El Ateneo rompe con más de cien años de historia de la Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla
En los últimos cincuenta años, el desfile real sólo se había mojado seis veces, y en ninguna de ellas, ni en las que había riesgo, se cambió de fecha
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La llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a Sevilla se preveía marcada por la lluvia este año, lo que ha propiciado el adelanto de la Cabalgata hasta el día 4 de enero. La probabilidad de precipitaciones por parte de la Aemet, del cien ... por cien, que podrían ir además acompañadas de tormenta, han pesado mucho en la decisión.
Como el propio Ateneo había señalado en muchas ocasiones, jamás en la centenaria historia de esta fiesta tan arraigada en el corazón de los sevillanos había tenido que suspenderse o adelantarse a causa de la lluvia... hasta ahora. Todo ello pese a que ha habido años en los que el agua ha deslucido sensiblemente el desfile real por las calles de la ciudad.
La última, en 2018, si bien aquel año se adelantó el horario de salida y se aceleró el ritmo del nutrido cortejo para que la afección fuese la menor posible, de tal forma que no se puso a llover hasta que las carrozas estaban entrando en el recinto del Rectorado de la Universidad de Sevilla.
Si echamos un vistazo a las crónicas publicadas por ABC de Sevilla durante los últimos cincuenta años, para comprobar que, en este tiempo, sólo le ha llovido al cortejo real en la calle seis veces, contando la ya mencionada, y algunas otras ha salido con riesgo de precipitaciones, aunque no acabó mojándose. En todas ellas, al igual que el resto de ocasiones, Sus Majestades de Oriente repartieron ilusión a raudales.
El diluvio, en 2003
Aunque la lluvia jugueteó con la Cabalgata varias veces en la última década, la última vez que la Cabalgata estuvo verdaderamente pasada por agua fue en 2003. Aquel año, los Reyes no se salvaron de una intensa lluvia que tuvo que dejar bastantes constipados. La portada de ABC de Sevilla recogía cómo fue el desfile: «Pese al intenso aguacero caído durante toda la tarde-noche de ayer, miles de sevillanos se lanzaron a la calle para contemplar el paso de la Cabalgata de Reyes Magos cuya principal novedad fue el paso por la avenida de la Constitución».
Los pequeños que integraban las carrozas de aquel año iban bien preparados desde la salida. De ello dejó constancia el cronista, Pablo Ferrand: «A las cuatro de la tarde —se vio ayer—, la caseta de Eritaña era un hervidero de padres que acomodaban a sus hijos para luego no dejar de fotografiarlos. «Debajo de los asientos están los impermeables«». La comitiva avanzó impasible pese a que la lluvia apretó en varios momentos de la tarde: «Los Magos de Oriente vienen de una tierra en la que el agua es un bien muy escaso, por eso reciben con alegría la lluvia». Un bien que cada vez es más escaso también en nuestra tierra. No estuvo exenta de controversia aquella Cabalgata en la que los espectadores trataron de mantenerse secos: «Los adultos no se dan cuenta de la capacidad receptora de un paraguas, la de caramelos que priva a los niños».
Dos años antes, en la primera Cabalgata del siglo XXI, el agua también había hecho acto de presencia. ABC de Sevilla llevaba en portada que «La Cabalgata desafió a la lluvia y cumplió el recorrido previsto», si bien «el cortejo tuvo que acelerar el paso por las calles de Sevilla» por una «lluvia, fina pero constante». Aquel 5 de enero de 2001, la tarde comenzó con «caras largas por toda la carpa de Eritaña», como escribió Reyes Rocha, pero «la preocupación se volvió alegría a las cinco de la tarde». Para muchos, tanto entonces como ahora, lo mejor es relativizar las cosas. Como muestra, lo que decían los pajes del rey Melchor: «El agua sólo moja».
La tromba de agua de 1996
La de 1996 es especialmente recordada por el diluvio que le cayó al cortejo real en su primera salida desde la Cartuja, cruzando el puente de la Barqueta. Tal fue la tromba de agua de aquella tarde de invierno que hubo que meter la quinta marcha «de manera estrepitosa». Contra todo pronóstico, la Cabalgata recorrió el itinerario previsto con una gran afluencia de público: «Tampoco fue obstáculo para que los sevillanos se echasen a la calle a presenciar el paso del cortejo y en un número superior a las cien mil personas, según estimaciones de la Policía Local, arroparon en todo momento el paso del cortejo».
La crónica del querido y recordado Fernando Carrasco muestra especialmente bien: «La lluvia seguía cayendo sobre Sevilla, pero todos seguían esperando a que la cabalgata pasase por donde habían ido a verla. El paso por Remedios-Triana fue rápido, ya que en esos momentos llovía con más intensidad. Sin embargo, y tal y como señalaba Ramón Espejo, «la gente está impasible. Es emocionante ver cómo no les importa la lluvia. Es más, los paraguas no les sirven para resguardarse, sino para intentar coger más caramelos. He visto a mucha gente llorar, y puedo decir que esto vale la pena todo el esfuerzo . Una parte de Sevilla no podía quedarse sin ver la cabalgata, no hubiésemos sido justos».