entrevista
Miguel Ángel: «En las crisis dejamos los bogavantes y nos vamos a la sopa de tomate»
Miguel Ángel Jurado, propietario de Cátering Miguel Ángel, que ha cumplido 30 años y servido 5.000 bodas, dice que el secreto del éxito es «el trabajo, el sacrificio y la constancia. Y en esto ser humilde y servicial»
«El precio medio de un banquete de boda para que salga todo redondo es de 140 euros por persona»
«Hay que pagar más a los camareros porque son fundamentales para nuestro negocio y, si no están contentos, no dan todo de sí»

El empresario sevillano Miguel Ángel Jurado es el propietario de Miguel Ángel, una compañía andaluza de catering que acaba de cumplir treinta años en la élite del sector. A lo largo de estas tres décadas ha servido 5.000 bodas y más de 2. ... 000 eventos en Andalucía, Extremadura y la Comunidad de Madrid, entre otros lugares. Trabajo durante 12 años con Rafael Juliá, su gran maestro, y ha servido a los Reyes Eméritos durante las visitas a Sevilla del Rey Hussein de Jordania y de la Reina Isabel II de Inglaterra. Como despedida de su período de formación, fue uno de los encargados de servir la boda de la Infanta Elena en marzo 1995 en el Alcázar de Sevilla, tras lo cual inició su andadura con Catering Miguel Angel. Sirvió al Rey Felipe VI el banquete ofrecido a la Casa Real en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla con motivo de 350 aniversario y también se encargó del evento del 450 aniversario de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.
-El 80 por ciento de las empresas que se crean no llega a su quinto aniversario. ¿Esperaba llegar tan lejos cuando fundó la suya?
-No lo pensé ni soñé que llegaría tan lejos. Al final, cuando uno echa la mirada hacia atrás, pienso en lo que hemos conseguido con nuestro equipo, con mi mujer, que es mi socia, con nuestro capital humano. Ese núcleo duro lo tengo desde el principio y han ido pasando muchísimos chicos y chicas que a lo largo de sus estudios han estado trabajando con nosotros durante su carrera. Los hemos ido formando, van entrando y van saliendo.
-Incluso pueden hacer como usted, crear una empresa. ¿Con qué edad empezó a trabajar?
-Con 14 años. Con esa edad salí de la Escuela Francesa y no quise estudiar bachiller. Y conocí a Rafael Juliá, que fue mi inventor y quien le dijo a mi padre que entrara a formarme en la Escuela de Hostelería. Estuve estudiando allí durante cuatro años y haciendo prácticas con él al mismo tiempo, estudiando y trabajando.
-¿Qué es lo más importante que aprendió como camarero?
-Todas las bodas y eventos fueron como un máster para mí. Con Juliá serví en las bodas más importantes de Sevilla y de Andalucía.
-De las cosas que aprendió con Juliá en todos esos eventos, ¿cuál le sirvió más para triunfar como empresario?
-Sobre todo, el ser humilde, el ser servicial. Saber servir y estar siempre a disposición de un evento de este nivel que requiere, aparte de logística y de organización, estar disponible en todo momento para dar un buen servicio. Todo eso lo he utilizado después como empresario y todo lo aprendí de mi gran maestro. Yo siempre iba al lado de don Rafael Juliá y recuerdo cuando hablaba con la duquesa de Osuna, con la duquesa de Alba, con la marquesa de La Motilla o los jefes de protocolo de la Casa Real de esa época. Antes de montar mi empresa, pude servir la boda de la Infanta Elena.
-¿Qué recuerda de esa celebración?
-Fue el 18 de marzo de 1995 en los Reales Alcázares, en plena víspera de la primavera. Esa boda quedó marcada para Sevilla, que se vistió de gala. Era un banquete para 1.500 personas. Fue una semana de muchísimo trabajo. Ellos mudaron mucho mobiliario de los palacios de Madrid y fue una boda y una celebración muy bonita.
-¿Qué le dijo Rafael Juliá cuando le comentó que quería dejar su empresa y montar una por su cuenta?-Estuve con él 12 años y en noviembre del 94 le dije que había tocado techo en su empresa y que quería emprender mi propio camino. Él me intentó retener y me dijo que montáramos los dos una segunda empresa. Pero vio que me quería marchar y me dijo que lo hiciera, aunque me pidió que esperara a que pasara la boda de la Infanta Doña Elena.
- Tenía un buen puesto de trabajo y estable en la mejor compañía de su sector. ¿Su familia trató de disuadirle de arriesgarse con su empresa?
