literatura
Antonio Rivero Taravillo: «Cernuda es una huella importante, pero también una sombra de la que conviene escapar»
Antonio Rivero Taravillo acaba de publicar su poemario, 'Luna sin rostro' (Pre-Textos), con versos de gran madurez que también miran al pasado
Antonio Rivero Taravillo: «Una torre de Glasgow le recordaba la Giralda a Cernuda»
Luis Cernuda, el poeta cuyo legado nunca borrará el olvido
Lutgardo García: «La sociedad señala, pero no perdona ni olvida»
![Antonio Rivero Taravillo muestra en 'Luna sin rostro' una poesía muy reflexiva y de gran madurez](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/02/16/antonio-rivero-taravillo-R0mQsf5W68FxTi1zwWM8CQK-1200x840@abc.jpg)
Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) ha hecho de su casa un universo con las páginas abiertas. El último libro que ha alumbrado este gran poeta, traductor, ensayista, narrador y crítico literario se titula 'Luna sin rostro' (Pre-Textos), un poemario en el que ... vuelve a hacer de la palabra un ejercicio imposible y en el que el presente se cruza con el pasado del poeta en un juego equilibrado de sortilegios verbales e imágenes geniales.
—¿Cómo surgió 'Luna sin rostro'?
—A diferencia de ciertos poetas, que piensan en un libro unitario y que todo lo supeditan a ese eje que lo vertebra, yo por lo general escribo poemas líricos sueltos que en un fichero o cuaderno van conformando una unidad de tiempo más que temática. Cuando me doy cuenta de que tengo suficientes poemas, eso conforma un libro. Hubo una primera fase de escritura acumulativa y luego otra de ordenación en las diferentes partes que lo integran.
—Se trata de un poemario muy extenso.
—Es inusualmente extenso porque tiene siete partes y más de 150 páginas. Es un libro torrencial, por eso fue bueno reunir los poemas por afinidad temática y estilística en las diferentes partes.
—¿En qué cree que este poemario se puede diferenciar de los anteriores que ha escrito?
—Todos los libros de un poeta tienen un hilo conductor que es la propia experiencia del poeta, que se pone en relación con estímulos estéticos y otro tipo de inspiraciones. Este en particular muestra un momento de madurez bastante consolidada en la cual me veo reflejado. Pero por otra parte debo confesar que este libro se escribió hace cinco años. Luego he escrito otras poesías que van en la misma línea, pero con mucha variedad. El poemario es un retrato del hombre que fui hace cinco años, con toda la riqueza de temas e imágenes que se me ocurrieron en aquel momento.
—En esta obra se reflejan temas como la vida y la muerte.
—Sí, no digo nada nuevo porque los temas de la poesía son muy pocos. Son temas esenciales que atañen al alma humana en lo más hondo. Lógicamente, el transcurso del tiempo, la muerte y la reflexión son siempre recurrentes, y más cuando el poeta va avanzando en edad, porque adquiere una visión distinta sobre los mismos acontecimientos.
—¿El hecho de que usted ahora mismo esté en un tratamiento médico por un cáncer hace que los poemas adquieran una dimensión distinta?
—Estos poemas están escritos mucho antes de la enfermedad, lo cual no significa que no estuviera enfermo en aquel momento, pero ahora se ha manifestado. Lo que sí retratan es a un hombre que ha vivido mucho en extensión e intensidad. Quizás en extensión no tanto porque hoy la vida se está alargando bastante gracias a la medicina, pero está claro que lo nuclear sí que lo he vivido. Los poemas no tienen que ver con mi situación actual, pero se colocan en la antesala de la persona que soy ahora mismo. En todo caso, me gustaría decir que estoy afrontando la enfermedad con mucho ánimo y espero que esto le sirva a las personas a las que le acaban de diagnosticar algún cáncer.
—En el libro hay muchas referencias a su infancia. ¿Por qué?
—La infancia y la memoria están siempre presentes en el poeta y en su obra. La poesía de algún modo es un puente entre muchas cosas. Es un puente entre los tiempos, es decir, entre el pasado, el presente y el futuro. Y también lo es entre diferentes realidades que el pensamiento poético pone en relación, y esto al final eclosiona en la forma de un poema. Para mí la infancia es muy importante, no por ser una época idílica o idealizada, sino por ser el momento en el que la personalidad se forja. Es cuando la sensibilidad es más virgen y maleable. Las experiencias dejan en ese periodo una huella más indeleble que son más susceptibles de ser convertidas en poemas.
—¿Su infancia transcurrió toda en Sevilla?
—Yo nací en Melilla por el trabajo de mis padres, pero al año siguiente ya nos instalamos en Sevilla. Siempre he vivido aquí. Mi padre nació en Guadalcanal y mi madre era española, pero nació en Ciudad de México y su familia era manchega. De hecho, ella se fue pronto de México.
