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Una sevillana, víctima del secuestro virtual de su hijo

La coaccionaron con la grabación de un joven llorando y pidiéndole que pagara el rescate

M. J. PEREIRA

Martes 2 de febrero de 2016 . Son las 8 de la tarde y la sevillana María Conde se encuentra en su vivienda en una urbanización del norte de Madrid. Suena el teléfono fijo y al otro lado escucha la voz de una persona con acento sudamericano diciéndole que tienen secuestrado a su hijo. A continuación le pone la grabación de un joven llorando y pidiendo que pague el rescate. ¡ Mario!, grita ella. Sin darse cuenta, María acaba de picar en el anzuelo informando a los secuestradores del nombre de su hijo, al que no han visto en su vida.

« Me ha pasado a mí y le puede pasar a cualquiera . Desde hace un año los secuestros virtuales se han disparado en muchas ciudades de España. Muchos de los autores son, según la Policía, presos de cárceles mexicanas, donde los teléfonos móviles están permitidos», señala María, nombre ficticio con el que protegemos a esa sevillana residente en Madrid desde hace treinta años.

«Uno de mis hijos, de 20 años, estudia en la Universidad y a la hora en que ocurrieron los hechos estaba saliendo de clase. La voz del chico joven llorando y gimiendo parecía la de mi hijo. En la grabación se escuchaba a un joven decir: “Sálvame mamá, estoy atado, me han secuestrado, págales mamá porque si no me van a matar”», cuenta María.

« Grité el nombre de mi hijo al escuchar la grabación . Sin darme cuenta esa fue la primera información que facilité a los secuestradores virtuales. A continuación, dije al teléfono: Mario, tranquilo, tranquilo, que vamos a pagar. Al otro lado de la línea, el secuestrador se puso muy agresivo y empezó a gritar que iban a matarlo en unos minutos si no pagaba 10.000 euros . Entré en pánico y les rogué que no le hicieran daño que yo pagaría», confiesa esta sevillana.

Incomunicar la línea

El secuestrador le comunica que tienen a su hijo rodeado de otras personas dispuestas a matarlo si cuelga el teléfono fijo. Le pide que le dé su móvil para seguir la conversación y con la intención de dejar descolgada la línea fija, dejándola incomunicada. De esta manera, impiden que María pueda contactar por fijo o móvil con su hijo para corroborar el secuestro o alertar la Policía. «Les dije que tenía el móvil sin batería en otra habitación . Era verdad. Así que tuve que ir a la otra habitación hablando en alto para que ellos no pensaran que había colgado. Aproveché para llamar a mi cuñado desde el móvil y contarle lo que estaba pasando. Me dijo que los distrajera y que estaría en mi casa en 10 minutos. Yo -continúa- expliqué al secuestrador que no tenía dinero en casa y me ordenó que lo sacara de un cajero».

Siempre conectada a través del móvil, el supuesto raptor la cita en un centro comercial próximo, La Gran Manzana, de Alcobendas . El cuñado aprovecha para llamar a la Policía, a la que le cuenta lo que está pasando. La Policía le pide que le transmita a María que retrase lo máximo posible la entrega del dinero para que tengan tiempo de localizar el origen de las llamadas realizadas al fijo y al móvil. Además, le solicitan el teléfono del hijo de María para localizarlo.

Cuando llega el cuñado a casa, María prefiere ir sola en un coche al cajero por si está siendo vigilada y que él la siga en otro coche. Ella logra sacar sólo 900 euros porque sus tarjetas tienen límite de disposición en efectivo. Aquello parecía el guión de una película de cine negro. María le dice al secuestrador que el cajero no le da 10.000 euros, que tiene que ir a otro. Mientras tanto, el secuestrador le va preguntando a María por qué calles está yendo para conocer su situación. «En todo momento te da la impresión de que saben dónde estás. Todo es muy verosímil. Aproveché para dar un rodeo y volver a mi casa en el coche, donde numerosos policías de la Unidad de Secuestros vestidos de paisano ya estaban en alerta. Un inspector se montó en mi coche para grabar la voz del secuestrador. En ese momento se cortó la llamada. Minutos después la Policía decide abortar la operación tras confirmar que las llamadas están hechas desde el extranjero y que todo obedece a un secuestro virtual».

Cuando va a declarar la Policía, María se encuentra allí con otras víctimas de un secuestro virtual similar . «Eran unos abuelos de 70 años que vivían en la Moraleja. Casualmente tienen un hijo de 40 años que vive con ellos, aunque en ese momento estaba de viaje. Como tenían dinero en casa, el secuestrador les ordenó que fueran directamente a un locutorio para enviar el dinero, ya que en esos lugares no hace falta cuenta ordenante ni del beneficiario. Afortunadamente, la mujer estaba en casa y llamó inmediatamente a la Policía , que les informó que se trataba de un secuestro virtual cuando ya están en el coche camino del locutorio».

Un suceso similar ha ocurrido esta semana en Marbella, donde una madre llegó a ingresar 500 euros en una cuenta bancaria . En Andalucía occidental, la Jefatura Superior de Policía asegura que no se han detectado casos similares.

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