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Eduardo Mendoza: «Me han inspirado más el cómic, el cine de barrio y las novelas de Julio Verne que Balzac o Stendhal»
El escritor ha presentado en Sevilla su nueva novela, 'Tres enigmas para la Organización' (Seix Barral), una parodia de las historias de espías
Eduardo Mendoza: «Si yo fuera político intentaría ser objeto de muchas burlas; eso te pone a salvo de cualquier crimen»
Lea aquí la crítica de 'Tres enigmas para la Organización'
![Eduardo Mendoza, durante la presentación de su nueva novela en Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/01/29/eduardo-mendoza-foto-RJX9LwxXanuMiX33Ww2nceI-1200x840@abc.jpg)
La investigación de tres casos en Barcelona que podrían estar relacionados entre sí a cargo de los miembros estrafalarios de una organización gubernamental es el punto de partida de la nueva e hilarante novela de Eduardo Mendoza, 'Tres enigmas para la Organización' ( ... Seix Barral), que el escritor ha presentado en este lunes en la Fundación Cajasol en un acto coorganizado por la Fundación José Manuel Lara.
Como la historia es un homenaje a las novelas de espías, el autor ha hecho -nunca mejor dicho- un 'James Bond', ya que ha interiorizado la famosa frase de 007 'Nunca digas nunca jamás', volviendo a publicar una novela cuando ya había anunciado años atrás que se iba a jubilar. «Las promesas de nunca más se hacen, pero no se cumplen. He prometido varias veces dejar de fumar y también ir al gimnasio. Está claro que a estas alturas no voy a escribir la novela que iba a hacer hace muchos años y pensé que lo mejor era callar, pero sin escribir me muero. He escrito desde que tenía uso de razón. No sabía ahora si iba a escribir un cuento o una novela. Muchas de mis historias han quedado incompletas, pero esta me ha dado para 400 páginas. Al final ha sido un truco publicitario anunciar que no iba a escribir más», bromea.
Dice también el autor de 'La ciudad de los prodigios' que «no recuerdo cómo empiezo ninguna de mis novelas. Nunca he sabido buscar el motor de arranque. En este caso comencé con alguien que entra en una organización secreta al que le piden unos datos. A partir de esa tontería vienen los compañeros. Eso me dio pie para ir armando la historia como un puzle. Voy cambiando el nombre de los personajes». Sobre estos últimos asegura que «el físico no me parece relevante porque creo que nadie se imagina a los personajes. En cambio, los nombres me parecen más potentes que una descripción física. Si el personaje se llama Pocorrabo, ya está descrito dentro de unos parámetros. Monososo es un nombre absurdo, pero suena a japonés». Igualmente dice Mendoza que «no se sabe si funcionan o no los personajes. No entiendo lo que pasa en la novela, pero da igual porque hay una coherencia interna en la historia».
En todo caso, subraya que siempre guarda «una mirada compasiva hacia mis personajes. Creo que todos los escritores proyectamos una gran compasión de entendimiento, confraternidad y amor paterno sobre todos nuestros personajes. Lo que enternece de los que aparecen en esta novela es que ellos no saben lo inútiles que son».
En cuanto al tono con que se habla en 'Tres enigmas para la Organización', el autor de 'La verdad sobre el caso Savolta' considera que «ellos se toman en serio a sí mismos, que es la base del humor». Además, añade que «hay algo nostálgico. Lo que digo sobre el libro lo pienso después de haberlo escrito. Esta novela es un poco un homenaje o epitafio a mi generación, que surgió en el franquismo y que no se maneja bien ahora con los aparatos ni con las redes sociales, pero ahí sigue. Es esa generación que salió a defender la patria, pero ahora es un poco residual».
¿Es un divertimento la novela?, le preguntaban al escritor catalán en el encuentro con los medios realizado este lunes. Mendoza comenta que «es un divertimento, pero para divertirse hay que hacerlo sobre algo. Un chiste se basa en la realidad, como toda parodia. Yo en ese sentido sigo viviendo en 2024, leo periódicos y estoy, sobre todo, en la calle. Un chiste de 400 páginas es muy difícil de contar».
Respecto a si considera que el disparate es la mejor manera de acercarse a la novela negra, el autor de 'El asombroso viaje de Pomponio Flato' dice que «hay muchas formas de acercarse a la novela negra, que en el fondo es un serial. El problema es que a la cuarta o quinta entrega se toman muy en serio a sí mismos. Eso pasa con todas las sagas de detectives. Por el contrario, el humor impide caer en una cosa que en la novela negra y de espías sí se cae. Ahora Superman y Batman sufren mucho. Es mejor ver una película búlgara de madres solteras que ir a ver Batman».
Influencia de Ibáñez
También era inevitable comparar a la Organización con la famosa TIA del añorado Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón. «Ibáñez es un referente y era de mi quinta. Él bebe de las mismas fuentes que yo, es decir, de los cómics de Bruguera, de El Caco Bonifacio, etc. Hemos recibido la misma enseñanza».
Pero aunque en la novela el humor es protagonista, siempre subyace un trasfondo social. «Todo son situaciones de humor, pero la realidad es la que es y muchas veces es muy triste». Además, reconoce que «no he tenido reparos en que mis personajes fueran incorrectos. Parto de una actitud de respeto, pero no de adaptación a las normas. Siempre he trabajado desde el respeto a las personas, no a las instituciones».
Añade que «me he sentido libre de hacer lo que quisiera porque anuncié que me retiraba. Por eso me he divertido tanto. Desde que iba a gatas quería ser escritor, por eso me he formado leyendo cómics, cuentos y novelas de Julio Verne. Si hubiera querido ser escritor más adulto, me hubiera basado en los grandes clásicos de la literatura. El cómic, el cine de barrio y las novelas de Julio Verne es lo que más me ha inspirado, no tanto Balzac o Stendhal».
También Eduardo Mendoza se muestra crítico con la Barcelona actual. De hecho, el jefe de la Organización recuerda a esta capital en la época de su juventud como «una ciudad provinciana y petulante». En ese sentido, critica el excesivo carácter turístico de una población que para el escritor se ha convertido en «un cartel».
Por último, reconoce que el humor había estado marginado en la literatura española en las últimas décadas. «Cuando empecé a escribir estaba casi en desahucio. En España el humor se ha tratado más en el teatro que en la novela y cuando el teatro perdió influencia se quedó relegado. Si creo que he hecho algo es poner el humor en el lugar de la narrativa que le corresponde junto a la novela histórica o la de misterio».
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