En busca de la joya perdida
En la mayor parte de los casos juegan su última carta frente a una vitrina cargada de joyas en la que buscan con denuedo aquéllas de las que manos ajenas los desposeyeron. Son las víctimas de la
En la mayor parte de los casos juegan su última carta frente a una vitrina cargada de joyas en la que buscan con denuedo aquéllas de las que manos ajenas los desposeyeron. Son las víctimas de la delincuencia común, asaltadas en la calle, en sus domicilios o desvalijadas «al descuido» en cualquier sitio, que todos son buenos para los ladrones.
Cada seis meses, el goteo es el mismo en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla, en la avenida de Blas Infante. Allí, en una costumbre de casi dos décadas atrás, la Policía expone aquellos objetos de dudosa procedencia que han ido recuperando en los servicios realizados por los distintos grupos, pero fundamentalmente aquellos que luchan contra el tráfico de droga. No en vano las joyas son siempre una repetida moneda de pago para que los ladrones las truequen por las papelinas que necesitan para el día.
De tal manera, alrededor de un millar de piezas de joyería permanecen durante quince días expuestas en una habitación tapizada de vitrinas, a la espera de que sus legítimos propietarios las identifiquen y soliciten su recuperación.
Pero nunca es fácil, sobre todo por la falta de conciencia que todos tenemos a la hora de identificar este tipo de piezas de valor. Más que nada porque nunca se piensa en que pueden ser objeto de expolio.
Las más fáciles de recuperar serán siempre aquellas que estén grabadas. Una dedicatoria, un nombre o una fecha son suficientes para avalar la propiedad y poder recuperarla.
Valen también fotografías, e incluso fotocopias de las piezas, siempre y cuando se trate de diseños únicos. Visto así, en frío, puede parecer una iniciativa fuera de lo común, absurda, pero lo cierto es que la experiencia demuestra que resulta válida a la hora de la verdad.
Aunque siempre queda la anécdota, pues hay quien ha identificado sus pertenencias por la simple costumbre de mordisquear una cadena o una medalla. Las marcas se convirtieron entonces en prueba suficiente para el juez, que será quien ordene la devolución. Incluso, los anales de esta exposición recogen la recuperación de una joya porque estaba manchada de pintura y su propietario así lo hizo constar.
La exposición abrió sus puertas el pasado lunes y podrá ser visitada en horario continuado, de nueve de la mañana a nueve de la noche, hasta el próximo día 11 de diciembre.
Hasta entonces, cientos de joyas de las más diversas procedencia esperan a ser reconocidas, junto a algunos objetos singulares, como es el caso de un sable militar que, quién sabe, tal vez se forjó en mil hazañas.
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