«La soledad es dura y hay mayores solos abandonados en todos los barrios de Sevilla»
Hay casi 25.000 mujeres de más de 80 años que viven sin la compañía de ningún familiar en pisos de toda la provincia. Alfredo León, enfermero del centro de salud San Pablo de Sevilla, forma parte del dispositivo de visitas domiciliarias que se refuerza durante las olas de calor para evitar que estos pacientes vean agravadas su salud por las altas temperaturas
«Estoy muy sola desde que murió mi marido pero me apaño como puedo»
![Alfredo ayuda a Carmen a levantarse de su sillón en el salón de su vivienda](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/09/01/alfredo-leon-emfermero-RfwrrHs9EOKMBLveG44RwzL-1200x840@abc.jpg)
Carmen tiene 89 años, es madre de tres hijos y vive en el Polígono de San Pablo, un barrio obrero de Sevilla. Ella es una de las 30.340 personas que viven sin compañía de ningún familiar en la capital de Andalucía y ... una de las 8.140 mujeres de más de 80 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que constituyen un hogar unipersonal en Sevilla capital. Si incluyéramos a toda la provincia de Sevilla, esa cifra se multiplicaría casi por 6 y sumaríamos 172.849 personas de todas las edades, de las que 24.409 mujeres serían mujeres de más de 80 años, el colectivo de la población con la salud más vulnerable. Los hombres de esa edad en estas circunstancias son también muchos (5.529) pero casi cinco veces menos que el de las mujeres. En el caso de Sevilla capital hablaríamos de 8.140 mujeres y 3.092 hombres.
Son las diez de la mañana y el termómetro roza los 30 grados, aunque cinco horas después superará los 42, según la previsión de Aemet, que ha declarado «alerta naranja» en toda la provinmcia de Sevilla por altas templeraturas. A Carmen, que tiene movilidad reducida, le duele todo, especialmente la zona de la espalda, y esa una de las pocas cosas que logra decirle con bastante dificultad («el dolor es horroroso», exclama con un hilo de voz) a Alfredo León, enfermero gestor de casos del centro de Salud San Pablo, que ha ido a visitarla a su casa, una vivienda de construcción antigua en la que una persona de 180 centímetros de estatura no podría estirar los brazos hacia arriba sin chocarse contra el techo. «Voy a hablar con el médico para que revise todo el protocolo de analgesia y veamos cómo aliviar ese dolor», le promete el sanitario a Carmen, que la conoce desde hace tiempo y la visita o llama periódicamente. «Llevo mejor el frío que el calor», dice Carmen cuando Alfredo le pide que se ponga de pie. Lo hace con dificultad y no lo habría conseguido sin su ayuda. «Si un paciente se queda todo el tiempo en el sofá o en una silla, los dolores de espalda y cintura se agravan y la posibilidad de que sufra úlceras en la piel se multiplica«.
Carmen es una de las pacientes incluidas en el registro de personas vulnerables del centro de salud San Pablo ante alertas por calor y ésa es la razón principal de esta visita: comprobar que sus patologías no se han agravado por las altas temperaturas y que está cumpliendo las recomendaciones médicas y farmacológicas. Carmen tiene suerte porque cuenta con una cuidadora cinco días por semana a tiempo completo que le financian sus hijos, pero echa de menos sus visitas. «No vienen mucho a verla«, confiesa Mila, su cuidadora boliviana. Sí va con cierta frecuencia su nieta mayor, que le hace compañía y le da conversación el rato que puede quedarse. Eso cuenta Mila, que libra sábados y domingos.
«La casuística es muy variada. Nos encontramos con casos de mayores a los que sus hijos dejan de visitar pero esto no tiene nada que ver con los barrios ni con el nivel de renta porque hay mayores solos abandonados en todas las zonas de Sevilla«, cuenta Alfredo. Si hay recursos económicos, los hijos costean en parte a un cuidador, pero si no los hay, la situación se vuelve crítica. »Los sanitarios estamos en medio y cuando detectamos a personas que no pueden valerse por sí mismas y que han perdido el apoyo familiar, lo comunicamos inmediatamente a los trabajadores sociales y lo normal es que le busquen una plaza en una residencia pública, aunque a veces no resulta fácil encontrarla. Es raro que una persona mayor pida ir a una residenciasi puede quedarse en su casa, pero cuando no es completamente autónoma y carece de apoyo familiar para los cuidados que necesita, ésta es casi la única opción«.
