Santa Clara, un barrio en alerta por el aumento de la inseguridad
Los vecinos denuncian agresiones y robos: «Tenemos miedo; hay horas en las que sabemos que no podemos salir»
Entre dos polígonos con numerosas discotecas, esta ciudad jardín es zona de tránsito de jóvenes de otros barrios
Matan a un joven de 21 años en el barrio de Santa Clara en Sevilla
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Santa Clara, un barrio entre discotecas
POLÍGONO CALONGE
Sala
Roma
El Sabrosón
Sala
Euphoria
SEVILLA ESTE
SANTA
CLARA
POLÍGONO
SAN PABLO
Theatre
Sevilla
Occo
Sevilla
POLÍGONO
CARRETERA
AMARILLA
Discotecas o salas de fiestas
ABC SEVILLA
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Santa Clara, un barrio
entre discotecas
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Entre la pena «porque era apenas un niño», la incomprensión «porque llevamos quejándonos muchísimos años», y la indignación «porque esto se veía venir», el barrio sevillano de Santa Clara se despertó ayer con el estupor y la amargura lógica tras el asesinato en sus calles ... de un joven de apenas 21 años. «Yo lo vi todo. Vivo en la urbanización Nuevo Continente, y mi dormitorio da a la Avenida Villas de Cuba, donde se produjo el asesinato», declaró a ABC Fernando Garrido, presidente de uno de los bloques, afectado aún por todo lo ocurrido y sin poder olvidar «una imagen» que se le quedará de por vida: «Fue unos minutos antes de las ocho de la mañana. Estaba en la cama y escuché a gente corriendo. Venían desde muy lejos. No me levanté en ese momento porque es habitual que haya ruido cada fin de semana. Pero, de repente, se escuchó un grito muy fuerte. Miré por la ventana, y vi como muchos chavales se iban corriendo mientras uno estaba tirado en el suelo. La Policía llegó pronto, y trataron de reanimarlo. Después vino una ambulancia; luego, otra. Le pusieron un respirador, una vía, pero al poco tiempo sacaron una sábana blanca y lo taparon. Sabíamos que cualquier día iba a pasar una desgracia. Yo no sé qué harán en las discotecas que hay aquí al lado, pero lo cierto es que los fines de semana parece que llegan los zombis. El miércoles vamos a hacer una concentración aquí mismo para mostrar nuestra repulsa a la falta de seguridad».
La voz de Fernando Garrido retumba en la cabeza de Ana María Soria, presidenta de la Asociación de Vecinos Gran Vía: «Tengo una niña de 15 años. ¿Qué le digo cuando empiece a salir? Tenemos miedo. Hoy nos escuchan porque ha habido un asesinato, pero todos los días, absolutamente todos, aquí hay muchísimos problemas. Hay niños que ya no quieren salir. Les han robado de todo, las bicicletas, las palas de pádel. Antes era, sobre todo los fines de semana; ahora, desde hace un tiempo, hay ataques cualquier día de la semana. Hay niños a los que les han enseñado navajas al salir de los colegios para que les den los teléfonos móviles. Hay peleas, aparecen bandas, pasan por aquí rompiendo contenedores. Algunos vienen de las discotecas del Polígono Calonge, y otros, del de Carretera Amarilla, y entre ambos estamos nosotros. También quedan para pegarse entre ellos en el parque. El otro día un vecino vio cómo un chico, que iba a toda velocidad en un coche, se paró, sacó a dos niñas y las dejó en la calle. Ha pasado de todo en el barrio. Al hijo de una amiga, con sólo trece años, le persiguió un descerebrado con una pistola hace dos meses. Ya, el niño, tiene pavor a moverse por el barrio».
También Manuela Cañadas, vecina de Santa Clara desde hace casi 50 años y presidenta de la Asociación de Vecinos las Praderas, muestra su absoluto malestar: «Esto no es nuevo. Los que vivimos en el barrio sabemos que hay momentos en los que es mejor no salir a la calle. La inseguridad ciudadana es total. Yo misma he llamado a la policía, y me han dicho, porque eso es así, que no tenían efectivos. Las madres están asustadas. No sé ya cuántos chicos del barrio se han quedado sin sus móviles. ¡Se los roban! Cada mañana, cuando te despiertas, empiezas a ver a quién le ha tocado que le hayan roto los cristales de los coches. Yo no tengo ningún problema en que haya discotecas cerca de nuestro barrio. No es ese el problema. El problema es que tiene que haber un control, una seguridad, una manera en la que no nos sintamos indefensos. Estamos en medio del Polígono Calonge y el de Carretera Amarilla. ¿Qué pasa? Que nuestro barrio se convierte en zona de paso, y de mucha inseguridad. Hay un trasiego importante de personas que vienen a liarla».
Zona de tránsito
La problemática ataca a una población que se ha acostumbrado a vivir con inestabilidad con las llegadas cada fin de semana de jóvenes de otros barrios cercanos que han quedado olvidados y sin más análisis que el que toca hacer cuando se produce un altercado. Es el caso de Los Pajaritos, de cuyo barrio procedían las dos bandas implicadas en la pelea. El párroco, Fran Ortiz, sigue sin ver soluciones: «El Gobierno, la Junta, el Ayuntamiento… no ponen un cauce. Me han comentado que están rehabilitando un edificio, y lo aplaudimos, claro. Pero Los Pajaritos necesita mucho más. Aquí la realidad no cambia. El problema siempre es el mismo, la droga, sobre todo. Los chavales no conocen otra forma de vivir, y se creen que la única opción es la que conocen. Muchos viven entre los trapicheos. No se puede esconder. Lo que sí creo es que hay que enseñarle, mostrarle otras formas de vivir».
Según un estudio realizado por la Delegación de Educación, Familia, Igualdad, Juventud y Asociaciones del Ayuntamiento de Sevilla, el absentismo escolar en Los Pajaritos es casi el triple que la media. Si a nivel municipal el porcentaje de absentismo total es 2,36, en los Pajaritos es del 6,41. Una de las personas que mejor conoce la realidad educativa en el barrio, José Giráldez, responsable de proyecto de prevención y control del absentismo escolar de la Asociación Educativa la Candelaria, habla de «una Sevilla olvidada. Necesitamos que nos ayuden. Tengo 37 años y llevo desde los 22 con la misma labor. Tenemos que hablarle a nuestros jóvenes de la importancia que tiene que se sigan formando, y que encuentren refuerzos positivos».
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