Reloj de arena
José Alberto Pesquera Martínez: No pierdan nunca la zona
Todos los que trabajaron a sus órdenes hablan de su don de gente, de su caballerosidad y de su autoexigencia profesional
![José Alberto Pesquera junto a Abdul Jeelani, que subieron al Caja San Fernando a la ACB](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/sevilla/2021/06/12/s/pesquera-jeelani-caja-k0dB--1248x698@abc.jpg)
Vino de León sin pisar fuerte ni armar ruido. Todo lo contrario. Cayó como un paracaidista en la Sevilla de las mil y una trampas con tanta precaución y sigilo que no se lo comieron los cocodrilos. Traía muchas ganas de trabajar , tanta ... ilusión como sueños y una mano izquierda de torero grande, de las que hacen faenas inolvidables. Firmó por el Caja San Fernando para hacerlo equipo en la liga de honor y sacarlo del secarral de las divisiones del montón. Lo ascendió con una actuación brutal de Abdul Jeelani, Dios lo tenga en la gloria, aquel caballero negro, educado y elegante, con una rodilla catastrófica y que vino hasta Sevilla tras triunfar en la NBA y en la liga italiana. A Sevilla llegó tras pasar por el Baskonia y otro equipo vasco de irreproducible caligrafía sin romanizar. En aquel partido de ascenso en Gijón, Miguel Ángel Pino estaba en el palco. Y a falta de tras segundos para finalizar, igualados a 78, Jeelani dispuso de un uno más uno. Botó la bola y miró al palco. Y abrió su mano con los dedos bien estirados. Cinco. Cinco dedos señalándole algo a Pino. El Caja ascendió a la gloria y Pesquera le dijo en la celebración: «Esos eran los cinco mil dólares que le pedías al presidente, supongo… Y rompieron en risas y abrazos».
De José Alberto todos los que trabajaron a sus órdenes te hablan de su don de gente , su bonhomía , su caballerosidad y su demoledora autoexigencia profesional . En ese terreno nunca jamás se permitió perder la zona. Pesquera no le ganaba horas al día para ver y estudiar los videos de los equipos con los que se iba a enfrentar. Era el Bilardo del baloncesto. Paco Gallardo , que formó parte de su equipo auxiliar junto con Pepe Lorente y Poli Gallardo , recuerda que fueron años inolvidables, donde todos hacían de todo. Incluso de especialistas en goteras para que el pabellón no se convirtiera en el pantano de la Minilla. Fueron pioneros de la afición del básquet en la ciudad, herederos de alguna forma de aquel Sevilla protohistórico de los sesenta que jugaba en Piscinas Sevilla , pero con aspiraciones de ser un club de élite. Pesquera llevó dos veces al equipo a Europa y lo dirigió durante trescientos partidos. En una contabilidad tan apabullante pasaron cosas de todo tipo. Con el mismo Jeelani tiene una anécdota insuperable. Su ruinosa rodilla no le permitía entrenar a diario. Y una semana faltó más de la cuenta. Pesquera le encomendó a Paco Gallardo, médico de la escuadra verdiroja, que fuera al hotel a ver qué le pasaba. El americano había llamado al club diciendo que le dolía muchísimo la cabeza. Paco se lo encontró con una toalla rellena de hielo pegada a su testa. Y con los restos del mini bar esparcidos por la habitación… Pesquera se preocupó y le insinuó a Paco que le hiciera un scanner. Paco le descartó: el jugador no tenía otra cosa que una resaca del tamaño de Escocia. Luego prometía darlo todo en los partidos y subir al Caja. Y cumplió su palabra.
Pesquera llegó a conducir a Michael Jordan en 1990 al ser declarado, por su fantástica campaña previa, entrenador del equipo en la presentación de la ACB. Jordan no lo iba a sorprender por el talento superlativo de su juego. Pero sí por el grado de humildad de aquella estrella que aún hoy sigue brillando en el firmamento de los recuerdos del básquet. No descarto que el gran Andrés Montes desde el cielo siga dedicándole la ráfaga festiva de aquel estribillo de ganadores: ratatatata… Pepe Lorente sostiene que eran tiempos de autobuses porque los aviones no estaban inventados aún para el baloncesto local. Se viajaba de una punta a otra del mapa en trayectos tortuosos que dejaban los cuerpos como alcayatas. Pero se era feliz. Se sabía que se estaba haciendo mucho por el baloncesto en una ciudad abducida por dos barrios futbolísticos: Nervión y La Palmera. Lorente aún se rasca de una pretemporada en Arcos donde alimentaron con su sangre a los mosquitos. Y de otra en Tineo, Galicia, donde en el primer entrenamiento Pesquera se vio con dos bajas inesperadas: Manu Rodríguez se partió el pómulo y Juanfra Garrido dejó allí el menisco. A los tres días apareció un pelirrojo que parecía salido de ‘Siete novias para siete hermanos’ : Stroeder, un gigante que bebía dos botellas de leche en las comidas y que Lorente bautizó con el nombre de Florindo… aunque pudo llamarlo Pascual.
Poli Gallardo tenía también su milk a punto para las bromas. No olvida la que le gastaron a Pesquera, al que hizo creer que el recién fichado Darry Middelton era lo que aparentaba: un tipo osco y tosco de modales, con los ojos saltones y prontos agresivos, como coger por el pescuezo al entrenador. Con esa broma tuvieron a Pesquera en un sinvivir, porque Poli no dejaba de decirle al míster que Middelton lo estaba mirando con malos ojos. Pesquera se hizo sevillano y sigue enamorado del baloncesto, transmitiendo sus conocimientos a una nieta en edad escolar a la que, seguro, le inculca que no debe perder nunca la zona de pasión por el básket...
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