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En este viaje tampoco cayó la breva...

Un joven mira ayer su reloj en el andén del AVE de la estación de Santa Justa. Raúl Doblado

SEVILLA. Cinco de agosto. Debido a las obras de mejora y acondicionamiento en la línea de Alta Velocidad, todos los trenes AVE y Talgo 200 incrementan su tiempo de viaje en diez minutos, anunciaba un cartel en la estación de Santa Justa. «¿Cómo? ¡Entonces nos devuelven el dinero!», manifestó ilusionada Rosario justo antes de que su tren partiera rumbo a Madrid. Una ilusión que poco duró, ya que su amigo Pablo completó la lectura del cartel en la que se especificaba «diez minutos sobre el horario previsto y publicado». En definitiva, que el tren tendría que retrasarse quince minutos para que el viaje les saliera gratis.

«Una lástima», dijo Rosario, quien ya había pensado en qué emplear el importe del billete. Un bikini estampado era su objetivo -en pasado, porque prontó terminó su sueño-. Pero no fue sólo ella la que pensó en esto. Manuel, al ver el cartel, se dijo a sí mismo, «hoy es tu día, muchacho». «Sería fantástico ir a la taquilla para que nos devolvieran el dinero», añadió.

Y es que, quién no ha pensado alguna vez, subido al AVE que el tren se retrasara unos minutos, o no ha mirado el reloj cuando se aproximaba el fin del trayecto... Sea cual sea el motivo, hace ilusión.

El posible retraso era insignificante para la mayoría de los pasajeros que cogieron ayer el AVE de las 18.00 horas en Santa Justa. Antonio, despedía a un amigo suyo que marchaba rumbo a Argentina, curiosamente, para pasar unos días con un chica que conoció a través de Internet. Una cita a la que no podía llegar tarde. Sus amigos estaban tranquilos ante el posible retraso porque hasta las once no tendría que coger el avión. No obstante, no pasaron por alto la idea de que se retrasase y «el viaje en tren le saliera gratis».

Otros más pesimistas, como era el caso de Nuria, veían lejos la posibilidad de que el tren se retrasase. «Con la suerte que tengo seguro que el tren llega puntual», manifestó sin querer poner fin a las esperanzas del resto de viajeros. «Ni las obras ni nada impedirán que Renfe cumpla el compromiso de puntualidad» añadió.

Miradas fijas en los relojes

Entre los pasajeros del AVE en Santa Justa se podía captar una cierta complicidad. Todos planteaban el posible retraso como un golpe de suerte, ya que «no todos los días viajamos gratis» dijo Isabel. Para ellos el trayecto era distinto al de cualquier día, ante la incertidumbre de lo que marcarán las agujas de sus relojes al llegar a sus destino. No estaban nerviosos, en esta ocasión, por reencontrarse con alguien en la estación o por el viaje que les esperaba sino por el tiempo de duración del trayecto.

Ninguno de los trenes se había retrasado en día de ayer, ni siquiera los diez minutos que se preveían por las obras de mejora de la línea de Alta Velocidad, según informaron desde el centro del servicio al cliente. Una noticia que deja entrever que los pasajeron que fantasearon antes de partir vieron que ayer tampoco cayó la breva.

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