Primer golpe
Gran Poder
«Allí todo es verdadero, nada tiene vuelta atrás. Eres un niño, aunque tú no lo sabes»

Ha llegado el día. Te lo anuncia el primer rayo del sol otoñal, con el verano aún dispuesto en la memoria que te acompaña desde siempre. Fíjate en el color apagado del cielo, en la lenta claridad que acompasa todos los movimientos a su ser. ... Los sonidos se vuelven más lentos, más serenos. Olores tiernos y fugaces, aromas que la ciudad ha ido perdiendo con la fuerza de los años. De pronto, un rumor de pasos callados. Como si todo estuviera renaciendo por vez primera.
El día quiere ir al lento paisaje de la infancia. Allí todo es verdadero, nada tiene vuelta atrás. Eres un niño, aunque tú no lo sabes. Vas deambulando de un lado para otro, vas buscando el lado que te permita estar a su lado para siempre. Quieres estar junto a su certeza, imbuido de forma imperecedera por la presencia de su divinidad, solos los dos sin nadie más que te distraiga. Pero sabes de sobra que eso es algo imposible.
La luz te está inundando por dentro. Lo dice todo sin decir nada. Lo ves más viejo que antes, como si el tiempo se le hubiera pegado como una segunda piel. En su humildad ves el reflejo de la existencia. Y, sin embargo, estás contento, dichoso, feliz. En este mundo no hay quien pueda con el caudal de palabras que se quedan ocultas en tu boca. Quieres que su nombre te salga por dentro, pero callas. Un silencio claro y hondo te acompaña. Es su presencia. Es el Gran Poder de Dios.
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