Patrimonio
Una ruta por las diez Inmaculadas «ocultas» en las iglesias de Sevilla
Más allá de Murillo o Martínez Montañés, la ciudad esconde grandes imágenes de la Purísima desconocidas y con historia
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Hoy la ciudad no se reunirá en torno al monumento de la plaza del Triunfo. La fiesta de la Inmaculada Concepción se vivirá de una forma íntima en los templos de Sevilla, de la misma manera que la ciudad juró el ... voto solemne hace más de cuatro siglos. Fue en 1615 cuando la hermandad del Silencio declaró: «Creer, confesar y defender hasta dar la vida el misterio de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María».
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Apenas unos meses antes, en enero de aquel año, el arzobispo Pedro de Castro bendijo una imagen de madera realizada por el flamenco Hermann Guilman, que donó al convento de San Diego. Apenas unas horas después del acto, esta Inmaculada obró un milagro: un niño de seis años cayó desde una gran altura en el taller del escultor resultando sin lesión alguna mientras Guilman invocaba: «Sálvalo, Concepción del Alma Mía». Desde entonces, aquella imagen fue bautizada popularmente por el sobrenombre de la Virgen del Alma Mía . Los historiadores apuntan a que es la talla de bulto redondo más antigua de la ciudad que representa a la Inmaculada, y que sirvió como modelo a Pacheco, Martínez Montañés y a Murillo, que terminaron de fijar el canon de esta advocación en sus obras. En torno a ella, se desarrolló todo el movimiento concepcionista de principios del siglo XVII.
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Por eso, con la Virgen del Alma Mía, hoy en El Silencio -fue regalada a la hermandad tras la exclaustración del monasterio de la calle Imperial en el siglo XIX-, comenzamos una ruta por las diez Inmaculadas «ocultas» o más desconocidas para el gran público sevillano pero con grandes historias detrás y valor artístico.
Duque Cornejo
En la iglesia del Sagrado Corazón de la calle Jesús del Gran Poder hay una Inmaculada muy singular: la Virgen Gran Madre de los jesuitas . Se trata de una talla de Duque Cornejo (1721) que procede del antiguo colegio de San Hermenegildo de la plaza de la Concordia y que se caracteriza por tener a sus pies la luna con las puntas hacia abajo. La Compañía dejará huérfano este templo cuando la orden se marche en julio de 2021.
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También de Duque Cornejo es la Inmaculada del Santo Ángel (1723). Considerada como la más sobresaliente del artista barroco, procede de la capilla de los Burgaleses del antiguo convento Casa Grande de San Francisco, donde llegó a salir en procesión hasta 1836. La expulsión de los religiosos y el abandono del monasterio hizo desaparecer durante años esta imagen de la que no vuelve a tenerse constancia hasta el siglo XX, cuando el cardenal Spínola la regaló a los carmelitas del Santo Ángel, que acababan de recuperar su convento. Se dice que el beato era muy devoto de esta imagen, que entregó como una reliquia a los frailes. Y fue 172 años después, en 2008, cuando volvió a salir en procesión de manera extraordinaria.
También se atribuye a Duque Cornejo -otros historiadores a Miguel Franco- la imagen de la Pura y Limpia de Santa Ana , más conocida como «La Purísima», y que sale cada año en el Corpus Chico de Triana. Está considerada como una de las más bellas representaciones de la Inmaculada que se han tallado en Sevilla.
Alonso Cano y Pacheco
En la parroquia de San Julián está una de las Inmaculadas más hermosas de la ciudad. Atribuida a Alonso Cano , milagrosamente se salvó de la quema del templo en 1932. La razón de su atribución a este gran artista polifacético de principios del XVII y no a Montañés, con quien guarda grafismos similares, es que a los pies de la Virgen aparecen sólo dos cabezas de ángeles en lugar de tres, como es característico en el escultor de Alcalá la Real.
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Alonso Cano entró a trabajar en el taller de Francisco Pacheco , donde coincidió con Velázquez. El idealismo que se aprecia en la escultura de San Julián bebe del estilo de su maestro pintor, de cuya autoría es un cuadro de la Inmaculada de extraordinaria factura (1624) y que se expone en San Lorenzo, de una manera algo oculta, ya que se encuentra en una capilla enrejada en perpendicular con el ángulo de visión. En la escena no sólo aparece la Virgen vestida de sol con la luna bajo sus pies, tal y como Pacheco dejó escrito para marcar el modelo a seguir. Se sitúa la Santísima Trinidad, símbolos de las letanías y las dos orillas de Sevilla: por un lado, el puerto y la Torre del Oro; por el otro, Triana.
Alonso Martínez
Más allá del Museo de Bellas Artes, donde se guardan las principales representaciones de la Inmaculada, fundamentalmente en la producción de Murillo, la Catedral acoge un buen número de obras inmaculistas. La Cieguecita de Montañés es la más conocida, por lo que en esta ruta se reflejan dos de Alonso Martínez. Por un lado, la «Concepción Grande», que preside el retablo de la capilla de San Pablo. En este espacio fueron enterrados los caballeros que acompañaron a San Fernando en la Reconsquista y, a partir de 1654, su patronato perteneció a Gonzalo Núñez de Sepúlveda, caballero veinticuatro de Sevilla, a quien le fue concedido el derecho de ser enterrado en la capilla tras una importante donación que realizó en plena festividad de la Inmaculada.
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La otra Inmaculada de Alonso Martínez está en la sacristía mayor y es más conocida porque participa en la procesión del Corpus . El escultor de León talló esta imagen en pleno fervor inmaculista en Sevilla, siguiendo el modelo de Montañés. Es la Virgen que presidirá hoy la solemnidad en el retablo mayor de la Catedral.
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Por último, cierran esta ruta dos cuadros del templo metropolitano. Por un lado, la Inmaculada de Luis de Vargas , con la que se extasió el pintor Pérez de Alesio por el modelado de la pierna de Adán, que aparece en primer plano. Y, por último, la de Alfonso Grosso que se sitúa sobre el altar del Jubileo y en el que la Virgen tiene el rostro de la Macarena, con el cardenal Spínola arrodillado a sus pies y un nazareno del Silencio.
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