Los testimonios duros pero sanadores de los «cancerwarriors» de Sevilla
«Mi terapeuta sigue siendo hoy la quimioterapia y me acuerdo de todo lo que pasé con mi enfermedad cuando sufro estrés o se me presenta un problema laboral o personal», dice el fundador de este grupo de guerreros contra el cáncer, del que ha surgido el documental «Relatos de vida: un nuevo amanecer»
«Mi hija de 11 años nunca se quejó del tratamiento y sólo me preguntó si se le iba a caer el pelo»
![Víctor Gay Zaragoza, fundador de "cancerwarriors"](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/24/victor-gay-zaragoza-cancer_20241121115211-R6071ICGD3kTGr4YvqJk3oJ-1200x840@diario_abc.jpeg)
A Víctor Gay Zaragoza le diagnosticaron con 39 años un cáncer de linfomas de alto crecimiento, una patología parecida a la leucemia que avanza muy rápidamente. El tratamiento dura un año con seis rondas extremas de quimioterapia: «Perdí 20 kilos en dos meses, se ... me cayó todo el pelo del cuerpo y empecé a hacerme las preguntas que se les ocurren a las personas que ven la muerte muy cercana, como cuánto tiempo me quedaba y el legado que podría dejar en este mundo», recuerda este profesor de storytelling y consultor. Antes de ver la luz al final del túnel, creó el programa cancerwarriors.es (guerreros del cáncer) y, tras superar el suyo, impulsó el documental "Relatos de vida: un nuevo amanecer', patrocinado por el Hospital Virgen del Rocío y la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Sevilla, donde se recogen las experiencias vividas por un grupo de pacientes diagnosticados de cáncer en el centro sanitario sevillano.
«A los pocos meses de iniciar mi tratamiento, perdí las ganas de vivir. No tenía fuerzas para levantarme de la cama ni para asearme, no podía comer ni beber bien porque tenía llagas en la boca que me llegaban hasta los pulmones. Y fue mi pareja la que me dijo, cuando ya había tocado fondo, que no sólo la quimio iba a salvarme y que tenía que poner algo de mi parte. Y la puso. Y salió adelante. «Ésa fue la clave», dice. Y partir de ese momento ideó el grupo «cancerwarriors» y empezó a acariciar en su cabeza la idea de hacer un documental con personas en situación parecida a la suya. «Contar lo que te ha pasado puede ayudar a otros que estén pasando por lo mismo y también te ayuda a ti a sanar. Es alucinante la magia que genera hablar de tu experiencia y doce pacientes de cáncer me contaron la suya«, comenta Víctor, que creía que el calvario que él pasó con su tratamiento era imposible de superar. Lo creía hasta que conoció a Carmen. «Ella ha superado seis cánceres en cinco años. Es muy heavy», dice.
Hay un caso, no obstante, que le marcó más, el de María Jesús Rodríguez Villa, concejala de Cultura de la localidad cordobesa de Montijo cuando se incorporó a los «cancerwarriors», y que no pudo superar su enfermedad. La biblioteca de su pueblo lleva hoy su nombre en su recuerdo. «Tanto ella como Jesús y Yolanda, que también murieron por el cáncer y no pudieron acompañarnos a los que logramos salir de esto, nos dejaron una gran huella». Víctor cree que la ayuda psicológica es importante para los pacientes de cáncer pero dice que su principal terapeuta sigue siendo la «quimioterapia». «Cuando tengo estrés o surgen problemas en el trabajo o problemas personales, me acuerdo de todo lo que pasé durante mi enfermedad», cuenta este superviviente de 42 años.
Otro calvario
Otra superviviente es Teresa González (46), psicológa y maestra originaria de la localidad sevillana de Almensilla, a la que diagnosticaron un cáncer de pecho con metástasis en los huesos cuando acababa de cumplir los 43. Ella también pasó un calvario antes del diagnóstico porque pasó varios meses con dolores de espalda infernales. Después de varias visitas a Urgencias en las que no podía contener las lágrimas y en las que se descubrieron varias costillas rotas («yo no me había caído ni había sufrido ningún golpe que pudiera causarlas», cuenta), le hicieron un TAC que detectó un cáncer de mama muy agresivo con metástasis en los huesos. La enfermedad le había causado «incontables fracturas por todo el cuerpo», según ese primer informe médico que tiene grabado en su retina. «Yo me iba rompiendo por días y si me hubieran hecho antes ese TAC, habría sufrido menos y mi tratamiento quizá habría avanzado con más rapidez».