—Eso último explica que lo mexicano esté presente en su obra, ¿no?
—Sí, siempre lo está. Mi madre murió cuando yo tenía once años, pero de algún modo todas las cosas que se contaban de México en casa me influyeron y México ha sido un nombre mitificado. Luego he ido muchas veces allí por motivos literarios.
—El libro tiene de hecho referencia a México y a otros países.
—Sí, hay una parte que trata de lugares. Aparecen Grecia, México y Sevilla, que no suele figurar mucho en mi obra. El viajar siempre contribuye a que los sentidos estén alerta, incluido el sexto sentido, que es el de la poesía.
—Hay un poema dedicado a las Cariátides de Atenas.
—Grecia es el ombligo umbilical de nuestra cultura. Ese poema representa también el asombro. Estuvimos a punto de salir del museo sin ver las Cariátides, pero en el último momento reparé en que estaban allí y nos hubiéramos perdido esa maravilla. Ahí entró en juego el azar, que tiene mucho que ver con la vida, se filtra por ella y crea milagros de los cuales uno tiene que estar agradecido.
—¿Qué le parece la gran exposición sobre los hermanos Machado que se inaugurará en Sevilla en otoño?
—Me parece una estupenda noticia. Más allá de Antonio Machado, que es el más conocido, la muestra se va a detener en Manuel, con quien tuvo una excelente relación, además de tratar la figura del padre y el abuelo de ellos. Son dos poetas magníficos y está muy bien que Sevilla los recuerde y que luego la exposición vaya a otros lugares. Los Machado venían de una familia de una gran preocupación cultural.
—Manuel Machado ha sido injustamente valorado, ¿no?
—Es un poeta estupendo que mucha gente lo ha reivindicado como Borges. Estuvo eclipsado por su hermano por razones ideológicas. Me gustó mucho un libro que leí hace poco de Joaquín Pérez Azaústre, 'El querido hermano'. Mostraba por una parte esa sintonía cordial que había entre ambos y por otra el desastre de la guerra, que los separó.
—¿En qué medida la poesía de Cernuda, que siempre le ha acompañado, está presente en este poemario?
—Cernuda, que para mí es una huella muy importante, también es, de algún modo, una sombra de la que conviene escapar, porque no se puede escribir siempre bajo su 'dictado'. Fundamentalmente, y hablo de algo más abstracto que de una afinidad concreta, creo que ese modo reflexivo, que abunda sobre todo en el Cernuda del exilio y que se puede manifestar de forma muy diversa, pero que siempre tiene ese poso de poesía meditativa con un punto metafísico, puede verse en este poemario. En 'Luna sin rostro' hay mucha imaginería verbal, metáfora y plasticidad. Me gusta que los poemas no sean sólo el desarrollo de ideas, sino que tengan también asideros físicos y que el lector encuentre algo que pueda ver. Pero por otra parte hay también una corriente reflexiva de asombro teñido de meditación.
—Hay un poema que rescata una serie de palabras que usted nunca había empleado en otros poemas.
—Las ideas y conceptos están muy bien, pero todo se debe a las palabras. Los que nos dedicamos a escribir tenemos que estar muy agradecidos a estas. En este caso, comprobé que no había usado una serie de palabras en poemas anteriores y les quise dar una reparación. Tengo una pequeña regla secreta que ahora comparto: en cada poema que escribo —o al menos ese es mi propósito— quiero incorporar una palabra que no haya usado nunca, no por un alarde de facundia o por decir que uso un amplio diccionario, sino porque cada palabra enriquece la visión de la realidad. El poeta se debe a su lengua y debe intentar ensancharla, debe mantener vivo su idioma. Estoy convencido de que los sinónimos y las diferentes maneras alternativas de decir algo están sustentadas o apoyadas en los poemas. Porque los poemas, por cuestiones de prosodia, exigen una palabra alternativa, de manera que el poeta juega con un pantone de colores, que son las palabras, que es muy amplio. De otro modo no podrían hacer su arte versal y verbal.
—Usted siempre está escribiendo. ¿Qué es lo próximo que va a publicar?
—Tengo algún libro de poemas concursando. No sé si saldrán premiados o no, lo más normal es que no. El azar dirá cuándo se publicarán. Como traductor, próximamente aparecerá una antología de Dylan Thomas y mi muy trabajada y querida traducción de 'Hamlet'. Alianza me la pidió en prosa, pero al final decidieron no publicarla y mantener la que ya tenían. A partir de ese trabajo de lectura decidí hacerlo como yo quería: una traducción en verso donde prima la musicalidad. La publicará Renacimiento.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete