Bienal de flamenco de 2022
La Bienal: Triana, Triana, Triana
crítica
Después de cuatro años, vuelve la música al hotel de la calle Manuel Arellano con artistas del arrabal: Joselito Acedo, Antonio Canales, Pastora Galván, Juan José Amador...
![Gautama del Campo, Juan José Amador y Joselito Acedo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2022/09/15/jjamador-R04MV1Q2Wq15oQcTWzQiT4L-1240x768@abc.jpeg)
Bienal de Flamenco de 2022
'Triana viva'
- Dirección artística Joselito Acedo
- Cante El Bola, Niño de Gines, Las Peligro, Joaquina Amaya, Samara Amaya y Carmen Amaya
- Baile Miguel El Rubio
- Guitarra Joselito Acedo y Fyti Carrillo
- Percusión Paco Vega
- Artistas invitados Antonio Canales, Pastora Galván, Juan José Amador, Samara Amador, María Terremoto y Gautama del Campo
Triana, Triana, Triana, Triana, Triana. Si Ramón Gómez de la Serna hubiese acudido como cronista al concierto de anoche tal vez hubiese recogido algo así en sus escritos. En el Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922, al que sí asistió, transcribió siete veces ... el verso «La enterraron», que pronunció El Tenazas, y veintitrés «¡ay!» seguidos, cada uno con su espacio y caracteres para el periódico El Liberal. Lo del Hotel Triana en la Bienal, que volvió a engalanarse con mantones en las barandas después de cuatro años, merece, al menos, otros tres Triana, Triana, Triana en ABC.
Fue una fiesta en el arrabal. La mirada menos nostálgica de un emporio artístico de primer orden con el guitarrista Joselito Acedo, que lo conoce desde sus tuétanos, como director de orquesta. Un encuentro que no trató de gritar «¡Viva Triana!», sino más bien emular al emblemático espectáculo que en los 80 se celebró en el teatro Lope de Vega, 'Triana Pura', con un reivindicativo 'Triana viva', que así se titula este concierto en el que juventud y experiencia tienen pesos específicos. Es decir, en el que también se pone el foco en la cantera de Triana, Triana, Triana. No en el porvenir, sino en el presente. ¿Será este el párrafo con más menciones al barrio de los Pelao y los Cagancho de la historia?
Desde que talaron el ficus frente a Santa Ana no se había visto tanta gente agolpada en esta orilla como en ese escenario a compás de tangos. Como en este corral, en realidad, pues los asistentes también son partícipes del ritual, que transcurre al fresco de una noche que propone lluvia tímida. Antonio Canales, Pastora Galván, unos pocos Amador y otros cuantos Amaya, Las Peligro, María Terremoto, Gautama del Campo… Los fotogramas de ese documental de Ricardo Pachón en el que los viejos se agarran fuerte del pantalón, respetando siempre las distancias, que son anchas, se esclarecen por las tablas. La memoria les pertenece a todos, que suman al conjunto, haciendo de la cultura un hábito que galopa por la sangre. El Herejía, El Titi… Aquellos artistas no profesionales que impresionaron al mundo con el carácter vivaracho y hermosamente obsceno de su danza a tientas pululan por el imaginario.
Las hechuras de Pastora Galván con un mandil de lunares son de un costumbrismo irreal para quienes lo contemplan desde fuera. Sus zapatos vuelan. Descalza, se aprieta de los volantes y deja estampas de un salvajismo extremo. El toque clásico de Acedo, siempre en esos pocos acordes que el aficionado cabal precisa, anunció desde el comienzo la denominación de origen. Gautama del Campo, al saxo, sopla la soleá petenera y Juan José Amador, con mil heridas por dentro, se le echa encima con estilos cortitos: Noriega, Andonda. Los fandangos del Bola y Niño de Gines son breves, pero, sobre todo, dada la juventud de sus intérpretes, aseguran larga vida a esta antigua intención de conmover.
Se homenajea a La Susi, que cae como agua de mayo por estos empedrados que la añoran. Los maestros se manifiestan. A Remedios Amaya se le canta por nanas de colores. Antonio Canales pone un pie en el escenario y el público, su vecindad, enloquece. Canales en un patio llorando ante la debla es un cuadro de Zuloaga buscando nuevos lenguajes. No importa aquí el fallo. Recuerde: es una fiesta. Con pequeños. Con mayores. Con María Terremoto tronando por bulerías en las barbas de Luis de la Pica y un Joselito Acedo acertado en el acompañamiento junto a Fity. Dejando espacio, con el mástil algo hacia arriba para recordar, en la pose, a ese gitano que tanto le inspiró y que se apellida Molina. Manuel, de nombre. El de Lole.
Triana tiene toda la vida por detrás, es cierto. Pero en ella conviven retazos de magia que de cuando en cuando habríamos de reagrupar. Este espectáculo no se entiende por sus ingredientes por separado. No por Samara Amador. No por el baile del Rubio, sino por lo que entre todos crean. Recuerde: es una fiesta.
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