calderón: «Vivía a pocos metros de uno de los trenes del 11-M. El tiempo no cura todas las heridas»
El escritor sevillano publica su novela 'Los espacios efímeros' (Algaida), un thriller que parte de los estragos que causaron los atentados en Madrid
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Fernando García Calderón (Sevilla, 1959) es de esos autores imprescindibles que merece la pena leer por el valor de lo que narra y, sobre todo, por el modo tan personal con el que cuenta sus historias. Recientemente ha publicado su última novela, 'Los ... espacios efímeros' (Algaida), un thriller en el que el atentado del 11-M de Madrid desata el terror y despierta el instinto de un par de profesionales de amplia trayectoria que, convencidos de su inminente final, abordan con perspectivas muy diferentes el deseo de ser recordados. Con esta undécima novela, el autor de 'La judía más hermosa' y ganador del Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, logra de nuevo atrapar al lector desde la primera página.
—Esta novela es un thriller diferente. ¿Cómo se creó la génesis de la historia?
—La novela parte de una idea que ha venido rondándome desde hace años. ¿Cómo puede llegar a comportarse una persona de vida aparentemente normal que sobrevive a un atentado y, aun así, está convencido de que va a morir? La proximidad de la muerte como impulso para la toma de decisiones extremas. Su comienzo se inspira en una imagen tomada por el fotógrafo Pablo Torres minutos después de los atentados del 11 de marzo de 2004. Una imagen que habla de la solidaridad y de la dignidad de las víctimas.
—¿Qué recuerda de ese día tan crítico viviendo en Madrid y cómo ha introducido el elemento del terrorismo en esta historia?
—La novela maneja la premisa de que los terroristas, por desgracia, son proclives a las efemérides para causar mayor dolor. Da igual que hayan transcurrido cinco o quince años. Yo vivía a poco más de un centenar de metros de uno de los trenes atacados. Es imposible olvidar las impresiones de aquel día, mezcla de sufrimiento, impotencia y rabia. El tiempo no cura todas las heridas y las víctimas merecen nuestro recuerdo.
—En esta trama destacan dos personalidades tan contrapuestas como las de Set y Tomás, que se retarán en una serie de asesinatos. ¿Cómo definiría a estos personajes?
—Set no es un asesino corriente. Actúa como un vengador, un justiciero con un código de conducta particular. Tomás, Lobo entre los suyos, es un policía próximo a la jubilación, escéptico pero coherente hasta las últimas consecuencias, implacable en su trabajo. Dos caracteres tan distintos convergen, sin embargo, en un mismo propósito: la necesidad de trascender, de ser recordados.
—El elemento cinematográfico está muy presente en la trama, destacando muchas referencias a películas de culto, ¿por qué?
—El cine representa, en esta obra, la confrontación con lo efímero que suele copar la vida cotidiana. Simboliza lo perdurable, magnificando el relato del suceso, del crimen. Las muertes de película le ofrecen a Set el eco que persigue.
—¿Cómo evolucionan los personajes a medida que la novela va avanzando?
—Set y Lobo progresan hacia la comprensión mutua, acomodando sus causas personales a otra superior: impedir que el terror se imponga.
—Los capítulos están encabezados por sentencias filosóficas de Sócrates. ¿Qué relación guarda este gran pensador con los sucesos que luego acaecen en el thriller?
—Sócrates es un acicate para la reflexión. Set aplica las máximas del filósofo a su manera y la acción se apoya, con algún que otro toque de humor, en la interpretación que Lobo hace de estas. Encabezan los capítulos y forman parte de su contenido.
—En esta novela se habla del miedo a la soledad, a la muerte y al olvido.
—Es el miedo al olvido lo que mueve a ambos protagonistas. Nadie muere enteramente si permanece en la memoria de otro. Aunque, por supuesto, hay formas lícitas e ilícitas de lograr este propósito.
—Las críticas han elogiado el giro tan notable que da la trama.
—Hablamos de un thriller que no obedece a la clásica investigación sobre la autoría de unos crímenes, sino que debe su intriga y suspense al desarrollo de los diversos hilos argumentales. Los giros narrativos no son más que el reflejo de la toma de decisiones de sus protagonistas rebelándose contra su destino.
—¿Cómo se ha transformado su escritura desde novelas iniciales como 'El vuelo de los halcones en la noche'?
—Diría que mi única meta cuando di el salto del relato corto a la novela era hacer buena literatura. En ese sentido, poco ha cambiado mi perspectiva tras once novelas de muy distinto cuño publicadas. Sigo trabajando exhaustivamente la estructura y el tono de cada obra antes de ponerme a escribirla. Sigo pretendiendo el equilibrio entre argumento, héroes, fondo y forma, en la búsqueda de lo esencial: entretener, emocionar y, si es posible, dar que pensar.
Nuevo libro de cuentos
—Paralelamente ha publicado 'La sonrisa del observador' (Alfar). ¿Cómo definiría este libro?
—Es mi cuarto volumen de relatos y lo concebí como un compendio de mi pequeño universo, amalgama de realidad y ficción. Consta de siete bloques que abarcan unos textos introductorios, la novela corta que da título al libro y ciento cincuenta y seis relatos muy breves.
—'La sonrisa del observador' fue ganadora del VIII Premio 'Alfonso Sancho Sáez' del Ayuntamiento de Jaén.
—El premio supuso para mí un estímulo en un momento de transición. Esta novela corta era mi primera incursión en la narrativa estructurada por capítulos. Con el tiempo, su protagonista ha llegado a convertirse en faro de mi periplo literario, por lo que era obligado rendirle homenaje en este libro.
—Grandes escritores han destacado dentro del género de los cuentos. ¿Por qué cree que a nivel de público no está tan bien visto el relato?
—La clave se encuentra, probablemente, en los hábitos de lectura. Una novela puede proporcionar horas de inmersión en una fantasía atrayente, en la que sentirse identificado con personajes o actitudes. Un libro de relatos, aunque —como este— goce de una estructura y posea unas líneas argumentales precisas, establece un reto para el lector en cada una de sus historias.
—¿Qué escritores le gustan más en el terreno de los relatos?
—Son tantos y tan diversos. Me cuesta elegir. Por lo que supusieron en mi experiencia como lector destacaría a García Márquez, Kafka, Cheever, Tabucchi, Scott Fitzgerald, Cortázar... Nuestro país ha dado y sigue dando grandes autores en este género. El burgalés Óscar Esquivias es un ejemplo del buen hacer actual.