A pesar de la dureza del diagnóstico, Teresa sintió un cierto alivio porque ya sabía por fin a lo que se enfrentaba. «No estaba loca, me dolía todo y no era por estrés. ¡Tenía un cáncer! -cuenta-. Recuerdo que mi hermana se puso a llorar cuando me lo dijeron y yo tuve que consolarla a ella«. Entre las secuelas que dejó el cáncer en el cuerpo de esta superviviente se cita una reducción de diez centímetros de su estatura a causa de un aplastamiento de sus vértebras. »Me quedé en silla de ruedas pero el tratamiento -tanto de quimioterapia como una terapia dirigida- me fue bien y volví a andar, e incluso a hacer deporte. Tengo claro que quejarme de esto o preguntarme por qué me ha tocado esta enfermedad, no me sirve para nada, así que no me quejo. Me adapto a lo que me ha pasado y trato de ser positiva, vivir lo mejor posible, hacer todo lo que pueda sin esperar a mañana porque no sé qué pasará con mi enfermedad. Trataré de cumplir todos mis sueños«.
![Teresa ha logrado recuperar gran parte de su calidad de vida gracias al deporte](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/24/Teresa-paciente-cancer1-U11304633524RQw-760x427@diario_abc.jpeg)
Teresa no está curada pero ha recobrado bastante calidad de vida, de lo cual se enorgullece porque tuvo que poner mucho de su parte para lograrlo. «Mi primer médico, que ya está jubilado, me dijo que sólo andara y no hiciera deporte, pero leí estudios y consulté con otros que hablaban de lo bueno que era el ejercicio físico para recuperar el tono muscular y empecé a hacerlo. Y eso me ha permitido mejorar mucho más de lo esperado. Y mi médico actual me anima a seguir entrenando«, dice. El tumor que tenía Teresa en el pecho desapareció con el tratamiento pero la metástasis de los huesos no tiene cura. »Ni siquiera puedo decir que haya logrado cronificarlo porque el tratamiento (que se denomina coloquialmente «caballo de Troya» por liberar la quimio en el interior de la célula cancerosa) tiene una efectividad limitada a 18 meses, aunque en mi caso funcionó durante seis meses más. Ahora estoy con uno nuevo y me aparecen lesiones nuevas, pero así voy sobreviviendo«, dice.
Esta psicóloga trabajaba como teleoperadora cuando el cáncer atacó sus huesos y la empresa la quiso despedir a los seis meses de su diagnóstico. «Estaba contratada por una ETT (empresa de trabajo temporal) y los denuncié porque sabía que no me podían despedir estando de baja. Al poco tiempo, rectificaron y me dijeron que había sido un error, pero no me pagaron lo que me correspondía«.
![Imagen - «Tener que pasar por un cáncer que te golpea de esta manera y que debas preocuparte de que no te despidan, es algo muy injusto. Hay hipocresía en algunas empresas que apoyan ciertas causas»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/24/teresa-paciente-cancer-U05222618484Fjz-170x170@diario_abc.jpeg)
«Tener que pasar por un cáncer que te golpea de esta manera y que debas preocuparte de que no te despidan, es algo muy injusto. Hay hipocresía en algunas empresas que apoyan ciertas causas»
Teresa González
Psicóloga, maestra y paciente oncológica
Teresa tiene varias compañeras que han pasado por la misma situación. «Tener que superar una enfermedad que te golpea de esta manera, y que tengas que preocuparte de que no te despidan, es algo muy injusto. Y me parece un poco hipócrita que algunas de las empresas que apoyan las iniciativas públicas contra el cáncer, luego despidan a las empleadas que lo sufren. Esa patada del sistema laboral, que podría optar por adaptar tu puesto de trabajo a tus limitaciones, es algo que dice muy poco de nosotros como sociedad«.
El cáncer, además, es una enfermedad que sale muy cara. «El deporte ayuda mucho en la recuperación pero no puedes ir a un gimnasio normal porque la tabla debe estar personalizada. La fisioterapia, igual, y ayuda mucho una buena nutrición, pero todo eso es muy caro y no todo el mundo puede pagársela. Esto genera mucha frustración«.
