Testigos de la edad dorada de la Abogacía de Sevilla
El Colegio de Abogados ha reconocido la trayectoria de doce colegiados por sus 50 años en la profesión, entre ellos Carmen Moya Sanabria y Jaime Camacho Ruiz, quienes iniciaron sus carreras compartiendo despacho
![Jaime Camacho Ruiz y Carmen Moya Sanabria, en el despacho del primero](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2022/12/16/jaime-carmen-abogados_20221216195233-R3VhIHTTQWGlQBCbiU29JuJ-1200x840@abc.jpg)
Todo ha cambiado. Son las palabras que resumen la radiografía que hacen Jaime Camacho Ruiz y Carmen Moya Sanabria cuando echan la vista atrás y repasan cincuenta años en el ejercicio de la Abogacía. Se consideran testigos de la edad dorada de la profesión ... en Sevilla. Brotan nombres de ilustres 'maestros', Manuel Olivencia, Manuel Clavero Arévalo, Jaime García Añoveros y Francisco De Pelsmaeker. Pero sí hay un 'maestro' que une a los dos protagonistas es Juan Moya García, en cuyo despacho del número 4 de la plaza de la Contratación de la capital iniciaron sus carreras hace medio siglo.
Carmen Moya Sanabria y Jaime Camacho Ruiz, a sus 74 años de edad, son dos de los doce profesionales del Derecho a los que el Colegio de Abogados de Sevilla reconoció ayer sus cincuenta años como miembros de la institución. El decano, Óscar Cisneros, en uno de sus últimos actos en el cargo, presidió un almuerzo de confraternidad con motivo de la Inmaculada Concepción, patrona de la corporación colegial, en el que se les entregó una placa de plata por los 50 años como colegiados, junto a Jaime Artillo González, Mariano de Alba Rufián, Juan de la Cruz Grau Galve, Francisco López López, José Manuel Párraga Rodríguez, José Antonio Pérez Agustí, José Luis Pérez González, Miguel Ángel Pino Menchén, Ubaldo Rodríguez Curquejo y José Luis Viñals de León. Además, 220 colegiados recibieron un diploma por sus 25 años.
Los compañeros de pupitre
Jaime Camacho, nacido en 1948, realizó sus estudios universitarios en Derecho en Bilbao. Entre sus compañeros de clase estaban Mario Conde y otros miembros de su equipo en Banesto, el expolítico socialista Joaquín Almunia, Fernando Almansa, quien fuera jefa de la Casa Real, o Luis Sánchez-Merlo, secretario de Presidencia con Leopoldo Calvo Sotelo.
Carmen Moya cursó Derecho en la Universidad de Sevilla. Pero ambos iniciaron sus carreras en esta profesión escritorio con escritorio en el despacho de del padre de ella, Juan Moya; y jurando el mismo día como colegiados. Corría 1972 y 1973.
Para charlar con ABC se vuelven a reunir en torno a una misma mesa, esta vez en el despacho de Jaime en República Argentina. «Cuando empezamos prácticamente conocías a todos los abogados de la ciudad, ahora quizás no conozcas al 20 por ciento de la cantidad que hay». Pero no sólo apuntan a una cuestión numérica, sino al compañerismo que existía entonces y que ahora añoran.
«Creo que es un error», según Camacho, quien recuerda que en sus primeros años «los abogados de acusación y defensa no podían ir juntos a los juzgados de Utrera porque los cliente se enfadaban». Eran tiempos de buenas relaciones entre compañeros de toga a pesar de «tremendos» enfrentamientos judiciales.
Entre las diferencias que diagnostican entre un tiempo y otro en el ejercicio de la Abogacía está el acceso al mundo laboral sin preparación. Ahora es extraño es pasar en un despacho consolidado dos o tres años «para formarte». La pasantía se ha suplido por unos cursos de accesos en los que se aprende menos. «En la pasantía te relacionabas con compañeros, conocías a través de éstos y los maestros. Era formación».
![Imagen - «Los compañeros estábamos por encima de los temas. Eso de que el cliente diga lo que yo tengo que hacer...»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2022/12/16/carmen-moya-sanabria_20221216195619-U74767143463isD-170x170@abc.jpg)
«Los compañeros estábamos por encima de los temas. Eso de que el cliente diga lo que yo tengo que hacer...»
Carmen Moya Sanabria
Abogada
«Era un gustazo trabajar entre compañeros, sobre todo cuando eran asuntos difíciles. Los compañeros estábamos por encima de los temas. Eso de que el cliente diga lo que yo tengo que hacer...», recuerda Carmen Moya, sobre lo que Jaime Camacho profundiza: «Hay muchos compañeros que hacen de los temas algo personal. Es un gran error de la Abogacía actual. Dice el refrán que el abogado de sí mismo tiene un tonto por abogado». Y añade que cuando haces tuyo el tema «te equivocas mucho, es un problema y pierdes la objetividad».
