El Paseante
Un tranvía llamado deseo en San Francisco Javier
Ya pueden circular los coches y pasear los peatones, pero para que den la sombra deseada los nuevos árboles todavía falta mucho
![La avenida de San Francisco Javier abierta al tráfico](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/01/30/san-francisco-javier-ROOQHC1Yx0ZDCA3RW5NXijN-1200x840@abc.jpg)
De marzo de 2022 a enero de 2024 van dos años casi enteritos. Veintidós meses para ser exactos. Pero el viernes 26 de enero, cuando el Ayuntamiento decidió abrir los carriles de tránsito rodado de la avenida de San Francisco Javier no había ni asomo ... de entusiasmo entre los vecinos y paseantes que andaban por la zona. Ellos, mejor que nadie, saben que todavía queda mucha faena por delante para que el tranvía que los conectará con la Plaza Nueva en quince minutos circule con normalidad y para que la obra esté terminada.
Porque no está acabada. Algún afrancesado 'avant la lettre' dirá que está finalizada, pero todos sabemos lo que es una obra rematada. Uno no se topa con la grúa del alumbrado público retirando cables cuando la obra la ha recepcionado el Ayuntamiento. Eso, mirando a los cielos, porque mirando al suelo, todavía se ve que falta mucho por finiquitar el trabajo.
Y una vez que esté concluido, habrá que esperar a que los árboles crezcan. Ese ha sido el caballo de batalla desde que se anunció que la conexión de Santa Justa con el Centro de la ciudad se haría en sentido inverso al que dicta la lógica (calle José Laguillo para entrar por la Puerta del Osario al casco histórico): qué iba a pasar con los frondosos árboles de la mediana de la avenida por la que ahora han tendido los raíles del tranvía. Informes contra informes, mociones plenarias y una dura contestación político y social llevaron a reformar los proyectos para proveer de sombra la avenida que se terminó en los años 80 del pasado siglo.
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Según las fichas de apeo de la delegación de Parques y Jardines, se trasplantaron 131 árboles entre el 22 de marzo y el 19 de abril de 2022. A cambio, según también el proyecto de la misma delegación, el pomposamente bautizado como corredor verde de San Francisco Javier contará con 396 árboles en total además de otros 110 plantados en calles aledañas. Las recreaciones virtuales son espectaculares pero lo que ve el paseante deja mucho que desear.
Todavía hay muchos arriates en los que no se ha sembrado alguna de las 33.000 unidades de arbustos y herbáceas que acompañan el proyecto para separar visual y funcionalmente la calzada de las aceras, que son ahora más anchas. No todo está por hacer, pero sí por cuidar. Porque los parterres donde ya crecen los arbustos están descuidados o con restos de basura de los desaprensivos que no pueden aguardar unos metros a tirar los desperdicios en una papelera. Y no faltan.
También hay muchos alcorques esperando la plantación de árboles y a los que ya están plantados les queda mucho tiempo para crecer derechos y proveer la sombra que aportaban los anteriores inquilinos de la calle. Ahora mismo, salvo las tipuanas del tramo de acera de los pares más cercano a Ramón y Cajal que presentan un porte considerable, todo lo demás son árboles recién llegados. Tiempo al tiempo.
En sí, el paseo resulta agradable y los resultados de separación visual entre el tráfico rodado y los carriles del tranvía parecen óptimos. Están sabiamente combinadas las zonas de paso con las dársenas previstas para terrazas con veladores sin que el peatón sienta que le han usurpado el espacio para caminar. Cuestión aparte son las motos aparcadas en cualquier hueco que quede libre para aprovechar el espacio, pero ese es un mal generalizado por toda Sevilla del que tampoco se iba a librar San Francisco Javier.
Lo mejor de todo es que hay donde sentarse. Aunque sea en esos sillones individuales que se van enseñoreando del mobiliario urbano de la ciudad, vueltos hacia las fachadas de las casas. Menudean los bancos corridos para que las parejas puedan hacerse arrumacos o los ancianos descansen del paseo junto a sus cuidadores.
¡Y hasta fuente! Ese modelo con tantos perfiles de acero inoxidable que el Ayuntamiento eligió en un concurso y que tiene dos chorritos, con sus correspondientes grifos de pistón: uno para niños y otro para adultos. Hasta echan agua y todo, claro que el mérito es que lo hagan en pleno verano y no se queme uno la mano. Para eso hace falta la sombra que todavía no se ve pero se adivina: almeces, paulonias, brachichitones, parasoles de la China o naranjos incipientes que tendrán que crecer.
Entre las vías, la pradera de césped presenta un aspecto inmejorable después de la semana de lluvias de mediados de enero y el aumento de las temperaturas después. Ya veremos si soporta el calor del verano.
Así que ese es el mejor resumen que puede ofrecer el paseante: ya se verá. En veremos nos quedamos.
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