Crónica de Sevilla en negro
La muerte se escondía en un olivar de Casariche: ¿consecuencias del juego o crimen pasional?
En una noche de noviembre de 1981 una pareja joven, como era habitual, buscó un lugar alejado del pueblo para tener más intimidad
Tahúres, mentiras y un huerto de los horrores
![Recorte de la página publicada por ABC de Sevilla el 30 de septiembre de 1982](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/sevilla/2022/06/30/s/pagina-recorte-casariche-U37727852584gjI-1240x698@abc.jpg)
José Ramón y Rosario eran dos jóvenes en plena efervescencia del primer amor. Él tenía 22 años y era del municipio malagueño de Alameda . Ella, de 19 años, era natural de Casariche . Dos municipios separados por diecisiete kilómetros. Como otros fines ... de semanas, el del 27 de noviembre de 1981 fue a recoger a su novia a su casa y tras acudir a una discoteca del pueblo, buscaron un momento de intimidad en un espacio alejado del pueblo a bordo de su Simca 1.200. Allí, en un olivar, fueron asaltados y asesinados . Cuarenta años después la pregunta de quién o quiénes fueron los culpables sigue sin respuesta.
Las hipótesis se dispararon en un pueblo que entonces no superaba los 4.400 habitantes, donde el miedo conquistó la vida de sus vecinos. A media tarde las calles se quedaban desiertas. ¿Accidente de tráfico? ¿crimen pasional? ¿asalto sexual? ¿venganza contra José Ramón por sus problemas con el juego?
Salvador Aguilar, corresponsal de ABC en Casariche, contaba en la edición en Sevilla del 1 de diciembre la muerte de los novios y ya apuntaba a motivos pasionales detrás de estos hechos, que conmocionaron a ambos pueblos.
Los cadáveres fueron hallados por un joven a la mañana siguiente, mientras daba un paseo por la finca de Las Cantigüelas . Pensó que podía tratarse de una accidente o de una avería. Otra opción, es que la pareja se hubiese quedado dormida en aquel paraje, habitual para los novios de pueblo que buscaban un rincón más escondido para entregarse al amor.
El coche tenía roto su cristal delantero y se había empotrado contra un olivar. La ideal del accidente cobraba fuerza para aquel joven, quien, tras comprobar que en el interior del vehículo había dos personas muertas , salió corriendo a su casa y se lo comentó a su padre. Rápidamente lo denunciaron a la Benemérita.
Levantamiento de los cadáveres
En el olivar se personó la Guardia Civil de carreteras junto al médico del pueblo. La hipótesis del accidente pronto decayó. Fueron muertas violentas, por lo que se llamó al juez de Osuna para el levantamiento de los cadáveres, que presentaban heridas por la munición de escopeta de caza.
Las primeras pesquisas de los investigadores detectaron dos disparos . Uno de ellos alcanzó la cara del joven y en la cabeza de ella. Fueron asesinados, pero ¿por qué? Las conjeturas comenzaron a correr por este pequeño pueblo de la Sierra Sur.
José Ramón no era bien visto en el pueblo de su novia por sus problemas con el juego. ¿Era un escarmiento? Era una de las sospechas que sobrevolaba Casariche. Frente a ésta, existía otra habladuría basada en un crimen pasional. ¿Quisieron darle un susto para que él se alejara de la novia?
Escenario del crimen
La reconstrucción de los hechos por la Guardia Civil dibujaba el escenario del crimen, a pesar de la falta de pistas o testigos: el coche estaba orillado a unos cien metros de la carretera, en el interior del olivar, cuando se efectuó el primer disparo. Ante la percepción inminente de peligro, el joven trató de arrancar el coche y huir , pero sin tiempo para encender las luces. A ciegas, terminó chocando contra un árbol. Después llegó el segundo disparo a sangre fría. Los perdigones afectaron a la pareja, José Ramón del Pozo y Rosario Aranda.
Pasaban las semanas y los investigadores seguían deshojando la margarita del móvil de robo, pero también quién o quiénes estuvieron detrás del doble crimen . No obstante, poco a poco, se conocían detalles. Los cuerpos estaban semidesnudos, lo que demuestra que ambos fueron sorprendidos por sus asesinos.
Se usó una escopeta de caza del calibre doce, recortada. de uso común entre los delincuentes, los que alimentaba la teoría de una muerte con el juego como origen. "Niño, niños, tú vas a acabar mal" , le decía su padre a José Ramón. Después se supo que éste recibía cartas amenazantes desde hace dos años en las que se le exigía dinero e incluso se apuntaban amenazas de muerte o daño a su novia o hermano.
¿Qué vida llevaba José Ramón para recibir estas cartas? Trabajaba en el campo con su padre y en verano solía irse de temporero a hoteles de la Costa Brava. La teoría de las deudas por el juego crecía. Varios meses antes del crimen, le robaron el Simca 1.200 y un año estuvo a punto de matarse en la carretera después de que le colocaran un televisor en mitad de la calzada.
Hubo de esperar diez meses para que el grupo de investigación de la Guardia Civil de La Calzada arrojara luz al asunto. Los agentes recorrieron veinte pueblos de Sevilla y Málaga rastreando cualquier sospecha o indicio. Días antes del asesinato hubo un robo a una pareja en la vecina localidad de La Roda. Comenzaron a atarse cabos: los asesinos eran individuos que hacían viajes frecuentes por la zona. Ahí estuvo el fallo de los sospechosos: volver al lugar del crimen.
Dos quinquis madrileños
Durante el verano de 1982 se encontró en un olivar cercano a Casariche se localizó una escopeta de cañones recortados presumiblemente usada por los asaltantes. Esto llevó a los agentes hasta los presuntos asesinos: Rafael López, 'El Rafa', y Pedro Redondo, 'El Perico'. Eran de Madrid y contaban con numerosos antecedentes por drogas. «Son quinquis y adictos a las drogas duras» , decía la información de ABC sobre su detención. ¿Y el móvil del crimen? El robo.
Los dos detenidos viajaban con frecuencia a Andalucía para comprar hachís y venderlo en Madrid. En uno de sus viajes se encontraron con el coche de José Ramón y Rosario en el olivar. Fueron hacia éstos para robarles sabiendo que estaban relajados en la intimidad. El joven los vio y trató de huir con el coche. Llegó el primer disparo contra la puerta, que afectó a ella, y el segundo contra el parabrisas, que acabó con la vida del novio. Los asesinos huyeron sin el botín. El crimen parecía esclarecido.
Aunque las familias de los jóvenes se llevarían un varapalo cuando en febrero de 1988 la Audiencia de Sevilla los absolvía por falta de pruebas . El asesinato de José Ramón y Rosario quedó impune. El azar puso en su camino la muerte la noche del 27 de noviembre de 1981.
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