El relato de estudiantes sevillanas en Valencia: «Hemos venido a mancharnos las manos»
La catástrofe de la DANA ha hecho que cientos de jóvenes quieran tomar acción y prestar su ayuda en las localidades que han quedado devastadas
De Sevilla a Catarroja tras la DANA: «Venimos a ayudar»
![Voluntarias sevillanas en la localidad valenciana de Massanassa, una de las más afectadas por la DANA](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/12/voluntarias-sevilla-masanasa-RashzhImHne0fK8SSt6qu6M-1200x840@diario_abc.jpg)
La conocida como 'generación de cristal' se ha convertido en piedra volcándose con el pueblo valenciano. Jóvenes desde todos los puntos de España han querido prestar su ayuda en primera línea. Haciendo acopio de alimentos y enseres que repartir, prepararon sus botas para adentrarse en el lodo del abandono y la pérdida que ha azotado a tantas familias.
María Cortés es una de ellas, que junto a compañeras de quinto y sexto curso de la Facultad de Medicina, quiso recorrer los más de 600 kilómetros que separan Sevilla con la provincia de Valencia. Una de las integrantes del grupo, con familia en Valencia, tenía claro que iría a ayudar desde que sucedió la catástrofe. Fueron los vídeos que vio en redes sociales de otros voluntarios lo que animó a María a unirse a su amiga. Repartidas en dos vehículos y cargadas de material con el que ayudar a los afectados, gracias a las donaciones que amigos y familiares le hicieron, pusieron rumbo a Valencia el pasado miércoles. «Sólo en la mañana del martes recaudamos unos 1.500 euros, y eso que la mayoría de los bizums eran de estudiantes y no superaban los 20 euros» declara Cortés, que hacía hincapié en el gesto de otros voluntarios que les entregaron el dinero sobrante de su recaudación al terminar su estancia en Valencia y volver a su ciudad.
Dormían en la capital valenciana y a las 7 de la mañana se desplazaban en sus vehículos a los pueblos afectados, como Algemesí y Massanassa, donde todavía esta semana «el barro llegaba por las rodillas». «En muchas casas tenían que colocar topes de madera en la puerta porque la acumulación del lodo era tal en las calles, que volvía a entrar en el interior de las viviendas» declara la joven. En esta línea explicaba que se había instalado una especie de «piscina de barro» donde se tiraba todo lo que quitaban. «Hay efectivos de la UME, bomberos y policía pero aún así, sigue todo muy desorganizado, parece un país tercermundista», confiesa María Cortés. Aparte de alimentos y enseres, quisieron repartir estampitas y rosarios, «la gente se nos ponía a llorar». En muchos casos, comenta, «lo que querían era hablar».
De su estancia en las diferentes localidades, ya que han querido moverse por diferentes pueblos afectados, se queda con la alegría de la gente al recibir la ayuda, frente a la que su esfuerzo físico «no costaba tanto». También destaca lo dispuesto a ayudar que estaba todo el mundo con el que coincidía, «ha sido impresionante la cantidad de voluntarios, la mayoría entre los 18 y 35 años».
Grupos de WhatsApp para ir a Valencia
Otro ejemplo de solidaridad joven y sevillana es la estudiante de enfermería María Villamarín, que también alentada por lo compartido en redes sobre la situación en Valencia, decidió desplazarse hasta allí. En su caso, acompañada de una amiga, se juntó con otras chicas voluntarias a las que conoció mediante un grupo de WhatsApp en el que se organizan salidas hacia los pueblos afectados por la Dana desde Sevilla. Ellas han estado con la ONG SOS Ayuda Humanitaria, que trabaja en montar un hospital de campaña en la localidad de Alfafar, donde las seis se quedaron. Concretamente, su hogar durante su estancia de dos días en Alfafar, fue el colegio La Fila, que sirve de punto de recogida de alimentos y hospedaje para voluntarios y servicios de emergencia. Su perfil sanitario hizo que pudiera colaborar en dicho hospital ordenando medicamentos y distribuyéndolos a quien fuera a solicitarlos. No obstante, decidió unirse a sus compañeras de viaje repartiendo alimentos y ayudando a limpiar el municipio, «sentí que no estaba aportando como sanitaria, para ordenar cajas me quedaba en Sevilla» confiesa la estudiante.
Viendo que la situación en Alfafar ya estaba mejor, decidieron moverse junto a Adolfo, otro voluntario con especio en su coche, a Paiporta. «Ha sido un padre para nosotras», relata Villamarín emocionada. No encontraron problemas para acceder a los pueblos, ya que iban con carteles visibles de la ONG. «Si que tuvimos un encontronazo con los bomberos al llegar, porque decía que estorbábamos con el coche. Aparcamos y fuimos andando, habíamos venido a mancharnos las manos», declara.
Agua, lodo, alcantarillas estancadas y coches apilados, «queda mucho por hacer», declara la enfermera. Confiesa que su estancia en Valencia le ha impactado mucho, «es muy duro lo que se está viviendo allí», en esta línea explica que en el colegio donde se hospedaban existía un servicio de atención psicológica, también disponible para los servicios de emergencia. «Atendieron a un equipo de buzos que había trabajado en un campo de naranjas, donde habían encontrado los cuerpos de muchos temporeros», explicaba la joven claramente afectada.
A pesar de la dureza de lo que vive Valencia, María señala lo dispuesta que está la gente a ayudar a los demás, tanto voluntarios como vecinos. «La gente te ofrecía comida incluso sin tener nada». Una de las imágenes que más le han impactado de su estancia, fue el trabajar limpiando el colegio María Auxiliadora de Alfafar con un niño de apenas ocho años, «la prioridad ahora mismo es que los niños puedan volver al colegio» apunta.
El ejemplo de estas chicas es la prueba de que esta generación demuestra mucho más de lo que se espera de ella. No son ni las primeras ni las últimas en desplazarse hasta los municipios afectados; de hecho, se han organizado autobuses desde la capital hispalense que partirán hacia Valencia el próximo fin de semana.
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