Desde hace tres años la segunda casa de Teresa es el Virgen del Rocío de Sevilla, al que tiene que ir, al menos, cada 21 días. «El personal de Oncología del hospital es extraordinario, desde el primero al último. El trato es muy humano y los profesionales son excelentes, especialmente mi médico -se emociona al pensar en todos ellos-. Hacen que una sala de Oncología, con lo fea que es, parezca cálida. Me están acompañando en todo momento y les estaré eternamente agradecida. Son maravillosos». También está muy agradecida a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Sevilla por su ayuda y recomienda a todos los pacientes oncológicos que acudan a ella.
![Concha Rodríguez junto a su marido, José Joaquín, y a sus hijos José Joaquín y Conchita](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/24/concha-paciente-cancer-U50111816438YJw-760x427@diario_abc.jpeg)
Para Concha Rodríguez Herrera (54) recibir el diagnóstico de un cáncer acabó también con una incertidumbre y supuso un cierto alivio después de 15 días de angustia. «Fueron dos semanas muy duras esperando el resultado de la biopsia. No entiendo que se tarde tanto en comunicarte esto. Para mí fue una tortura china y llamaba todos los días al laboratorio para preguntar, pero no me decían nada. El cáncer para mí fue una guerra psicológica.
A partir del diagnóstico, uno sabe ya a lo que se enfrenta y empieza el partido». A esta periodista de Canal Sur Radio se lo le detectaron con 50 años en una mamografía rutinaria. «Gracias a que hice ese programa de cribado, el tumor era todavía muy pequeñito, de 9 milímetros, y se pudo atacar de forma precoz». El tratamiento duró año y medio. «Parece que estoy curada pero yo siempre digo que esto es una carrera de fondo. Hay muchos momentos de subida y muchos momentos de bajada».
Concha empezó a descubrir con su cáncer una serie de palabras para ella desconocidas y que engloba en lo que denomina «mundocáncer» (quimioterapia neadyuvante, PET, TAC...). «Hay gente que prefiere no estar muy informada pero yo creo que cuanta más información, mejor, porque el miedo va desapareciendo». A pesar de ello, necesitó ayuda psicológica, que le prestó una profesional la AECC de Sevilla. «Me ayudaron mucho y creo que en la consulta en la que comunican el diagnóstico de un cáncer debería estar presente un psicóoncóloga». También la necesitan a veces los familiares. «Mi hija, que tenía 20 años, se mareó literalmente, cuando le informé de mi diagnóstico».
Concha recomienda que se anticipen algunas cosas como la peluca para cuando se caiga el pelo, o la crema para la piel tras la radioterapia. «Un cáncer es una montaña rusa emocional. A veces me entraba un llanto de repente y no sabía por qué. Me dijo Irene que todos los pacientes oncológicos llevamos una mochila cargada en la espalda y que una simple pluma que caiga sobre ella nos puede descomponer«.
![Imagen - «Mi oncólogo me dijo que esto era como un viaje de Sevilla a Nueva York y que a él no le importaban las turbulencias sino llegar. Y cuando me hizo la revisión tras el tratamiento le pregunté si ya había llegado por fin a Nueva York. Y entonces me abrazó»](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/11/24/concha-paciente-cancer_20241121194721-U35700356888TeI-170x170@diario_abc.jpeg)
«Mi oncólogo me dijo que esto era como un viaje de Sevilla a Nueva York y que a él no le importaban las turbulencias sino llegar. Y cuando me hizo la revisión tras el tratamiento le pregunté si ya había llegado por fin a Nueva York. Y entonces me abrazó»
Concha Rodríguez Herrera
Periodista de Canal Sur y paciente oncológica
Su marido y sus dos hijos, José Joaquín y Conchita, crearon un grupo de whatsapp para detectar cambios anímicos en su madre y tratar de animarla. «Me ayudaron mucho. El apoyo familiar es básico. Yo no quise parecer una enferma y me esmeré con las pelucas, tanto en Sevilla como en la playa. La verdad es no di muchas explicaciones a nadie fuera de mi familia sobre mi enfermedad. Hubo gente que no se enteró de que yo tenía un cáncer».
El oncólogo le dijo a Concha el primer día que esto iba a ser como un viaje de Sevilla a Nueva York y que las turbulencias del viaje no importaban. Lo que importaba era llegar a ese destino. «Y cuando me comunicó que mi cáncer había desaparecido, después de un año, le pregunté si habíamos llegado a Nueva York. Y entonces me abrazó».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete