Luis Ybarra: «Es un tópico que los artistas tengan miedo a la Bienal, sigue lanzando carreras»
Con apenas 28 años, el periodista y crítico sevillano ha programado la gran cita mundial del flamenco, que empieza el día 11 bajo el lema 'Ole de nuevo'
Luis Ybarra: «En el flamenco, y en la Bienal, la juventud es un grado»
Programación: La Bienal de Flamenco de Sevilla se inaugurará con un espectáculo dedicado a Paco de Lucía
![Luis Ybarra, director de la Bienal de Flamenco de Sevilla](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/09/01/luis-yabrra-bienal-kaSD-U603004118617LUF-1200x840@diario_abc.jpg)
A Luis Ybarra (Sevilla, 1996) le han sobrado, dice, dos agostos. El del año pasado, cuando acababa de ser nombrado director de la Bienal de Flamenco de Sevilla y éste, a escasos días de que todo su proyecto se vuelque en los teatros y ... las calles de la ciudad. Periodista, crítico, escritor, máster en gestión cultural y, sobre todo, apasionado del flamenco, el joven afronta el reto con arrolladora ilusión.
-Estos 13 meses desde que fue designado como director de la Bienal, ¿ha podido descansar o no ha parado?
-La verdad es que ha sido una carrera de fondo hasta llegar a la Bienal. Me han sobrado dos veranos, dos periodos vacacionales. El de agosto de 2023, porque yo ya lo que quería era entrar, conocer bien a mi equipo y empezar a planificar, más allá de llamadas por teléfono. Me sobraron las vacaciones pasadas y estas no es que me hayan sobrado, es que prácticamente no han existido. Ha sido una carrera de fondo hacia la Bienal en distintas etapas, todas muy bonitas. Desde empezar a imaginar una Bienal hasta sacar la programación, presentar el cartel de Miquel Barceló, sacar la programación y la venta de entradas a la calle, presentar la actividades paralelas y ya ir profundizando en cada proyecto, ver cómo las producciones se iban armando. Cada etapa ha sido preciosa, pero muy rápida. Seguramente será el año más rápido de mi vida.
-Reconoció cierta sorpresa cuando fue designado. ¿Cuál fue el principal reto que se impuso tras aceptar este proyecto?
-Más que sorpresa, yo tenía otros planes. Yo estaba viviendo en Madrid, colaborando en ABC de Madrid y en otros medios, y tenía en mente, de manera inmediata, seguir desarrollando mi carrera profesional como periodista 'freelance' allí para poder bajarme en unos años. Pero la vida siempre tiene algo preparado que te sorprende. En cuanto al primer gran reto yo lo que pretendía como espectador y como sevillano, más que como director, era hacer un festival diferente a todos los festivales. La Bienal de Flamenco de Sevilla no se podía parecer a ningún otro festival, ni de España ni del mundo. Cada uno tiene su impronta, cada uno tiene su filosofía y yo quería que tuviera unas características propias, que lo que sucediera aquí no sucediera en otros sitios. Y en esa línea planteamos noches únicas, espectáculos que no nacen con la vocación de girar, sino de suceder, de que ocurran aquí. Algunos tan únicos como los del Alcázar con Pedro Ricardo Miño con la Macanita e Inés Bacán con un repertorio que va todo a piano con estas dos cantaoras. Se llama 'Pozo de luna' y se llama así porque ese día hay luna llena. ¿Cómo va a girar eso si está cogido en el Alcázar de Sevilla un día que tiene luna llena? Espectáculos en esta línea hay muchos, encuentros únicos. Hay también muchos artistas sevillanos, de la capital y de su provincia, pero también de todas las provincias andaluzas, de Extremadura, de Madrid, de Cataluña y de fuera de España, hay representación territorial. También representación de las distintas generaciones, nuevos valores que nunca han estado en la Bienal y también artistas que recuperamos. Vienen muchas figuras genuinas que estoy seguro la vamos a dar a conocer al público. Figuras como La Kaíta o Emilio Caracafé, artistas en una órbita underground. Mi idea era contar con muchos de estos artistas y hacer un balance dentro de 20 años y poder decir orgullosos: «Pues le dimos espacio a José de la Tomasa, a Calixto Sánchez, a Juan Villar. Contamos con Chico Pérez, David de Arahal y Alejandro Hurtado y mira ahora dónde están».
-¿Y quería que se diferenciara también de otras ediciones de la Bienal?
-Por supuesto, y no como algo negativo. Cada Bienal es un proyecto en sí que tiene la firma de un autor que es el director, y yo he de reconocer que tomo prestado o hago un robo artístico de ideas que tuvieron Cristóbal Ortega o Chema Blanco, o Domingo González o Rosalía Gómez, también de Ortiz Nuevo. Cada director tiene cosas que son extrapolables a otras ideas y en ese sentido yo no quería que se parecieran nada, pero lógicamente hay que tomar prestado ideas anteriores. La idea de encuentro artístico no es nueva. Ya en la Bienal de Ortiz Nuevo, por ejemplo, había muchísimos encuentros con figuras digamos genuinas, que a lo mejor por sí solas no venderían demasiadas entradas, pero sí que puede llenar un aforo de 800 personas que quieren ver artistas genuinos de Extremadura, por ejemplo. O de Triana o de Jerez. La idea también de la última Bienal de que cada espacio fuera una Bienal en sí también es prestada. Yo creo que este año hemos conseguido que el Teatro Central se convierta en una pequeña Bienal. El Alcázar es una pequeña Bienal de encuentros con artistas genuinos. En fin, cada espacio tiene su singularidad. Incluso lo hemos planteado de esta forma que tiene una inauguración y una clausura. El Espacio Turina también es en sí una Bienal de guitarra. Somos el festival del mundo que tiene más guitarra de concierto y esa pequeña Bienal empieza con la presentación del segundo y esperado disco de Manolo Franco. Y termina con un mano a mano de Niño Josele, que se programa muy poco, y de Ricardo Moreno. Y entre medias pues hay todo un desarrollo con figuras más consolidadas, flamenco más tradicional, más vanguardista, flamenco encontrado con la música clásica como el caso de Albéniz flamenco, guitarristas en solitario como Pedro Sierra y otros que vienen muy, muy arropados, como Juan Carlos Romero, que estará con Marina Heredia de invitada con Trío Arbós. Y esta era la idea, tomar prestado de directores anteriores, pero que no se pareciera a ninguna.
-Precisamente de su antecesor se hablaba de su inclinación a las vanguardias. ¿Es el propio lema de la Bienal, 'Ole de nuevo', una apuesta por lo más tradicional y clásico?
- Yo quiero romper con eso doblemente, en el sentido de que no solo se rompe con la Bienal anterior, con eso no quiero decir que fuera mala o buena, no entro en juzgarla. Simplemente es diferente. Pero donde creo que rompemos es que esta Bienal es muy vanguardista no sólo porque tenemos a Israel Galván en la clausura haciendo 'Carmen' con la Sinfónica y con un coro que viene de Finlandia, no sólo por tener a Andrés Marín y Ana Morales, dos premios nacionales juntos, muy vanguardistas. No solo por tener valores como Paula Comitre, a La Tremendita con La Caíta en 'Un encuentro salvaje', o tener a Gautama del Campo con Pepe Bao, con Tino di Giraldo, con Caraoscura, músicos muy buenos vinculados a la vanguardia. Si esta Bienal es vanguardista es porque programamos en un mismo espacio escénico a José de la Tomasa y a La Tremendita.
Una de las claves nos la daba Miquel Barceló al presentar el cartel que nos decía «como Altamira, lo más antiguo es lo más moderno». En el flamenco hay modernidades, como la seguidilla de Manuel Torres, que tiene un desarrollo, una arquitectura que todavía no se ha superado más de 100 años después. Y estoy seguro de que Manuel Torres seguirá siendo moderno dentro de un siglo y dentro de dos y de tres, igual que lo será José de la Tomasa. No los comparo, por supuesto, aunque sean de la misma familia. O igual que lo serán Juana la del Pipa o Farruquito, que ha cambiado el baile contemporáneo. Y por supuesto también es vanguardista Israel Galván. Pero para mí también en la tradición hay una vanguardia muy, muy interesante, y por eso a mí me parece que esta Bienal bien entendida es sumamente vanguardista.
-Entonces, ¿qué quiere decir ese 'ole de nuevo'?
-Yo veía en los carteles de la ciudad, en los autobuses y en todos los espacios municipales donde podemos anunciarnos y más allá de los municipales y veía una bienvenida a la ciudad. Veía todos esos sevillanos y extranjeros viniendo a la ciudad en septiembre encontrándose con esa carta de presentación. Y la verdad que ese 'ole de nuevo' era un juego de palabras. Ole, hola. Una bienvenida de la Bienal a todos los visitantes para que se sintieran acogidos. Esta es la idea original. Es verdad que en esa ambigüedad parece que lo anterior no es bueno. No, no, simplemente volvemos después de dos años y volvemos para decir ole, ole de nuevo y con propuestas que reivindican per se ese ole más genuino. Hay distintas maneras de decir ole. Yo le digo ole a Andrés Marín y le digo ole a Farruquito. Y son distintos. Es verdad que hay un ole, digamos, más fácil, menos conceptual. El propio Andrés Marín es muy consciente de esto y quisimos incluso jugar con ello en la Velá de Triana, programándolo con Concha Vargas. También estaban José Méndez y José Valencia. Es un ole más intuitivo el que se le dice a Concha Vargas, pero también se le dice ole Andrés Marín con el sombrero de ala ancha de Pepe Marchena.
