Adelfa Calvo: «Llevo desde los 40 haciendo papeles de abuela»
Nieta de la Niña de la Puebla e hija de la cantante Adelfa Soto, atesora un Goya y acaba de estrenar '¿Es el enemigo? La película de Gila'
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A Adelfa Calvo la escena le llega desde la cuna, cuando su madre le ponía cantes de su abuela. Imagino que, como ella recuerda, las Navidades eran siempre 'cantaoras, siendo como es nieta de una de las históricas del flamenco, la Niña de la Puebla, ... e hija de una de las insignes de la copla, Adelfa Soto. Pero esta descendiente de mujeres de grandes escenarios, eligió otro más recóndito, la actuación, donde ha triunfado igualmente, aunque su abuela no pudiera verlo. Adelfa Calvo (Málaga 1962) ganó en 2018 el Goya a la Mejor Interpretación Femenina de reparto por la película 'El autor', y ahora está nuevamente nominada en los premios Asecan a la Mejor Interpretación Femenina por la película '¿Es el enemigo? La película de Gila'. También se estrena la serie 'La sombra de la tierra', donde Adelfa Calvo se pone en la piel de 'la Garibalda' en este drama rural escrito por Elvira Mínguez.
—¿Saltó a la fama con la serie 'El secreto de puente viejo' y ya tenía un Goya, ¿la profesión es así, le ha dado las satisfacciones que necesitaba?
—Yo soy muy feliz siendo actriz, no me concibo haciendo otra cosa. Sí que como mujer quiero reivindicar nuestro papel dentro de la industria, sobre todo cuando cumplimos cierta edad, que parece que ya dejamos de existir, porque hay unos cánones de belleza que no sabemos quién los ha inventado, desde luego las mujeres no, donde parece que tenemos que ser eternamente jóvenes y guapas. Yo tengo 62 años, he vivido ya más de la mitad de mi vida, y tengo historias muy potentes que contar, igual que todas las mujeres. Lo único que reivindico en esta profesión es que estemos al cincuenta por ciento los actores y las actrices, igual que en la vida, que siempre es complicado. Es lo único, por lo demás, soy feliz. Pero sí, es injusto que se nos trate de diferente manera.
—Parece como si a partir de los 50 años a las actrices se les acabase la carrera.
—Exactamente. Creo que las mujeres de más de 50 hemos vivido más cosas que las de 20, y con esto de que siempre tenemos que mantener un físico especial... Yo por ejemplo llevo desde los 40 años haciendo de abuela y viendo cómo compañeras mías, actrices súper jóvenes de veintitantos, hacían de madre sufridoras de cuarenta y muchos. Hago un llamamiento a guionistas y directores, estamos un poco cansadas de estar a la sombra de los hombres, y los papeles que nos dan a nosotras con cierta edad son los de señoras de la limpieza que quitan los ceniceros a esos hombres inteligentes que están viendo el fútbol.
—O sea que los hombres con 40 siguen siendo galanes interesantes, incluso mucho más, y las mujeres relegadas.
—Eso de interesantes lo dicen ellos, y jóvenes uno de 20 no de 40. Eso de los cánones de belleza de la mujer es un invento de los hombres, ellos pueden ser bajos, gordos, calvos... A mí que me midan por mi talento no por el contorno de pecho. Y sí, nos dicen que si ya están protestando las mujeres, pues sí, protestamos porque avanzamos muy lentos.
—Usted viene de una saga de mujeres empoderadas, famosas y veneradas por sus seguidores, La Niña de la Puebla y Adelfa Soto.
—Sí, en mi familia se cantaba y tenían voces maravillosas y no tenían esos problemas. Yo tampoco tuve estos problemas de físico cuando hacía teatro, ahí hay más permisividad para todo. Pero en el cine y en televisión si hay unas exigencias físicas. Mi madre por ejemplo era además de una gran voz, una belleza. Mi madre y mi abuela cantaban en teatros y no tuvieron esos problemas. El audiovisual es mucho menos permisivo.
—¿Cómo era su abuela, la Niña de la Puebla fuera del escenario?
—Era una mujer muy divertida. Yo la disfruté mucho, yo tenía 38 cuando falleció. Era muy inteligente, además de tener una de las voces más bonitas que ha dado el flamenco. Era muy poderosa en mi familia, que ha sido un matriarcado gracias a ella, y siempre nos inculcó a todas, que somos mayoría, que podíamos ser libres y trabajar y luchar por ser independientes. Era una mujer cultísima. La echo muchísimo de menos porque ha sido nuestro faro. Parece mentira que una mujer a la que le faltaba la vista, era la luz que iluminaba siempre nuestra familia.
—¿Y Adelfa Soto, su madre?
