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El poder de la palabra

El arzobispo de Sevilla presidió ayer la ceremonia por la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas

El arzobispo con un grupo de periodistas Manuel Olmedo
Javier Rubio

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El poder de la palabra

  • Templo: monasterio de la Visitación (convento de las salesas)

  • Fecha: 24 de enero

  • Hora: 13

  • Asistencia: medio centenar de personas

  • Preside: monseñor Saiz Meneses

  • Ornato: cinco ramos de flores variadas

  • Música: coro de las propias religiosas

El arzobispo presidió el viernes la festividad de San Francisco de Sales, obispo de Ginebra, que reviste condición de solemnidad en el monasterio de la congregación por él cofundada. Es la misión tradicional de los periodistas, ya que este prelado saboyano, incansable propagador de la fe mediante hojas volanderas para convencer a los hugonotes, es patrón de escritores y comunicadores católicos.

El monasterio de las salesas, en la plaza de las Mercedarias, es un oasis en el páramo vocacional de los conventos sevillanos: ¡cómo alegran la vista esas cuatro o cinco tocas blancas de las postulantes y novicias moviéndose tras la reja de la clausura! Monseñor presidió con siete concelebrantes, aunque sólo hacían juego las casullas del arzobispo, el capellán y el delegado de medios de comunicación social… el resto de vestiduras eran singulares.

La liturgia estaba tan cuidada como siempre, con los rezos cantados de las hermanas como melodía de fondo. No se añadió el séptimo candelero sobre el altar del que habla la instrucción del misal romano cuando oficia el obispo diocesano, que simboliza la plenitud del sacerdocio que confiere la ordenación episcopal, y se desempeñó como diácono (la invitación a la paz, la despedida de la asamblea) el secretario del arzobispo.

En la homilía, don José Ángel se extendió en la llamada universal a la santidad que actualizó el Concilio Vaticano II y que encuentra su precedente remoto en el libro 'Introducción a la vida devota' del que es autor San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia. De ahí pasó al lema del Papa para la jornada mundial de los comunicadores, 'Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones', sobre la que versó su prédica, basada en el poder de la palabra, performativa en el caso del Génesis cuando el solo enunciado por parte de Dios daba forma a la Creación.

«La palabra humana también es poderosa; en un tanatorio, una palabra acertada y oportuna puede hacer bien enorme y sanar las heridas del corazón, pero una palabra inoportuna puede hacer mucho daño y hundir más todavía a los dolientes», explicó con pedagogía antes de subrayar «el daño que puede hacer una palabra irónica, con objeto de herir al otro».

Por ello, propuso a los informadores «revisar el uso de la palabra, que puede pacificar o incendiar» y les exhortó a una triple aplicación práctica: «usar la palabra con responsabilidad; que la verdad y el bien sean los pilares para su uso; y comunicar desde el diálogo».

Por último, animó a los periodistas presentes a «ser testigos de esperanza en un mundo que tanto lo necesita» al tiempo que alentaba a cultivar la humildad, «que es el mínimo común denominador de todas las virtudes».

Al término de la eucaristía se dio a venerar la reliquia de San Francisco de Sales, como es costumbre.

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