entrevista
Pilar, pediatra de Alcalá desde hace 46 años: «Ahora es difícil encontrar pediatras y los traemos de Venezuela, Perú, Honduras o Ecuador»
Pilar Camacho Conde, reconocida por el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira por su labor asistencial, ha vivido la enorme transformación de la sanidad pública desde 1979 y los cambios de costumbres de sus usuarios
Falta de cultura sanitaria: «Algunas madres admiten que nos traen a los niños para quedarse tranquilas pero nosotros no somos la ITV»
«El afán de muchos padres por transportar a sus bebés en brazos puede acabar mal»
Pilar Camacho Conde ha vivido casi todos los cambios que ha experimentado la sanidad pública en España, pues empezó a trabajar como pediatra a finales de los años setenta del pasado siglo, tras terminar la especialidad en el Hospital Infantil del Virgen del ... Rocío de Sevilla. Casada con el intensivista José Pérez Bernal, activista de la donación de órganos y Bandera de Sevilla, el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira acaba de reconocer a esta prestigiosa profesional sanitaria como «Premio Día de Alcalá» por su dedicación asistencial en esa localidad sevillana durante más de 45 años. Ella -que también es «médico ilustre» del Colegio de Médicos de Sevilla-, se muestra orgullosa y agradecida por este reconocimiento, que atribuye a su «perseverancia».
-¿Cómo sienta esa medalla y que se la den en la localidad donde lleva trabajando desde hace casi medio siglo?
-Sienta muy bien. Estoy orgullosa y agradecida, aunque esto es cuestión de perseverancia. Llevo 50 años de médico y 46 trabajando como pediatra. Cuando acabé la especialidad, hice una oposición, la aprobé y empecé en el ambulatorio de la calle Santander, en Alcalá de Guadaira.
-En aquella época había bastantes médicos en paro...
-Sí. No era como ahora, que los médicos están rifados y hay mucho trabajo. Esa plaza por la que oposité era de medicina general y se presentaron bastantes compañeros. Las dos mejores plazas eran una en Alcalá y otra en Dos Hermanas, y a la compañera y yo que aprobamos -y podíamos elegir alguna de las dos- nos informaron de que el ambulatorio tenía ascensor mientras el de Alcalá sólo tenía escaleras. Al final yo elegí Alcalá porque vivía en Nervión y la compañera, que vivía en Reina Mercedes, eligió Dos Hermanas. Elegimos ese destino cada una porque nos venía más a mano a las dos.
-O sea, que al final tuvo que hacer muchas escaleras en Alcalá...
-Sí, muchas escaleras, pero yo tenía 29 años.
-¿Cómo recuerda la sanidad pública entonces y cuáles eran las mayores diferencias respecto a la actual?
-Ha cambiado muchísimo y lo ha hecho a mejor. Todos somos maestros en criticar los defectos de la sanidad pública actual pero hay que acordarse de cómo era la sanidad pública en sus comienzos.
-¿Y cómo era?
-Tenía muchos menos medios humanos y técnicos. Y era mucho menos accesible para los ciudadanos. En mi campo, la pediatría, se ha avanzado mucho y la formación de los profesionales que ven a los niños es exquisita. Antes no era así. Yo soy de la cuarta promoción de pediatras vía MIR del Virgen del Rocío. Antes no había esta formación pediátrica y tampoco había tanta prevención ni sistemas de revisiones de niños sanos, aparte de la divulgación de hábitos saludables de alimentación e higiene. Por no hablar del calendario de vacunación con la inclusión del VRS (virus que causa la bronquiolitis). Las vacunas contras los meningococos han evitado muchas muertes.
-Las listas de espera preocupan mucho a los ciudadanos porque la cita con el especialista -y las pruebas que éste debe ordenar- pueden no llegar a tiempo de tratar alguna enfermedad grave.
-Sí, estar en una lista de espera es duro. También para una cirugía. Pero hay mucha masificación y los recursos son los que son. Yo creo, en general, que se está haciendo bien. Soy una gran defensora de la sanidad pública, a pesar de que ahora trabajo en la sanidad privada.
-¿Cuántos niños habrán pasado por sus manos?
-Muchos. Antes había muchos más niños, ahora hay bastante menos. El Maternal del Virgen del Rocío era un hervidero de nacimientos cuando yo hacía mi formación. No se paraba en ningún momento.
-¿Notan mucho los pediatras la caída de la natalidad?
-Sí. Ha sido muy fuerte. Antes no era problema que uno de los padres no trabajara, ahora sí lo es. Y si los dos trabajan, la conciliación familiar es muy difícil. Las necesidades de los niños también han aumentado mucho. Cuando yo era una niña, nos metíamos un montón de personas y de niños en un 600. Ahora cada niño viaja con su sillita, con sus ajustes y demás. La seguridad ha mejorado y hay que felicitarse, pero todo se ha complicado mucho todo para tener niños. Mi hija tiene cuatro y lo sabe bien.
-Su marido también es médico. ¿Cómo sacaron a sus dos hijos adelante?
-Con la ayuda de una persona porque los dos trabajábamos mucho. Vivió con nosotros hasta que se casó. Seguimos teniendo contacto con ella y la queremos mucho. Es parte de nuestra familia.
-Ahora es muy difícil para una pareja joven contar con esa ayuda que ustedes tuvieron.
-Sí, son otros tiempos.
-¿Las patologías con que vienen los niños ahora a su consulta son también diferentes?
