Delegada diocesana de Pastoral Obrera
Yolanda Fernández: «Tú dices 'sindicalista' en una parroquia y a la gente le entra hasta miedo»
Esta militante de la HOAC se ha convertido en la segunda mujer con responsabilidades en la archidiócesis
Yolanda Fernández
Toma el relevo en la delegación diocesana de Pastoral Obrera del sacerdote Diego Márquez, que ha desempeñado el cargo durante los últimos veinte años. No le falta experiencia: entre 2018 y 2021 fue directora del secretariado de la Pastoral del Trabajo en la diócesis de ... Córdoba, provincia donde ejerce de trabajadora social.
-¿Qué se plantea hacer, cuál es su primera meta?
-Mi objetivo es que todo el mundo conozca la Pastoral Obrera en Sevilla, muy desconocida aquí. He pensado visitar parroquias, hermandades, colegios para darla a conocer. Básicamente, llevar los problemas del mundo laboral a la Iglesia y viceversa, porque es un mundo de frontera. En las parroquias, y en la Iglesia en general, muchas veces hay una distancia muy grande con el mundo del trabajo. Otra cosa muy importante es ver qué injusticias hay y cómo se sitúan los creyentes ante esos problemas, no vaya a ser que seamos cristianos sólo en la misa del domingo; tenemos que ser cristianos también en nuestros empleos, eso me interesa mucho.
-¿Qué tiene que decirle la Iglesia a los trabajadores de hoy?
-Que no es ajena a los problemas del trabajo, sobre todo, a los del mundo más precarizado. Muchas personas de los sindicatos o de los partidos políticos consideran que la Iglesia está ajena a esa realidad. Para nada. Por desgracia, las ocupaciones mayoritariamente femeninas son las que están más en precario o en la economía sumergida. Lo más escondido, lo más oculto y lo peor pagado de la escala laboral lo ocupan las mujeres y mujeres migrantes. En la Iglesia damos una imagen equivocada como ajena a la realidad y no es así. La clave está en que los cristianos demos la cara por los compañeros y compañeras, eso es muy interesante que se note. Otra idea que tengo es hacer una búsqueda de buenas prácticas: ¿cuáles son las empresas en Sevilla como Dios manda? Que permitan conciliación laboral, que estén por la gente, que antepongan a la persona a los beneficios… Y las hay. Y donde hay problemas, ¿qué hacemos como cristianos? Porque algo habrá que hacer o ¿sólo eres cristiano por la mañana o por la tarde o por la noche o los fines de semana...?
-¿No cree que al cristiano medio le parece que la Doctrina Social de la Iglesia no va con él? ¿La conoce?
-No la conoce. Pero no sólo fieles; párrocos, seminaristas que no lo estudian, cristianos medios y no medios, incluso con mucha formación, que no se ha parado a ver eso. La DSI es una gran desconocida y en Sevilla, como quizá estamos centrados en otros temas, no hay tiempo para pararse en eso. Me he propuesto formarme más, yo personalmente, pero en general creo que todos deberíamos hacerlo.
-¿Esa sensibilidad hacia el mundo del trabajo existe en la Iglesia hispalense o quizá vivió su esplendor con Bueno Monreal y luego se perdió?
-La percibo muy poco, es minoritaria. Los problemas laborales no se quedaron en los años 70, sino que siguen en la actualidad y el mundo laboral va a cambiar radicalmente en años y va a hacer que un montón de personas en los barrios más humildes de Sevilla no se van a poder recualificar para los nuevos puestos de trabajo. No se ha pensado bien el mundo que viene, que va a dejar a mucha gente en la cuneta y a esas personas hay que atenderlas. Todo esto mucha gente de la Iglesia lo desconoce. Mi labor va a ir por hacer acogedora la Iglesia para la gente más sencilla y más precaria.
-¿Ahí encontrará sinergias con Cáritas o Acción Conjunta contra el Paro u otros organismos eclesiales?
-Los cristianos tenemos que tener presencia pública en esos ambientes. Y que las personas se sientan acompañadas. Los sindicatos y los partidos tienen muy mala prensa: tú dices sindicalista en una parroquia y a la gente le entra hasta miedo. En vez de pensar que están promoviendo derechos y acompañando a personas, hacen cosas muy positivas, pero tampoco llegan a la gente que se queda fuera de todo. Ahí hay que estar.
-¿Tal vez se eche en falta la voz profética de la Iglesia?
-A ver qué podemos decir desde la delegación cuando haya este tipo de situaciones. Habrá que insistir que hay que cuidar las personas, que las personas están por delante del dinero, por delante de todo, que no se puede trabajar sin medidas de seguridad, que no se puede contratar por doce horas y cotizar por cuatro… eso no es legal, ni ético, ni cristiano. Y se producen a nuestro lado, no en el Tercer Mundo, ni en África ni en América, sino en el Centro a lo mejor. Con las bordadoras de los mantos de las vírgenes, por ejemplo, que es un trabajo precario y apretado como pocos con subcontrataciones en cadena a precios ínfimos sin cotización. Eso está muy cerca de nosotros.