-Es verdad que era un puesto fijo y que estaba muy bien considerado en la empresa después de tantos años en los que había ido ascendiendo. Pero mi señora me apoyó mucho y me acompañó. Constanza vio que que podía ser una oportunidad y me animó. Y hasta la fecha.
-¿Qué lleva a un empleado tan bien considerado a montar su propio negocio: la posibilidad de ganar más dinero o la de ser su propio jefe?
-En mi caso, ninguna de las dos. Creía que mi proyecto iba a tener éxito, hasta el punto de que le puse mi propio nombre a la empresa. Tenía la certeza de que saldría bien después de ese máster de aprendizaje que había hecho con el mejor hostelero de España. Tenía muchísima fe en crear mi empresa.
-¿No es agradable ser su propio jefe?
-Es agradable pero también es duro, porque soy muy autoexigente y crítico conmigo mismo y trato de ser mejor. Es una responsabilidad importante. Hoy día tenemos una estructura bastante grande y muy bien consolidada, pero empezamos con una estructura muy pequeña que ha ido creciendo y cimentándose. Tener a muchos empleados supone planificar bien las campañas porque son muchas nóminas que pagar.
-¿Qué le preocupa más?
-Que esos padres que me contratan la boda de sus hijos acaben contentos con la celebración. La puesta en escena, que vaya todo bien sincronizado, que la bebida esté muy fría, que las camareras estén guapísimas, que todos sepan repartirse y atender perfectamente a los invitados. Una celebración que empieza a las dos de la tarde puede teminar a las doce de la noche y hasta el final hay que tenerlo siempre todo perfecto. Esa confianza que han depositado en nosotros esos novios y esos padres en un día tan importante, no podemos defraudarla. Tenemos familias de cuatro o cinco hijos a los que le hemos servido la boda de todos los hermanos y esa tradición y la confianza que nos depositan nos fortalece. Y nos hace esforzarnos más.
-¿Qué dinero hubo de invertir para crear Cátering Miguel Ángel?
-80 millones de las antiguas pesetas. La mitad de ese dinero lo pedí prestado a un banco porque la otra la mitad había logrado ahorrarla. Puse todos mis ahorros en mi empresa.
-¿Es importante no endeudarse mucho en un negocio como el suyo?
-Sí, de hecho, no volví a pedir ningun préstamo más a ningún banco. Hemos crecido con nuestra propia tesorería, a pulmón abierto. Siempre hemos dependido de nuestra financiación.
-¿Ese es uno de los secretos del éxito empresarial?
-Y el trabajo, el sacrificio y la constancia.
-Su mujer se llama Constanza...
-Ha sido un apoyo fundamental. Nos casamos tan solo dos años antes de emprender este negocio de catering y ya llevamos 32 años juntos y 30 años con la empresa.
-En estos 30 años habrán tenido que superar muchas dificultades y sorteado varias crisis económicas, dos de ellas muy duras. ¿Pensó alguna vez en arrojar la toalla?
-Alguna que otra vez, pero nunca hasta el punto de querer dejar mi empresa. La crisis de 2008 hizo que nuestros ingresos bajaran ente un 25 y un 30 por ciento, pero nos adaptamos gracias a un buen fondo de comercio y una clientela muy fiel. Se dejaron de dar muchos eventos, incluso las copas de Navidades, y las que se hacían contaban con un presupuesto muy inferior. En esa época nos hicimos especialistas en la sopa de tomate, había menos bogavante y más salmorejo y gazpacho. Tuvimos que reinventarnos un poco y tener un un menú algo más económico para que se siguieran celebrando.
-¿Y cómo superaron la crisis de la pandemia del Covid?
-Empezamos bien el 2020, incluso servimos al Rey Felipe VI, con motivo del 350 aniversario de la Real Maestranza Caballería de Sevilla. Eso fue justamente un mes antes de que llegara la la pandemia. A partir de ahí, con varios meses encerrados, nuestros ingresos se quedaron en el 30% del año anterior, mientras que en 2021 sólo alcanzamos el 50%. También fue muy duro psicológicamente porque no sabíamos lo que hacer. Tuvimos que cerrar nuestra actividad y lo pasamos mal. Afortunadamente nos cogió con una tesorería buena y lo pudimos soportar, gracias también a alguna ayuda del gobierno. A partir de 2022 todo volvió a su cauce y volvimos a dar muchísimos eventos. Y esto se ha ido manteniendo durante estos dos últimos años.
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