Manuel Alejandro: «Las plataformas digitales nos lo ponen todo a mano, pero me han robado todos los derechos de autor del mundo»
El 'escribidor' de más de 600 canciones universales recibe este día de San Fernando la Medalla de Sevilla por el fomento del arte y la cultura
«Hay muchas canciones en mi catálogo que me dan hasta vergüenza escucharlas»
Manuel Alejandro: «En España fue difícil tener éxito; estaba de moda la canción protesta y yo no lo hacía»
Estas son las medallas de la Ciudad de Sevilla que el Ayuntamiento propone para este 2024
![Manuel Alejandro, en el estudio de su casa madrileña](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/05/26/manuel-alejandro-compositor-k7BF-U602542091904GQG-1200x840@diario_abc.jpg)
Manuel Álvarez-Beigbeder Pérez (Jerez de la Frontera; 20 de febrero de 1932) o Manuel Alejandro es 'Ese hombre' con 'Corazón de poeta' que firma algunas de las canciones más populares en lengua hispana de las últimas décadas. Nino Bravo, Emmanuel, José José, Raphael, Rocío ... Jurado, Isabel Pantoja, Julio Iglesias, Plácido Domingo, Hernaldo Zúñiga, El Puma Rodríguez, Jeanette, Luis Miguel o Alejandro Sanz han dado voz a los temas de este Hijo Predilecto de Andalucía que, a sus 92 años, continúa a pleno rendimiento. Este 30 de mayo, festividad de San Fernando, recibe otro reconocimiento por su extensa dedicación a la cultura y las artes, la Medalla de Sevilla, ciudad testigo de sus exámenes académicos y a la que compuso una hermosa letra. Concertamos la entrevista a la vuelta de un viaje de un ciudad europea en la que ha impartido un curso en la Universidad. «No voy a decir qué ciudad es, pero era lejitos», se disculpa. Él, que más que cualquier distancia, ha alcanzado los corazones de todo el mundo.
-Enhorabuena por la distinción con la Medalla de Sevilla al fomento del arte y la cultura. ¿Qué supone para alguien que tiene tantos premios, sumar el de esta ciudad?
-De Sevilla tengo muchos recuerdos. Primero, que le escribí una canción a Plácido Domingo, para mí es un orgullo. Me acuerdo que la orquesta la hicimos en Londres y él tenía un compromiso con Los Ángeles en 1989, tenía que dirigir 'Tosca' en el Dorothy. Cuando llegamos a Madrid quiso grabar 'Sevilla', la primera y la única que se grabó en España, todo lo demás lo grabamos en Los Ángeles.
Este álbum fue un encargo de él y de la Sony. En él, Plácido tenía un dueto con Julio Iglesias, 'Soñadores de España'. Estábamos en las puertas del quinto centenario que se celebró tanto en Sevilla y Plácido Domingo estrenó 'Sevilla' con el álbum completo en el estadio de Nervión. Fue un poco escandaloso porque estaba anunciado Julio Iglesias, Plácido de Domingo y Paco de Lucía. El día del concierto salió en la portada de ABC una foto donde estaba yo en el piano con los dos y nadie se acordó de llamar a Paco. A él le sentó muy mal y no fue al concierto y en esa mañana tuvieron que buscar a otro guitarrista enorme que lo sustituyera, Bitetti. Yo dirigí la orquesta. Fue un concierto muy célebre.
-Usted, que ha escrito tantas canciones, ¿recuerda esos versos que le dedicó a Sevilla? «Calles con sombras de siglos y nardos de plata…»
-Lo recuerdo, 'Sevilla, verde, claridad sonora'. Bonita, elegante, fina letra.
-¿En qué se inspiró para cantarle así a esta ciudad?
-Yo en realidad debía haber sido poeta, pero no lo fui porque no estudié Gramática y me quedé en letrista.
- A usted no le gusta que le definan como compositor, prefiere otras designaciones. ¿Autor, escribidor, contador?
-Soy un escribidor de canciones, sin lugar a dudas. Cuando un periódico me pide un artículo, lo mando firmando como Manuel Alejandro es un escribidor de canciones, a menudo me corrigen y ponen Manuel Alejandro es compositor. Y yo no soy compositor, compositor es por ejemplo el sevillano Manuel Castillo, o Robert Schumann o Brahms o Beethoven. La canción viene precisamente de cuando el hombre da sus primeros pasos en esta bendita tierra y escuchaba a los animales. El humano lo primero que hizo es imitar al pájaro. La canción es un suspiro, un grito, un lamento, es algo natural totalmente, sin ciencia de ninguna clase. La música que se compone se ha ido estudiando de siglo en siglo y en el conservatorio lo que se estudia es el análisis en realidad de esa obra compositiva. Por eso tiene sus reglas y fórmulas. La canción no, la canción dice: «Voy a quererte demasiado cuando vengas». Lo escribes y nadie te va a decir cómo lo tienes que poner.
-¿Y se considera un poeta?
-No, me gustaría, me encanta, me siento hermanado. Mis amigos de Jerez eran sobre todo poetas y también me gustan sobre todo los poetas sevillanos, más que los granadinos. Bueno, Lorca también. Pero me gusta mucho Salinas, es un poeta enorme. Abría la boca y rimaba. Cuando hablo de la música, perdone que insista, de la música clásica, de la música que se compone, que tiene sus reglas y códigos internos llega un momento, como creo que ha llegado hoy, a descomponerse. Yo ahí, soy más que la descomposición. Ya Bartók, al principio del siglo pasado, tocaba cosas que el oído y el corazón no asimila, ni va a asimilar nunca. Una cosa es modernizar y engalanar y hacer cosas nuevas, pero que no se salgan de lo que es la música, que es algo que tiene que ir directamente al sentimiento, si no, no sirve para nada.
-Para imprimirle ese sentimiento hay que sentirlo, valga la redundancia, ¿no?
-Hay que sentirlo y saberlo hacer, pero sin salirte del tarro, sin descomponer el tipo de la sinfonía.
-¿Le asusta que le llamen maestro o genio?
-No, no. Genio el que tengo yo desde chico, mi madre me decía: 'Qué genio tienes, hijo, con lo delgado que eres'. Y maestro de nadie porque además en lo mío no se enseña nada. No, no, no. Yo he ido escribiendo lo que he ido sintiendo y, claro, con la ayuda de las muletas que me dan mis estudios.
-¿Qué recuerda de esa época de estudios en Sevilla?
-Yo me examiné en el Conservatorio de Sevilla en la calle de Jesús de Gran Poder, de solfeo, de todo el piano, de armonía, de contrapunto de fuga, mis notas están ahí, no eran muy buenas. No creo que sacara buenas notas en la vida, ni en la música ni en nada. No me he sometido a unas reglas nunca, quizá por eso escriba canciones. Me acuerdo de mi tío Cristóbal, casado con una hermana de mi madre. Trabajaba en la Armada y se instaló en Sevilla por un problema que tenía con el Gobierno. Vivían en la calle Ifni, en Heliópolis. Yo cogía un tranvía por Colombia que llegaba a la Plaza Nueva y cruzaba Tetuán hasta la Plaza del Duque. Con 20 años me fui a Madrid y allí vivo desde entonces.
Un hermano de mi padre vivía en Sevilla también. Era ayudante de obras públicas, jefe de las obras del puerto, muy conocido. Yo iba a verlo por las tardes frente a la Catedral en una cafetería que se llamaba la Punta del diamante, que creo que ya no existe (esta esquina entre la calle Alemanes con la avenida de la Constitución está ocupada ahora por un Starbucks). Iba mucho, pero hay muchas cosas de las que no me acuerdo. Yo iba a examinarme. Toda la vida estudié con mi padre, que sí era compositor y que tuvo mucho contacto con Sevilla. Mi padre, el maestro Beigbeder, escribió mucha obra religiosa. El Stabat Mater que tuvo se lo estrenó un gran maestro de capilla muy célebre y muy buen músico, que instauró el conservatorio de Sevilla, Norberto Almandoz Mendizábal. Tuvo una crítica del ABC fenómena que yo guardo. Es cierto que mi padre se encerró en Jerez de la Frontera y tuvo 10 hijos, no quería nada con el mundo (risas), pero le estrenaban las cosas en Madrid, Barcelona, hasta en París, y él tiraba para acá. La religión le ataba mucho. En este sentido, tiene muchas marchas que en Sevilla se ponen muchísimo.
-Y usted, ¿cuándo sintió vocación por la música?
-No he tenido vocación para nada. Mi padre sí tuvo vocación, se casó muy tarde porque estuvo a punto de ser sacerdote. Y esta es otra anécdota de Sevilla. En un desengaño amoroso antes de conocer a mi madre se fue a Sevilla para meterse en el seminario y resulta que allí estaba un hermano suyo y éste dijo que mi padre no tenía la vocación suficiente y echaron a los dos. Y gracias a eso, estoy aquí.
En casa éramos diez, yo era el séptimo y mi hermano José María el octavo y los dos vivimos, o medio vivimos. Cuando eres el séptimo te hacen muy poco caso y más en una familia económicamente ajustadísima te ponen de lo que sea. Como cateábamos mucho en el instituto, mi padre dijo: «Estos dos no sirven para nada, a estudiar música», que era lo que él podía dar. Mi hermano tuvo una gran carrera dentro de las bandas militares, fue director de música de la Armada como mi padre, que compuso junto a José María Pemán el himno de la Armada española. Nos puso un babi y unas alpargatas y allí estudiamos música hasta que a los 20 años me echó para Madrid. La vocación me ha ido viniendo después.
-¿A su hermano también?
-Mi hermano José María estuvo en San Fernando en la Infantería de Marina y en el Ministerio de Marina muchos años, gracias a esto lo he podido tener a mi lado toda la vida a la hora de grabar mis orquestas. Él me ha hecho la labor de estudio, la brega con los cantantes, que afinen… Le llamaban el tísico. Decían que la gente que tenía esa enfermedad tenía un oído muy agudo. Yo he aprovechado eso, hemos hecho unas grabaciones fantásticas, no ha habido un violín desafinado. Mi hermano ya está jubilado, aquí al que no hay al que jubilen es a mí.
-La vocación le ha ido conquistado poco a poco pero, ¿ha tenido la necesidad de hacer otras cosas, algún plan b u otro sueño por cumplir?
-No, no, el plan b ha sido y es el irme a un sitio paradisiaco. He sido totalmente feliz con lo que he hecho, me he sentido totalmente realizado. Yo más que escribidor, soy lector. No es que lea muchísimo, pero me gusta enterarme de todo. Y escuchar música también. Con las ventajas que nos han dado las plataformas digitales, escucho música clásica siempre. Hoy por ejemplo me he levantado escuchando la obra completa de piano de Schuman, ayer me terminé las cuatro sinfonías de Schuman y las cuatro de Brahms. Todo eso lo tienes a la mano gracias a estas plataformas. Le voy a decir lo más importante de lo que vamos a hablar. Todo esto lo dan todas las plataformas digitales después de haberme robado todos los derechos de autor del mundo.
-Pero los derechos de autor están regulados...
