Carmen Posadas: «La mujer espía es más intuitiva, guarda mejor un secreto y pasa más inadvertida»
La escritora presenta su última novela, 'Licencia para espiar', en el Aula de Cultura de ABC de Sevilla
El mundo «proceloso» del espionaje femenino es el tema elegido por la escritora Carmen Posadas, premio Planeta 1988, para dar vida a su último libro, mitad novela, mitad ensayo, 'Licencia para espiar', presentado en el Aula de Cultura de ABC en Sevilla.
Posadas motivó en la sala casi llena Antonio Machado de la Fundación Cajasol el por qué de las mujeres espías. Primero, porque se ha escrito poco hasta hora sobre ellas; segundo porque son mejores: «Son más intuitivas, guardan mejor un secreto y pasan más inadvertidas»; y tercero y no por ello menos importante, ha disfrutado documentándose y escribiendo este libro.
Los espías espiados
La narradora apuntó cómo ella misma vivió en primera persona el ambiente de la vigilancia secreta cuando en 1972 su padre fue destinado a la embajada de Uruguay en la ex Unión Soviética y la delegación diplomática estaba plagada de micrófonos. Entre las risas de los asistentes explicó que a veces estos últimos se invertían por un problema técnico y era su familia la que escuchaba a los que les espiaban. «En aquella época y después con la Guerra Fría, todo el mundo espiaba a todo el mundo», explicó Posadas, que añadió que incluso «casi se premiaba la delación».
En 'Licencia para espiar' se hace un recorrido del espionaje desde el principio de la Historia hasta nuestros días, contando el caso de mujeres que han destacado por esta profesión, igual de antigua que la prostitución, «porque ya en las tribus primitivas se utilizaba para averiguar dónde estaban los enemigos o las fuentes de agua más cercanas», puso como ejemplo.
El caso de Servilia
Contó el caso de Servilia, la amante de Julio César, que tuvo que elegir entre derrocar al emperador romano o traicionar a su hijo Bruto que le daría muerte en el Senado. «¿Qué hubiera hecho Shakespeare con la apasionante historia de la carta de Servilia dirigida al mandatario mediante un profesor de griego mensajero y que acabó en el bolsillo de Julio César antes de entrar en el Senado?», se preguntó la también colaboradora de Vocento.
Posadas mantuvo un vivo interés —con la ayuda de Francisco Robles y Luis Ybarra, directores del Aula de Cultura de este periódico—, con anécdotas, historias reales y hechos vividos por ella misma. Como el de que para poner la guinda en el pastel de su libro entrevistó a una espía de los servicios de inteligencia españoles. «Estuvo allí 40 años, no se ofreció, la captaron y solamente su marido, no sus hijos, sabía que trabajaba para el Cesid». «Buscan mujeres universitarias, que hablen idiomas, están los primeros años bajo vigilancia durante el entrenamiento que dura dos años y averiguan si existe un flanco débil, si tienen apego a la bebida, son cotillas o demasiado fantasiosa», manifestó la autora del libro [Editorial Espasa, 20,80 euros].
Malinche y los sacrificios humanos
La escritora se recreó durante la charla del papel que jugó Malinche en la conquista de México por Hernán Cortés. Doña Marina, su nombre en español, formaba parte de los 50 esclavos regalados al conquistador extremeño, e hizo de intérprete allí donde no llegaban los conocimientos del 'lengua' Aguilar, traductor, náufrago al servicio de Cortés que llevaba ocho años entre los indios. «A Malinche muchos la consideran una traidora, pero hay que tener en cuenta que en el imperio azteca a las tribus de alrededor se les exigía no solamente el sacrificio de sus hijos, sino también sus cráneos para construir los templos y esto era inadmisible», apuntó Posadas.
Luis Ybarra quedó muy impresionado por el caso de las chicas que en la India las habituaban a comer veneno desde jóvenes para así inmunizarlas y poder luego usarlas como «sexespías» para acabar con los príncipes adversarios. Carmen Posadas habló sobre las golondrinas y los romeos, mujeres y hombres de extraordinaria belleza que son usados para fines de 'investigación'. La Stasi, policía secreta de la extinta República Democrática Alemana (RDA), utilizó a modelos tipo James Bond, que «engatusaban a las secretarias no muy agraciadas de altos mando de la Alemania Federal y las acompañaban hasta muy tarde en el trabajo para tomar fotos», subrayó Posadas. O el caso del asesinato de Trotsky, por el hijo de Caridad Mercader, minuciosamente planificado para acabar con la vida del enemigo número uno de Stalin. «Ramón Mercader llevaba una pistola y un piolet y tras los gritos, su madre que le esperaba en el exterior huyó y le abandonó», relató. Para Posadas no todas las espías eran «buenas o patriotas» y puso el ejemplo del interés monetario que movió a Mata Hari.
El acto estuvo patrocinado por la Fundación Cajasol y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
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