La verdadera historia de la tuna universitaria
Fue en 1927 cuando tres universitarios tuvieron la idea de ir a cantar ante la escultura de la virgen; Luego se sumaron otros y se irían creando tunas en Medicina, Peritos, Derecho...
«Mocito dame el clavel»

La tuna sevillana y su tradición de cantar cada víspera de la Inmaculada es sin duda archiconocida. Pero seguramente mucho desconocen es la historia de esa costumbre ya que las festividades «inmaculistas» se remontan a 1617.
Esos actos, antesala de los que esta noche ... volverán a celebrarse en Sevilla, continuaron en la ciudad a lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX. Aunque fue en 1918 cuando se erigió en la Plaza del Triunfo el monumento de Collaut Valera a la virgen, la irrupción de las tunas hispalenses en la tradición inmaculista no fue repentina. Fue un proceso que se dilató en el tiempo.
Según los estudios realizados por el profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla e investigador de las tunas sevillanas, Alfredo Martínez González, el 5 de diciembre de 1945 El Correo de Andalucía recogió cómo en 1927 tres jóvenes de la Congregación de la Inmaculada Concepción tuvieron en la ocurrencia de acudir a cantar ante la escultura concepcionista justo a medianoche en la calle Trajano. De camino a la Plaza del Triunfo se encontraron con dos amigos que se unieron a la iniciativa y entre los cinco entonaron a las doce de la noche la Salve gregoriana y las coplas de Miguel del Cid.
Al siguiente año los acompañaron más amigos hasta un total de una treintena de jóvenes. Aquella idea fue el punto de partida de una práctica que se perpetuó año tras año. No sólo cantaban. También depositaban flores a los pies del monumento, sin que ni las corrientes anticlericales o la Guerra Civil interrumpiesen esa costumbre.
Con el paso del tiempo, en 1951 se fundó la Tuna Universitaria de Sevilla, única entonces y que integraba a estudiantes de diversas carreras. De ella quedan algunos integrantes vivos, quienes testimonian cómo en 1955 comenzaron a unirse para cantar a la Inmaculada de la Plaza del Triunfo a medianoche del 8 de diciembre.
«Todavía quedan algunos de aquellos protagonistas que comenzarlo la tradición y es injusto que Sevilla no los reconozca»
Alfredo Martínez González
Profesor de Historia del Derecho e investigador de las tunas
Desde entonces los tunos han venido participando ininterrumpidamente con sus rondas en cada 8 de diciembre y la primera constancia documental de la que se tiene registro corresponde a dos años más tarde. En aquella época la tuna debido a problemas con el Sindicato Español Universitario fue acogida por la Facultad de Medicina y desde noviembre de 1957 el SEU dejaba por escrito constancia todas sus actividades para poderlos tener vigilados.
De hecho el Sindicato Universitario fueron anotando en una libreta los nombres, apellidos y datos de cada componente y qué actividades realizaban cada vez que salía aquella tuna.
Tal cuaderno fue tomado por José Manuel Cuadrado Montes, tuno entre 1954-1959, que en 2017 se lo entregó al profesor de Historia del Derecho Martínez González. Este descubrió la anotación que acreditaba lo que ya le habían contado sus protagonistas desde años antes: «7-XII- 1957. 6ª salida de la Tuna del Distrito Universitaria]. Ofrenda de un ramo de claveles a la Inmaculada Concepción en la Plaza del Triunfo. Después serenatas. Buen comportamiento de todos los tunos».
Poco después aquella tuna rompió su vinculación con el SEU para ya integrarse en la Facultad de Medicina y mantuvo la costumbre de rondar a la Inmaculada. Por su parte, la Tuna de Peritos Industriales, se fundó en 1959. En marzo de 1961 se fundó la de Derecho uniéndose el 8 de diciembre de aquel año a las agrupaciones de Medicina y Peritos Industriales. Luego llegarían otras que se sumarían a la tradición. «Todavía quedan algunos de aquellos protagonistas que comenzaron esta tradición y resulta injusto que Sevilla no conozca ni reconozca a quienes comenzaron un legado que, anualmente durante todos los puentes de diciembre, atrae a miles de sevillanos y foráneos», explica el profesor Martínez González.
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