-Las vacunas han reducido muchas patologías que antes llenaban las consultas de pediatría. El cambio ha sido grande. La enfermedad meningocócica era un cuadro muy grave y con las vacunas esto ya es algo muy excepcional. Hoy raramente vemos una varicela. El calendario vacunal que tenemos en Andalucía es de los mejores de España y ahora se ha incluido también la bronquiolitis. Cuando empecé a trabajar, comenzaron las leches en polvo y nos llegaban muchos bebés con deshidrataciones porque muchas madres no sabían utilizarlas.
-Cuando usted empezó a trabajar, la mortalidad infantil sería más alta que ahora.
-Sí, y cada niño que muere deja una marca y un recuerdo al médico que no se olvida nunca. La muerte siempre es difícil de aceptar, pero aún más la de un niño. Recuerdo un niño de 4 años que murió por un cáncer en la zona de los Alcores, y su mamá y yo nos seguimos escribiendo. Nos tenemos mucho cariño y me felicitó por la medalla. La mortalidad infantil ha bajado mucho afortunadamente.
-Hay menos mortalidad infantil pero también cuesta mucho encontrar pediatras en algunos centros de salud.
-Sí, faltan pediatras y es muy complicado encontrar uno tanto para la sanidad pública como para la privada. En Quirón traemos a pediatras ecuatorianos, hondureños, peruanos y venezolanos. Son profesionales con buena formación y muchas ganas de trabajar.
-¿Por qué no hay más pediatras en España?
-Pediatría es una especialidad muy querida y demandada pero sacan pocas plazas MIR. En medicina de familia sacan más pero ahora parece que no es una especialidad muy atractiva, seguramente por la carga administrativa tan grande que soporta.
-Al médico de familia sevillano José María Millán Simó, que lleva también 45 años pasando consulta -aunque en el barrio sevillano de Nervión-, le parece que la medicina de familia es la especialidad más bonita que existe porque «lo abarca todo».
-Sí. Me parece es una especialidad muy bonita que te da una visión global de la medicina. Lo que ocurre es que a los médicos nos gusta hablar con los pacientes y no nos gusta quitarles tiempo con tareas administrativas. El problema con la especialidad de Pediatría es que salen pocas plazas MIR. Seguramente podrían sacarse algunas plazas más pero la formación requiere muchos recursos y los recursos que hay son los que son. Y para dar una mala formación quizá sea mejor recortar el número y sacar profesionales mejor formados.
-También es muy difícil encontrar médicos de familia en España y se prevén muchas jubilaciones en los próximos años. ¿Habrá que acudir también a profesionales extracomunitarios como está pasando con los pediatras?
-No lo sé pero es verdad que tenemos un problema. Ya hay pueblos importantes en Sevilla que no tienen pediatras y con los médicos de familia puede pasar algo parecido.
-Usted nació en el seno de una familia trabajadora. ¿Fue más difícil para usted llegar a la Universidad y hacerse médica?
-Mis padres tenían un pequeño hotel y trabajaban mucho. Yo creo que esa es la herencia que me han dejado: el amor al trabajo. Y no aburrirme con mi trabajo. Ellos me apoyaron siempre para que estudiara Medicina y me ayudaron mucho.
-¿Y siempre quiso ser pediatra?
-Fue un poco casualidad. Hice un año de internado en el Virgen del Rocío y al final me encontré con Pepe (su marido), que era compañero de promoción. Él quería hacer Pediatría y yo Intensivo, pero tras la rotación que hicimos él cambió de opinión y se fue a Intensivo y yo a Pediatría, aunque acabé haciendo Intensivos Pediátricos. Fueron los mejores años de mi vida. La residencia fue un increíble aprendizaje para mí.
-En la concesión de la Medalla de Alcalá de Guadaira destacaron de usted su humanidad, generosidad, entrega, cercanía, compromiso y una incansable capacidad de trabajo. ¿Esa deberían ser las cualidades que deberían tener todos los médicos?
-Ojalá yo tuviera todo eso y también, naturalmente, todos los médicos. En ese acto de homenaje había muchos niños con sus padres, a los que yo traté de niños hace treinta años. He tratado a los que ahora son los abuelos, a sus hijos y a sus nietos. Es un orgullo muy grande haber tratado a tres o cuatro generaciones de alcaraleños. El jueves en mi consulta me visitaron tres niños que fueron mis pacientes y que ya no son niños. Uno es ingeniero y los otros dos son profesores. Los padres nos traen a sus recién nacidos y los ponen en nuestras manos. Es lo más importante que tienen y me lo dejan para que los ayude. Eso es un gran reconocimiento.
-¿La tecnología está deshumanizando el acto médico?
-La tecnología nos ayuda pero se come un tiempo que no podemos dedicar a la persona. Hay que hacer un esfuerzo muy grande para que no te coma la informática. La falta de tiempo es lo que deshumaniza más. Hay mucha demanda de asistencia y a veces no se dedica el tiempo necesario a mirar a los ojos del paciente, escucharlo y observar sus movimientos. Todo eso da mucha información al médico.
-Ninguno de sus dos hijos ha querido ser médico.
-No. Esta profesión es muy vocacional y exige mucha dedicación. Uno Mi hijo es piloto y vive en Doha. Mi hija hizo Medio Ambiente y dirige una empresa. Me hubiera gustado tener un médico en la familia pero no ha podido ser. Y creo que mi hija habría sido una gran pediatra.
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