entrevista
Raúl Gómez Ferrete: «El único ascensor social para mis alumnos es la titulación académica. Y luchamos desde hace más de 30 años para lograrla»
El director del colegio Ibarburu, en Dos Hermanas, que reúne a unos 200 alumnos que viven en un gueto social de esa localidad sevillana, acaba de recibir la Bandera de Andalucía por su labor al frente del centro desde el año 2000
«Cualquier conflicto entre mis alumnos puede desatar una tragedia entre las familias del barrio»
«Es verdad que hay desánimo en los profesores pero yo soy optimista. Se pueden hacer tantas cosas»
![Raúl Gómez Ferrete, director del colegio Ibarburu, en su despacho: «Hemos avanzado pero estamos lejos de ser un colegio normal»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/02/23/raul-gomez-ferrete1-RVx5iobZQUPdtQduXT7kXGN-1200x840@diario_abc.jpg)
Raúl Gómez Ferrete tiene 58 años y dirige desde hace 24 el Ibarburu, un colegio situado en Cerro Blanco, la barriada más vulnerable y problemática de Dos Hermanas, y en la que prácticamente todos sus alumnos son de etnia gitana. Este maestro vocacional que ... aprobó las oposiciones a Magisterio estando en la mili y que aprovechó su estancia en el Ejército para enseñar a leer a muchos de sus compañeros analfabetos, se enfrenta en el Ibarburu a un absentismo escolar que ha llegado a superar el 40 por ciento y a la evidencia de que cualquier conflicto entre dos alumnos puede desatar una tragedia entre las familias de los distintos clanes que pueblan Cerro Blanco. El tiempo pasa tan rápido en este colegio que Raúl, que recibe tratamiento por un cáncer desde 2017, ya tiene en sus aulas a los nietos de sus primeros alumnos. A este activista de la educación, a la que considera el único ascensor social posible para los hijos de familias con tantos problemas, le acaban de conceder la Bandera de Andalucía, aunque desde hace muchos años tiene el reconocimiento y la admiración de toda la comunidad educativa sevillana y andaluza.
-Este año se ha dotado a los centros educativos de chromebooks. ¿En qué medida compensa que el aprendizaje que se logra con ellos con su inversión económica?
-Esto no es fácil de responder. La tecnología es importante porque en la cultura en la que los niños se desenvuelven existe la tecnología. Aun así yo sigo siendo partidario de aprendizajes digamos más tradicionales. Para mí la lectura y la escritura son fundamentales. Pero la tecnología ayuda a que el aprendizaje sea más entretenido.
-¿Le parece importante desde un punto de vista pedagógico que los niños actuales sean nativos digitales?
-Eso que se dice de los nativos digitales es falso. No existen los nativos digitales. Existen los niños que se crían en ambientes digitales y existen los niños que no se crían en ambientes digitales. Muchos de mis alumnos pertenecen a este segundo grupo. Es evidente que Internet enriquece y que es un potencial importante. Pero también depende del uso que se haga de esas herramientas.
-¿No sería mejor en materia educativa invertir en personas más que en dispositivos?
-Por supuesto. Pero no creo que se pueda cambiar una inversión por otra. La inversión en personas es infinitamente más cara que la inversión en dispositivos electrónicos.
-La última ley educativa pone el énfasis en la individualización y la inclusión. ¿Se dota a los centros de medios reales y efectivos para conseguirlas?
-La inclusión es muy importante. Todos los estudios demuestran que cuando los chavales trabajan codo con codo, con independencia del origen social, los conocimientos, etnia o la edad, aprenden mucho más. Ellos se ayudan unos a otros. Nosotros hacemos grupos interactivos en el colegio de cuatro o cinco desde 2012. En ese grupo ponemos a un adulto, que puede ser un familiar, un voluntario, un estudiante universitario. Las tareas las pone el tutor y cuando se hacen entre todos, aprenden más. La interacción es muy importante para el aprendizaje.
-¿Hay muchos voluntarios que quieren colaborar con vuestro colegio?
-Sí, sobre todo universitarios. Pero también estudiantes de ciclo superior de Formación Profesional. Todos tienen que aportar la hoja de no haber cometido delitos sexuales y declarar su compromiso. A ellos les resultan muy interesantes estas prácticas con alumnos porque también aprenden mucho. Estos grupos interactivos nos han ayudado mucho a normalizar la situación de nuestro colegio. Hablamos de niños dictaminados con necesidades PT (Pedagogía Terapéutica) o con necesidades logopédicas, incluso de aula específica. La inclusión es muy importante.
-¿Cómo cree que el colegio Ibarburu ha transformado la vida en el barrio en que se encuentra?
-Hace 34 años, cuando yo llegué aquí, las necesidades no eran las mismas. El Ayuntamiento de Dos Hermanas se preocupa ahora de dar trabajo a estos alumnos, hay un centro de Atención Primaria que incide en cultura sanitaria y en resolver sus problemas de salud. El único ascensor social que existe es la educación y ahí tenemos que seguir trabajando para conseguir que los chavales que ahora no consiguen un título académico lo logren.
-¿Cuántos alumnos lo logran?
-Apenas titula ninguno. Nosotros tenemos hasta segundo de ESO, el tercero de ESO lo hacen en el instituto, que está más lejos, y se encuentran más perdidos y con una edad en la que se ennovian, se casan y tienen que trabajar para ganar dinero y mantener a su familia, aunque muchos de ellos dependen de las ayudas municipales. Nuestra comunidad se dedicaba sobre todo al trabajo en el campo pero ahora ya no da para tanto como antes. El Ayuntamiento los suele contratar como albañiles o limpiadoras. Y si hay en cada familia un miembro que trabaja para el Ayuntamiento entonces la familia puede sobrevivir con dignidad. Esto ha cambiado y muchos trabajan, aunque sea esporádicamente o reciben alguna ayuda social. Pero insisto en que esto son soluciones de emergencia porque la única herramienta para que estas comunidades progresen es la titulación académica.
-Pero no titulan.
-No. Y llevamos más de 30 años luchando por ese objetivo. Es un hándicap que tiene el sistema. Lo que se ha primado es la escolarización. Seguimos con un absentismo muy alto que se fue reduciendo mucho desde 2010 hasta 2019 y la pandemia lo volvió a disparar. Y ahora estamos tratando de recuperar el índice anterior, que estaba en torno al 40 por ciento.
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