![Imagen - «A los sanitarios nos produce un dolor e impotencia ver úlceras en la piel de los pacientes encamados por no hacer los cambios posturales. Muchas veces es señal de abandono familiar»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/09/01/alfredo-leon-enfermero1-U01534064466ciN-170x170@abc.jpg)
«A los sanitarios nos produce un dolor e impotencia ver úlceras en la piel de los pacientes encamados por no hacer los cambios posturales. Muchas veces es señal de abandono familiar»
Alfredo León
Enfermero gestor de casos del centro de salud San Pablo
Alfredo ha visto de todo durante los diez años que lleva realizando esta labor, aunque él es enfermero desde 1993. «Los abueletes son los más agradecidos del mundo y sólo por el cariño y la sonrisa con la que te reciben, yo ya me siento pagado y creo que todos mis compañeros. Pero sí, vemos de todo en estas visitas -explica- y se nos cae el alma al suelo cuando observamos mucha basura en casa o alguna falta de higiene, aunque algunos mayores con síndrome de Diógenes se muestran reacios a que los visitemos. También vemos pacientes que se ulceran porque permanecen mucho tiempo en la cama en la misma postura y eso nos produce dolor e impotencia porque ahí vemos una señal, aunque no siempre sea así, de un posible abandono familiar«. Y añade: »Los cambios posturales son importantes para la salud de estas pesonas y siempre se los decimos a los familiares pero no todos ellos, hijos o nietos, lo tienen en cuenta. Pero también quiero decir que hay pacientes encamados durante décadas que no han sufrido nunca una úlcera en su piel, ni siquiera un enrojecimiento, y eso me reconcilia con el mundo. En estos casos es para ponerle un 10 a la familia o al cuidador«.
Dos años sin salir de casa
Carmen lleva dos años sin salir de su casa a pesar de que su cuidadora la anima todos los días a salir en su silla de ruedas. «A muchos mayores que visitamos les da miedo salir a la calle, especialmente si tienen problemas de movilidad. No es una buena decisión pero temen caerse o que les pase algo y prefieren no correr riesgos«. El piso de Carmen tiene un aparato de aire acondicionado en el salón que está encendido cuando llega Alfredo. »Muchas casas que visitamos no disponen de aire acondicionado y si el piso se encuentra en la planta más alta del bloque y el sol les está dando todo el día en el techo, a media tarde son ya auténticos hornos«, asegura este sanitario, que le ha pasado a Mila un folio con recomendaciones escritas para hacer frente al verano y, muy especialmente, a los episodios de calor extremo como los que ha sufrido casi toda España durante el mes de agosto.
Sin aire acondicionado
«Nos encontramos también muchas veces con personas mayores que tienen un aparato de aire acondicionado y deciden no ponerlo por miedo a no poder afrontar el pago de la factura a final de mes. Y esto no pasa sólo en barrios de renta baja sino en otros que no lo son, Santa Clara mismo, que está junto al Polígono de San Pablo y cuyos habitantes tienen, en general, un nivel de vida mucho más alto«. En estos casos, los sanitarios lo comunican a los trabajadores sociales para que les informen de los recursos públicos disponibles para afrontar esos pagos o la forma de acceder a los bonos sociales que ofrecen las compañías eléctricas a personas vulnerables.
Para una persona que haya nacido en Sevilla una temperatura de 42 grados es algo habitual en julio o agosto, pero no lo es para un leonés un pontevedrés. Tampoco lo es para una sevillana que como Carmen tiene diversas patologías susceptibles de agravarse con las altas temperaturas, razón por la cual Alfredo le toma la tensión y le mide el nivel de glucosa en sangre. Los índices son normales, de momento.«Debe beber dos litros de agua al día, aunque no tenga sed, para no deshidratarse», le advierte a la cuidadora.
El calor se cobró 61 muertes durante el pasado mes de julio en Sevilla, según el Instituto de Salud Carlos III. Todas estas personas tenían más de 45 años y 47 de ellas tenían más de 75. Durante los primeros quince días de agosto se produjeron 54 muertes atribuidas a las altas temperaturas en la capital de Andalucía.Todas las víctimas tenían más de 75 años.
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