—Ella fue una maravillosa cantante y una maravillosa madre. Muy luchadora. Ella siempre me dice que ahora lo tengo fácil: «Como viajas con el AVE que va tan rápido y tan poco tiempo. Yo hacía kilómetros y kilómetros y te llevaba conmigo, y entonces no había pañales y llegaba a los hoteles y tenía que ponerme a lavar tus pañales...» Yo fui con mi madre en sus tournés hasta que empecé el colegio. Qué mujeres ambas, ¡madre mía!, lo llevaban todo para adelante. Mi madre ha sido muy luchadora. En mi familia lo que siempre nos han inculcado es que hay que ser artista en el escenario, pero cuando te bajas, debes ser normal sencilla, y eso es lo que intento hacer. El personaje de 'Puente Viejo' duró casi siete años. Y sí, me siento querida por el público.
—¿Usted sabe cantar?
—Sí, canto un poquito. Mi abuelo también era cantaor, se llamaba Luquitas de Marchena. Mis abuelos cantaban a dos voces, creo que fueron ellos los primeros que cantaron a dúo en el flamenco. Cantaban colombianas y guajiras. Mi abuelo tenía también una voz preciosa.
—Imagino que en su casa se canta en Navidad.
—Sí, sí, en mi casa se canta. El día 24 nos juntamos y con un montón de panderetas, zambombas y sonajas antiguas que tenemos y hacemos un repertorio de villancicos antiguos que cantaba mi abuela, y algunos no los conoce mucha gente. Villancicos de la Puebla que ella siempre cantaba.
—¿La vio triunfar su abuela?
—Ella vino a ver alguna función de teatro cuando yo tenía una compañía independiente y le gustaba mucho, pero no me vio con la fama que da la televisión. Mi madre sí, claro, y lo disfruta muchísimo. Me gusta mucho cuando me mira muy seria y me dice: «Qué buena artista eres».
—Usted con esos antecedentes, ¿no tuvo problemas familiares para dedicarse a la interpretación?
—No, en absoluto. Pero mi abuela siempre nos decía: vosotras podéis ser lo que queráis en esta vida, sólo hay que desearlo y trabajar mucho para conseguirlo. Ella siempre nos contaba cosas, era una contadora de historias maravillosas. Nos llevaba a todos para adelante, siempre preguntaba dónde estaba, qué función estaba haciendo. No es porque fuera mi abuela, pero era una mujer muy especial, la quería todo el mundo.
—Ha participado en películas como 'La isla mínima', 'Grupo 7' y trabajado con directores como Pedro Almodóvar, Juan Diego Botto, Iñárritu o Montxo Armendáriz, ¿con quién se queda de estos nombres tan ilustres?
—Difícil. A mí me encantó por ejemplo ver dirigir a Almodóvar, lo tiene todo muy claro y todo el mundo del set está pendiente de lo que pide. Él lo mira todo, si hay un hueco ahí, lo coloca. Me gustó mucho trabajar con todos, pero le guardo un especial cariño a Montxo Armendáriz. Con Juan Diego Botto hice 'En los márgenes' y fue muy especial y, como te quedas con lo último, la miniserie 'La sombra de la tierra' dirigida por la actriz y directora Elvira Mínguez.
—'La sombra de la tierra', una historia rural y oscura.
—Sí, es dura y como un western a la española pero de mujeres. Ha sido una maravilla trabajar con Elvira Mínguez. Es una historia de mujeres, de dos mujeres muy poderosas, escrita y dirigida por una mujer. Somos dos mujeres muy malas las dos. Yo he hecho el papel de una mujer con elefantiasis en las piernas, así que he tenido que trabajar con una prótesis de más de quince kilos que ha hecho Nacho Díaz, un experto en efectos especiales. Ha sido duro, llevar más de quince kilos, prácticamente sin poder anda. Pero ha sido un gran trabajo de todos, y fácil. Tener a una actriz que conoce los códigos dirigiéndote facilita el trabajo muchísimo. Estoy muy contenta de esta serie.
—También ha participado en '¿Es el enemigo?, la película de Gila' que se acaba de estrenar en el cine.
—Sí, que vayan a verla. Es maravillosa. Yo hago un personaje muy bonito, soy la abuela de Gila. Es una película muy especial que habla de paz y de amistad que es la vida de Gila que no conocemos.
—¿Echa de menos el teatro?
—Muchísimo, pero es complicado. Yo vivo en Málaga y aquí hacer teatro es complicado. Estoy esperando que llegue un proyecto y diga: lo voy a hacer sí o sí. Ahora me va bien en la tele y en el cine, y estoy aprovechando la racha porque es difícil tener trabajo en nuestra profesión. Me encantaría.
—En su profesión, ¿hay que coger todo lo que llega?
—Depende de cómo tengas la cuenta del banco. Es un lujo decir que no a un proyecto, y hay muchos muy malos. Como dice mi representante cuando me manda algo que no me gusta: «Es un alimenticio». Yo disfruto tanto de mi trabajo que a veces lo del dinero se me olvida.
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