-Eso qué va a estar regulado. ¿Usted cree que se vende un disco? Ni se hacen ya prácticamente. Y los derechos de autor, quien lo respete… Mi fuente principal, que naturalmente es toda Hispanoamérica, allí no respetan nada. Y aquí, incluso las televisiones de primera clase no pagan. No, no, increíble. Se han llevado todo y al final del mundo digital te dan 800 euros. Una vergüenza. Hay mucha pelea con la CISAC, que está detrás de todo eso, pero es muy difícil de perseguir el humo. Por eso hoy no hay autores escribidores de canciones que vivan de ello. Hoy, el que se hace las canciones, las canta. Y entonces le da igual que le pague esta o aquella plataforma porque se lleva el dinero de la publicidad.
El autor a secas, lo que he sido yo toda mi vida porque lo de cantar ha sido anecdótico por presentar algo, pero ni me gusta ni tengo cualidades para ello, vive de un anticipo continuo. Es una desgracia brutal. Antes, las compañías de discos te esquilmaban absolutamente, pero era notorio que se vendía mucho porque estaban en las casas esos cd o esos vinilos, algo te pagaban. Hoy no hay quien te anticipe. Menos mal que me ha pillado en la recta final.
-Siendo el autor de más de 600 canciones, la mayoría de éxito, no habrá pasado estrecheces.
-Toda la vida he vivido entrampado y lo sabe todo el mundo, no es un misterio. Por ejemplo, del álbum que le he hecho a Julio Iglesias, lleva vendido 3.200.000 discos auténticos y uno dice voy a pedir dinero para hacer un viaje a las Bahamas, pero a la vuelta pillas la enésima parte. Nunca ha habido una seriedad, un seguimiento. Por eso no es por casualidad que todo lo de la canción haya quedado en los conciertos continuos que se dan en todas partes. Todo el mundo se ha puesto a cantar y hoy hay estrellas que no tienen ni aspecto de estrella, ni nada.
-Hablando de estrellas, está escribiendo una canción para Alejandro Sanz y Rosalía.
-Sí, me encargaron una canción, ahí está. Pero de eso a que la hagan… Se tendrán que ver, coincidir y 40.000 cosas. Es preciosa, estupenda, no puedo decir el título. Siempre he estado enredado con estrellas y he hecho lo que me ha parecido, lo que he visto en ese momento y me ha parecido oportuno. Eso que llaman inspiración es fruto del trabajo y el estudio diario. Y a veces, también la necesidad, que también inspira muchísimo.
-Con tamaño catálogo de canciones, ¿hay alguna que no le guste?
-Sí, sí, muchas. Hay varias canciones en mi catálogo que me dan hasta vergüenza oírlas. He hecho cosas que no eran buenas. Al principio hacía unas canciones muy difíciles, todo hay que aprenderlo, esto requiere de un aprendizaje enorme. Cuando empecé con Raphael en los años 60, del 61 y hasta el 66 la gente no se dio cuenta que estaba Raphael en el mundo con canciones mías. Todas las canciones anteriores fueron una lucha, dándoles vuelta al limón hasta que explotó. No hay duda de que la experiencia es un grado enorme y la sensibilidad no la pierdes. Se te acumulan con la edad la sabiduría y la sensibilidad, que aumenta con estas edades. Cualquier cosa te llega y te hace llorar, la piel se adelgaza muchísimo y se te notan todas las cosas que tienes por dentro.
-'No hay duda de que pregono el andaluz, ¡y lo bebo! Y me como Huelva entera'. Así empezó su discurso en la gala en la que recibió el título de Hijo Predilecto de Andalucía en 2022. ¿Tiene pensado lo que dirá en Sevilla?
-Recuerdo a Eva González, que estaba casada con Cayetano y le pregunté si era un buen matador (risas). Fue lo mejor de todo el día. Me dijo que sí, ahora me diría que no. A mí me gusta Cayetano porque se ha salido siempre del tarro, no es Pepe Luis Vázquez, va por otro lado.
No he pensado nada para Sevilla. Dejo fluir las cosas, empiezo a hablar y como salga. Como me está provocando, pues yo me estoy defendiendo. Lo que hago en realidad es tapar mi timidez atacando.
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