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INFRAESTRUCTURAS

El Puerto de Sevilla pierde el tren del crecimiento

El freno del dragado del Guadalquivir arruina las expectativas de la Zona Franca y obliga a replantearse el modelo industrial

Un crucero atracado en el muelle con la Giralda al fondo RAÚL DOBLADO

ELENA MARTOS

Los 18 años de tramitación que lleva a las espaldas el proyecto del dragado parecen no haber sido suficientes para plantear una estrategia viable. La Autoridad Portuaria de Sevilla lo ha dado hoy por suspendido a la espera de que el diagnóstico del estado del estuario que realizan cuatro universidades andaluzas, entre ellas la de Sevilla, arroje alguna luz para iniciar de nuevo el camino. Si el puerto de Sevilla quiere garantizar su futuro no hay otra dirección que aumentar el calado. Esa es la advertencia que viene realizando la Confederación de Empresarios, la Cámara de Comercio, los sindicatos UGT y CC OO y varios colegios profesionales que se constituyeron en un colectivo para reivindicar el proyecto.

Desde el punto de vista económico, el dragado daría alas a una industria offshore que genera una importante actividad junto al astillero. La posibilidad de que entren buques de mayor envergadura supondría un impulso para la división de reparaciones que ya cuenta con un buen volumen de carga de trabajo y, especialmente para la entrada y salida de material de construcción de estructuras.

También al negocio de contenedores que podría ser más rentable aún si pudiera dar entrada y salida a las mercancías en buques más grandes. Ya la esclusa permitió el acceso de barcos de mayor tonelaje, pero sigue funcionando a medio gas por la falta de profundidad del canal de navegación. Eso ha impedido rentabilizar la costosa inversión que se llevó a cabo hace una década. Y en las mismas se sitúa el negocio de los cruceros, que se reduce a buques turísticos de tamaño medio.

Barcos más grandes

Y finalmente queda la cuestión de la Zona Franca de Sevilla , que se encuentra en un estadio muy temprano de su desarrollo y que tenía puestas las esperanzas en este proyecto para atraer a empresas que necesitan mover mercancías pesadas.

El delegado especial del Estado para el recinto fiscal, Javier Landa, pone el acento en la cuestión del futuro del transporte marítimo que va hacia un modelo de buques cada vez mayores. «Eso implica que dentro de unos años la flota será lo suficientemente grande como para que no pueda entrar en el puerto, lo que significaría su muerte inmediata», asegura.

En el otro lado se sitúa la preocupación por la supervivencia de Doñana y la convivencia con otros negocios como el arrocero. Ambos han sido utilizados durante estos años para rechazar el dragado que, a todas luces, necesita garantías ambientales y jurídicas para salir adelante. Ese es el nuevo camino que se plantea el Puerto de Sevilla para retomarlo más adelante.

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