Los mercados de Triana y el Centro de Sevilla se convierten en gourmet por el turismo
En zonas turísticas como el Centro o Triana son espacios con bares, tiendas y hasta teatro; en los barrios siguen siendo plazas de abastos
El comercio sevillano se abona al Black Friday que llega al jamón, los trajes de flamenca o los sex shop

Los principales mercados de Sevilla ya no son lo que eran. Se han transformado en otra cosa. Son espacios en los que cabe de todo. Igual que lo han hecho la mayoría de los que hay en España, los más emblemáticos de Sevilla, como ... el de Triana, El Arenal o La Encarnación son un ejemplo de ese proceso de cambio que han experimentado.
Si antes eran lugares donde se iba a comprar carne, pescado o frutas, desde hace algún tiempo se han convertido en algo más. Porque tienen bares, abacerías, lavanderías, tiendas de bicicletas, de ropa, floristerías, peluquerías y hasta teatro. Y algunos están incluidos en la ruta turística de los que visitan Sevilla.
El de Triana, uno de los más visitados, es un ejemplo de esa evidente transformación. «A lo que es el mercado tradicional de toda la vida se han sumado otras actividades que no tienen nada que ver con los mercados de abastos», admite Juan Antonio Ramos, presidente de este mercado tan particular que ha incluido actividades que no las hay en otros, como el caso de un pequeño teatro, el único que hay en España en un mercado de abastos.
En este caso en el mercado de Triana hay siete bares y otros negocios tipo charcutería que sirven las chacinas cortadas con una copa de vino. Así, sólo la mitad de los puestos se dedican a la venta tradicional de frutas, verduras, carne, pescados y otros alimentos.
En cualquier caso, el de Triana está incluido en un recorrido turístico, lo que hace que lleguen numerosos turistas y gente de paso. A ellos les venden muchas bandejas de frutas cortadas. Les llegan, por ejemplo, los escandinavos a los que todo les resulta baratísimo. ¿Lo que más le piden? Frutas de Sevilla como las naranjas, las mandarinas o las fresas de Huelva. «Siempre nos preguntan por productos de cercanía», dice el frutero.
Pero aún así, Triana es un ejemplo de los que siguen manteniendo la clientela fiel. «Despachamos a gente que son la tercera o cuarta generación de la misma familia», dice Ramos. En su caso también hay tenderos de toda la vida. Él es el yerno del que fundó la frutería que regenta con su mujer. Su suegro entró a trabajar en el mercado con 7 años en 1939. Y hay otros que tienen al frente de los puestos a la cuarta generación de tenderos.
Sin relevo generacional
Otro caso es el del Arenal, que tiene cada vez menos puestos tradicionales. Solo hay que entrar para comprobarlo. Quedan dos pescaderías, tres fruterías y una carnicería. El resto hay de todo: cafeterías, tiendas de jabones, cesterías, bronce, peluquería, floristerías, tiendas de bicicletas, o incluso una conocida arrocería.

Su presidente, Daniel Guerrero, lo atribuye a un tema de falta de relevo generacional y recalca que no es un modelo tradicional. ¿A qué se debe ese cambio? Se trata de una zona donde viven cada vez menos vecinos y está más poblada de turistas. Aunque todavía tienen clientes de toda la vida, que son fieles a la misma pescadería o frutería de siempre, también ofrecen comida para llevar que cada vez funciona mejor.
«Han ido cambiando. Muchos porque se han ido jubilando y no hay relevo generacional», argumenta Guerrero.
Es algo que también está ocurriendo en el mercado de la Encarnación donde redactaron el pasado año un escrito en el que exponían que no querían perder su personalidad. Porque, como dice Marina Cerrejón presidenta de ese mercado, quieren que se les dé prioridad a las solicitudes de puestos tradicionales de mercado de abastos. Ahora hay sólo un bar como tal pero también tienen abacerías o bares temáticos como una taberna arqueológica.
«Es un momento de cambio y de transición», admite. Por la ubicación, debajo de las Setas, están en una zona de mucha afluencia turística que hay que unir a los clientes de toda la vida. Por eso están en un periodo de adaptación en el que se mezcla el público de la zona con los turistas o los clientes de locales de la ciudad. Los turistas acuden y piden frutas, verduras o jamón o incluso comida preparada.
¿El futuro de los mercados? Hay que transformarse. «No queremos perder la identidad y ser un conjunto de bares sin identidad», recalca Cerrejón insistiendo en que también será necesario que cambien horarios y que abran por las tardes.
En la otra cara de la moneda hay otros mercados más tradicionales en los barrios. En el Tiro de Línea, Las Palmeritas, Los Remedios, San Gonzalo... son todavía plazas de abastos en las que se mantiene la esencia. Con mujeres que tiran del carrito de la compra, hombres que se toman la copa de aguardiente a media mañana, vendedores de cupones. Son mercados que en estos días, cuando se acercan las fechas navideñas, están más llenos que nunca. Con sus puestos de pescado o de frutas y verduras. O las tradicionales pollerías.
Mientras que en La Encarnación o Triana hay lista de espera para hacerse con un puesto, en muchos de esos otros mercados, hay vacantes. Según el Ayuntamiento, en esas plazas de abastos hay un 14 por ciento de puestos vacantes. En algunos como Sevilla-Este, Nervión, Candelaria o Cerro del Águila la lista de puestos vacíos es larga. Y eso que en las últimas semanas el Ayuntamiento ha intensificado su apuesta por estos mercados con la instalación de tótems informativos digitales en 13 de ellos con la idea de modernizarlos y adaptarlos a las nuevas necesidades de los consumidores.
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