festival de cine europeo de sevilla
Catherine Breillat, el deseo como tormento de la moral y la ideología
La cineasta francesa compite en la sección oficial con un remake de 'El último verano'
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![Hijastro y madrastra, protagonistas de 'El último verano'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/11/24/el-ultimo-verano-R9EQfkKZnMEUtlaysRbxp7J-1200x840@abc.jpg)
Ante las idas y venidas de un festival cogido por los pelos, vamos a hablar aquí de películas notables, con especial atención a la abultada sección oficial a concurso, pasando de puntillas, o directamente obviando, sus títulos más prescindibles. En este primer día quizás nada ... resulte más rentable que la veterana Catherine Breillat, a la que el SEFF merecidamente homenajea, y su particular remake 'El último verano', donde brillan viejas virtudes. Por ejemplo, un hombre maduro, 'vieux con', que se desnuda tras una larga jornada nos advierte de la gravedad y el peso de los cuerpos, mientras que su pareja, que espera en el lecho, tardará muy poco en condimentar el coito conyugal con historias susurradas al oído, las de una aprendiz de madrastra de cuento de hadas que se va a mover en el estrecho margen permitido por las reglas del juego, tanto de víctima como de verdugo (en el fondo una mujer condenada 'a escuchar', sea a los clientes o al marido, sea al hijastro adolescente, amante sobrevenido que le permite suspender y perforar la edad adulta).
Entre lo que tira hacia abajo y lo que busca remontar el vuelo se revolverá la película, que, como siempre en la autora de 'À ma soeur!', se regodea en momentos de intensidad más que preocuparse por hilar narrativamente las escenas. Cineasta-cazadora, la mirada de Breillat erotiza los planos antes de que la pulsión verdaderamente comparezca, encuadrando gestos cotidianos que vibran como si los recorrieran corrientes eléctricas subterráneas. Lo mejor de Breillat —que aquí, al someter el guión inteligente al 'alea' de la filmación, rememora los vínculos con Pialat, Chabrol y el Truffaut de 'La mujer de al lado'— recae en la transmisión, mediante esta puesta en escena instintiva, de ese vértigo intransmisible que llega a nombrar en un momento su actriz protagonista (Léa Drucker en el espejo de Bulle Ogier) y que también tiene que ver con la aventura de filmar sin tenerlas todas consigo, incluso cuando, como aquí, se trate de un encargo del productor Saïd Ben Saïd.
'Eureka', una buena apuesta en la sección oficial
Otra de las opciones más recomendables de la sección oficial también pudo verse este primer día: 'Eureka', del argentino Lisandro Alonso. Mucho ha llovido desde aquellas primeras películas —'La libertad', 'Los muertos'— que reverdecían los pactos con lo real mediante intérpretes inéditos que se desenvolvían, absortos y opacos, entre acciones, alejados de cualquier psicología, a distancia del anhelo por entenderlo todo del espectador. Pasado el tiempo, Lisandro Alonso ha devenido en constructor de artefactos cinéfilos tan ambiciosos como los que se piden paso en 'Eureka', que arranca como un western posmoderno y 'jarmuschiano' con Viggo Mortensen de 'guest star', continúa —el mejor segmento— como un policiaco nocturno y extrañado en la reserva india de Pine Ridge y desemboca, realismo mágico mediante, en la selva tropical brasileña. El peso del 'déjà vu' (junto a Jarmusch podríamos arrimar sin demasiado problema a los Coen y sus thrillers afásicos o al Herzog de las fiebres equinocciales) resta asombro y misterio a una película que paradójicamente empeña su larga duración, su estructura elíptica y agujereada, así como sus rimas secretas, en buscarle una salida a la cuestión de la representación de los pueblos indígenas. Posiblemente a Alonso le falte humor, o que su humor no vaya más allá de una ironía amarga y algo sabihonda. Para orillar las geografías, estrangular la cronología y brincar entre dimensiones puede que convenga más la bulimia melancólica y el espíritu lúdico de un Raúl Ruiz.
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