«Hoy en día todo ha cambiado. Todo vale. Nuestra época fue la etapa ideal del ejercicio de la Abogacía en Sevilla. Los abogados teníamos unos principios de deontología y un mandamiento que cumplir...», expresa Carmen Moya, la mayor de siete hermanos. Es hija de abogado, viuda de abogado, hermana de abogados y magistrado, madre y tía de abogados. «Va en la sangre», bromea.
«Mi vocación nace en la adoración que sentía por mi padre», al que recuerda en su despacho, trabajando sobre una mesa de camilla «día y noche». Juan Moya García era un enamorado de su profesión, como lo es su hija Carmen y uno de sus 'alumnos', Jaime Camacho, cuya vocación no nace en los genes familiares, sino que desde pequeño tenía claro que quería ejercer. «Me gustaba». Dos hijos han seguido sus pasos.
![Imagen - «Hay muchos compañeros que hacen de los temas algo personal. Es un error de la Abogacía actual»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2022/12/16/jaime-camacho-ruiz_20221216195817-U43211475402gCK-170x170@abc.jpg)
«Hay muchos compañeros que hacen de los temas algo personal. Es un error de la Abogacía actual»
Jaime Camacho Ruiz
Abogado
La tercera de sus progenitores tenía dudas. No sabía si estudiar Filología Inglesa o Ingeniería. Jaime, «ante tanto despiste», pensó que si la llevaba a un juicio quizás la podría captar para la profesión. Falló el caso escogido. Le dijo que le acompañara a un juicio por homicidio presidido por el magistrado Agustín del Río. jaime consiguió que su cliente saliera absuelto, pero la intensidad de la vista oral impresionó a su hija, que se decantó por Económicas. Hoy trabaja en su despacho.
El adjetivo que podría definir la trayectoria de Carmen Moya Sanabria es el de pionera, a pesar de que su padre la quería como «abogada de secano», como ella misma relata, esto es, sin pisar la Audiencia. «Anda, la niña», fue la frase que dijo un magistrado la primera vez que acudió a un juicio. Era la niña de Juan Moya. Carmen fue la primera ý única de la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Sevilla.
También fue la primera y única vicedecana del Colegio de Abogados de Sevilla con «su querido» decano José Joaquín Gallardo. El recordado Manuel Olivencia le dio contestación a su discurso de ingreso como miembro de la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Sevilla. Es la única mujer. Coincidió con su padre en dicha institución. No le gusta presumir de esto, pero lo hace frente a quienes «ahora reivindican unos derechos... jamás he sufrido diferencias con los hombres, para nada».
Las particiones
El arbitraje y la negociación han marcado el día a día de esta veterana abogada, experta en en Derecho de Sucesiones, lo que antes se conocía como particiones. «Me tocó lidiar con la de Francisco Rivera Pérez 'Paquirri'». En ese asunto aprendió mucho de su padre y de los compañeros con los tuvo que trabajar. «Cuanto más problemático era el asunto, más me gustaba». La intervención de «terceras personas», los cónyuges, son los que explosionan cualquier negociación. «Nunca he dejado que los cónyuges aparecieran en mi despacho. Me entendía con los herederos. Y siempre tiene que haber uno de éstos que ceda y salga perdiendo. Eso está claro».
Por las manos de Jaime Camacho han pasado 23.700 asuntos. Sigue plenamente activo. No piensa en la jubilación. Lo hará el día que se cumplan una de las dos condiciones que se ha impuesto: cuando salga una ley nueva y no tenga ganas de estudiar o el día que salga de un informe oral ante un tribunal y piense que se le han olvidado decir muchas cosas. Mientras eso no llegue seguirá ejerciendo.
Carmen no quiere oir hablar de la palabra jubilación. Simplemente, antes de la pandemia, decidió pisar el freno y abandonar el día a día, pero actualmente sigue colaborando con el despacho de su sobrino, Juan Moya Gómez. A la muerte de su padre en 2003 el despacho de Contratación cerraría sus puertas y ella emprendería una nueva aventura profesional que le aportó grandes satisfacciones junto al economista Ángel Martín.
Jaime Camacho Ruiz y Carmen Moya Sanabria están agradecidos por el reconocimiento del Colegio tras una larga vida profesional que comenzaron de la mano bajo el magisterio «excepcional» de Juan Moya García. «Un maestro con el que de verdad se aprendía», concluye Jaime Camacho.
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