sevilla
Pablo Borrallo: «No sobran nazarenos en la Semana Santa. Sobran otros tipos de artificios»
el rincón de...
Doctor en Historia, especialista en la simbología y la iconografía de la Semana Santa sevillana, sostiene que el gran público no entiende lo que va arriba de los pasos
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—Ese público en general ¿qué cree usted que ve?
—La narración plástica de los episodios de la Pasión sin muchas veces intentar trascender más allá de lo que ve representado
—O sea, que muchos no saben lo que son ni representan papeles ... como el de Anás, Pilatos, Dimas, la Verónica, Zaqueo o, inclusive, la Canina…
—El lenguaje simbólico que encierran muchos pasos procesionales se encuentra con una dificultad: las de hacerse entender, bien por ausencia de formación, bien por el desinterés en esa formación.
—Siguiendo con su tesis, me apuro en decirle que es como si gran parte de la Sevilla que asiste a la representación no supiera ni el nombre de la obra...
—La dignidad barroca otorgó una enorme prevalencia a lo bello y desafortunadamente son muchos los que se quedan en la autocomplacencia de lo estético. Prevalece lo bello sobre lo útil. La imagen es un fin y no un medio.
—O sea, que de simbología ni hablamos, claro…
—En términos absolutos, el concepto simbólico debería estar siempre presente, puesto que es el que verdaderamente nos ayuda a trascender. Esos símbolos emanan de la rica liturgia y de la revelación divina.
—Y usted responsabiliza de todo eso ¿a qué o a quienes?
—La evolución de la sociedad hace que vivamos un tiempo de absoluto relativismo.
—¿Es quizás el peaje a pagar por la religiosidad popular que ha moldeado así la Semana Santa?
—La religiosidad popular es la manera en la que uno vive la fe y cada uno la vive a su manera, aunque muchas veces se entre en contradicciones.
—O sea, lo que cantaba Silvio: a mi manera yo te llevo en el costal…
—Exactamente. Y todas las maneras son respetables
—¿Se considera un ortodoxo o un revisionista de la Pasión según Sevilla?
—Soy un cristiano que mira la Semana Santa más con la mirada del corazón, que son los ojos de mi fe.
—¿Le sobran nazarenos a la Semana Santa?
—No. Rotundamente no. A la Semana Santa le sobran otros tipos de artificios.
—Por ejemplo…
—Cangrejeros maleducados que impiden que los pasos anden; empalmar marchas innecesariamente; chicotás sempiternas; relevos cinematográficos; el protagonismo innecesario en la voz de muchos capataces; móviles en alto y revirás que nos hacen bostezar.
—¿Sigue pensando que salir de nazareno es ser un sufridor de doble penitencia?
—Rotundamente sí. Es una penitencia añadida a la propia estación penitencial. Son los grandes sufridores.
—También le he oído alguna vez sostener que nos gusta lo bello, pero no sabemos trascender del impacto estético. En eso hay campeones y campeonas, ¿verdad?
—Sí, desgraciadamente, hay muchos cristos y vírgenes rotos en la Semana Santa de Sevilla, imágenes descartadas y excluidas a las que se les desviste de toda dignidad.
—¿Le sobran los gritadores?
—Me sobra todo aquello ajeno al espíritu de recogimiento con el que hay que ver una cofradía.
—No sobran nazarenos, pero ¿sobraban sillas en la carrera oficial?
—Es una cuestión de seguridad que me trasciende y no estoy capacitado para responder. Uno no debe de hablar de lo que no sabe.
—¿El 'cuaresmaso' de este año cuál ha sido?
—La falta de espíritu, de entendimiento entre las hermandades y cofradías para la renovación de la Semana Santa.
—La hostilidad entre hermandades las ha habido siempre. Y mucho más fuerte que ahora. ¿No le parece que algunas también han olvidado el verdadero papel que tienen que representar en la escenificación de la Pasión?
—Sí, absolutamente. Ha quedado en evidencia la falta de confraternidad y de espíritu cristiano.
—¿Qué concordia les falta a nuestras hermandades por firmar?
—La gran concordia del siglo XXI de la que deben de formar parte todas las hermandades y cofradías sevillanas.
—¿El cierre de bares garantizaba una madrugada sin sanfermines por las calles?
—No, no. Es un plus añadido, pero no garantiza la buena educación y el respeto. Con eso hay que venir vestido de casa.
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