De la Plaza de España a los veladores, los 'charcos' en los que José Luis Sanz se ha metido solo
En estos casi dos años al frente del gobierno de la ciudad, el alcalde ha afrontado asuntos complejos y que, además, estaban vetados por sus antecesores
José Luis Sanz se aferra al comodín de Vox para sus tres grandes retos de Año Nuevo

José Luis Sanz accedió a la Alcaldía de Sevilla en junio de 2023 con un libreta de asuntos urgentes bajo el brazo. En ella tenía anotadas las primeras medidas que adoptaría tras hacerse con el bastón de manto de la Plaza Nueva, priorizando reflotar ... a Lipasam para la mejora de la limpieza, poner en valor las zonas verdes de la ciudad o recuperar el sello estético que había saltado por los aires en las últimas transformaciones urbanísticas del gobierno del PSOE. Pero la realidad de una ciudad con tantas aristas y la complejidad de los procedimientos internos del Ayuntamiento ralentizaron algunos de los tiempos, aunque no han sido óbices para que el primer edil popular haya afrontado en estos más de veinte meses de mandato otros asuntos controvertidos que le han dado más de un dolor de cabeza.
Estos 'charcos' en los que se ha metido Sanz sin que nadie lo obligue a ello son la consecuencia –dicen entre su círculo más cercano– de una cierta «actitud inconformista» por parte del alcalde, que «está aquí para hacer cosas, aunque sean incómodas». Y así lo ha venido demostrando al abrir debates que hasta ahora eran «intocables» por la dificultad de satisfacer a todos los implicados, aunque no todos ellos llegaran a buen puerto. Uno de sus primeras propuestas fue la intención de cobrar una entrada a los turistas que visitan la Plaza de España, respondiendo así a la falta de financiación para mantener el monumento y aumentar su vigilancia. Un proyecto que se topó con el rechazo del Gobierno de España, titular de una parte del recinto, que sin embargo no ofreció ninguna alternativa al respecto.
Desde aquel planteamiento en febrero de 2024 hasta hoy en día, cuando está en camino de alcanzar el ecuador de su mandato, el alcalde ha seguido adelante con esa postura de retarse a sí mismo. El último capítulo lo afrontó en el Pleno del jueves, donde sacó adelante la ordenanza de veladores con el apoyo de Vox. Más de una década llevaba sin tocarse la norma, entre otras cosas por la imposibilidad de poner de acuerdo a vecinos y hosteleros, lo que retrajo a anteriores gobiernos a abrir el debate. Ahora tampoco ha conseguido alcanzar esa añorada unanimidad, aunque asegura haber llegado a un «equilibrio» con el que las partes pueden darse por satisfechas. Con los de Abascal también logró sacar adelante la regulación de los pisos turísticos, convirtiendo a Sevilla en la primera ciudad andaluza que aplicó el decreto del Gobierno de Juanma Moreno.
Sanz dejó entrever su osadía desde el primer instante en el que decidió gobernar en solitario y en minoría, haciendo caso omiso a los cantos de sirena de un ejecutivo de coalición con Vox. También cuando optó por afrontar algunas de las herencias a medio camino que recibió de la época socialista. Una de ellas, la más complicada de todas, fue la búsqueda de una solución al conflicto del taxi en el aeropuerto. Un asunto viciado y con tintes mafiosos que abordó a pesar de su dificultad para arribar en la creación de un turno rotatorio que sigue vigente y que no ha deparado incidentes de consideración, más que la esperada pataleta de quienes tenían el monopolio. También se topó con una política de vivienda pública del PSOE inexistente, que sólo edificó 83 pisos en ocho años. En lo que va de mandato ya hay 900 en marcha, pero no ha logrado resolver el elevado precio de las mismas, del que culpó directamente al Gobierno central.
En otros asuntos, la moneda sí salió 'cara' para el alcalde, como con la exitosa ejecución de obras molestas en las calles Zaragoza o, en estos momentos, en Juan Sebastián Elcano. También con su idea de dar una segunda vida al Canal de la Expo, para lo que ha firmado un convenio con la Junta de Andalucía que permitirá su desarrollo. Menos suerte ha corrido en otros dos asuntos. La cruz llegó con el cierre del Lope de Vega y la falta de diligencia de unas obras que no tienen fecha todavía y que convierten en una quimera su pronta reapertura. Estos días, además, se ha visto obligado a dar marcha atrás en el proyecto de construcción de dos centros de resiliencia en San Jerónimo y el Cerro por el rechazo frontal de los vecinos.
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