Tenemos dos recitales de baile en el Maestranza. Uno es el de Farruquito, pero otro es el de Eva Yerbabuena, que va a hacer un recital de baile, por así decirlo. Un espectáculo hecho para Sevilla, donde ella va a bailar al cante, recuperar eso me parece muy interesante. Entonces también ese juego de palabra de nuevo, donde teníamos algunas figuras que venían de hacer proyectos digamos más conceptuales, la propia Yerbabuena en la inauguración de la pasada Bienal, y ahora viene con un concepto totalmente diferente. Y si suscita alguna polémica ese ole de nuevo, yo estoy fuera de ella.
-¿Ha programado la Bienal que había concebido?
-Yo tenía una Bienal ideal que es imposible. Hay artistas que están en gira en septiembre con los que yo quería contar, pero es imposible. Hay otros artistas que yo a lo mejor no consideraba, pero viéndolos en otros festivales o sentándome con ellos he entendido que teníamos que traerlos. La Bienal ideal es imposible, pero la que tiene su desarrollo no sé si es mejor o peor, es diferente, pero está mucho más armada y mucho más pensada. Hablo también como espectador, no digo que estén muy bien escogidos los espectáculos, sería muy vanidoso, pero sí muy pensados. Cada espectáculo tiene una importancia y un peso específico dentro de la programación. Y para mí eso es muy importante, que todos tengan un estándar de calidad, que yo como crítico flamenco y como aficionado defiendo todos los espectáculos que están en la Bienal porque todos tienen una importancia y tienen un estándar de calidad. Empiezas a pensar en la guitarra y ver a Paco Jarana con Rafael Rodríguez, Segundo Falcón y la puesta en valor de David Arahal y un músico como Juan Carlos Romero. Y todo tiene mucha importancia. El cante lo mismo. Lo que está haciendo Miguel Poveda, el espectáculo que está haciendo Arcángel, el de Argentina... Los espectáculos de instrumentales, la joyita que va a hacer Dorantes en San Luis de los franceses, la Big Band que hemos creado para el Auditorio Cartuja. Toda la programación de la Alameda, que era un espacio donde muchas veces se programaban propuestas que no sabían dónde meter y no, la Alameda tiene una importancia brutal, nada más por el enclave en el que está. Por eso van artistas de primerísima como Israel Fernández, David Palomar, con una propuesta muy original, Manuela Carpio al baile, Enrique el extremeño con 50 años de carrera, Raimundo Amador encontrándose con Emilio Caracafé, Pepe Bao con Gautama y con Caraoscura, con Ezequiel Reyna, Tino di Giraldo.... Son propuestas muy sólidas todas. Yo estoy muy contento. La respuesta ha sido muy buena. Más de 20 espectáculos con las entradas agotadas a semanas de que empiece la Bienal habla de que la gente también la ha acogido con muchas ganas.
-¿Cuáles son los que no están y le hubiera gustado programar?
-Bueno, hay muchos pero, si soy sincero, me alegro también porque creo que la Bienal tiene un gran equilibrio en torno a primeras figuras que te van a vender el festival y artistas mucho más genuinos que te aportan otra cosa y que para mí es muy importante que estén. Y en ese sentido estoy muy contento de que haya artistas con los que yo quiero contar en 2026 que no están en 2024. No sé si haré yo la Bienal de 2026, pero bueno, es imposible hacer un proyecto de estas dimensiones pensando solo en este año. Esto tiene un recorrido, la verdad, y habrá reflejo de la programación de 2024 en 2026 y artistas que no están, que yo los tengo como debilidades propias. No me importa mencionarlos, pero evidentemente hay primeras figuras como Vicente Amigo, María Pagés, Sara Baras, Mayte Martín, Marina Heredia, Rocío Molina, Dani de Morón. Grandísimos creadores como Cañizares, por ejemplo, un guitarrista enorme. Sabemos que en 2026 es el décimo aniversario de la muerte del Lebrijano y el 50 aniversario de la de Pepe Marchena, pues hay muchas efemérides ahí con las que me gustaría hacer cosas. Estamos a las puertas del 29 y se pueden hacer muchas cosas previas. Todo esto habla de la grandeza del flamenco. Podemos hacer una Bienal repitiendo muy poquitos nombres, diferente, pero también de primerísima categoría.
![Luis Ybarra: «Es un tópico que los artistas tengan miedo a la Bienal, sigue lanzando carreras»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/09/01/luis-ybarra-kkbC--760x427@diario_abc.jpg)
-Más todos los que pueden emerger en ese tiempo.
-Por supuesto. Espero que artistas que den un golpe en la mesa ahora sean ya un reclamo en 2026. Tenemos más de 15 debuts este año. Gente joven como David de Arahal, Alejandro Hurtado, a Chico Pérez que nunca han estado, pero también tenemos artistas que tienen mucho recorrido y que nunca habían estado como Marcelo Sousa, Manuela Carpio o Emilio Caracafé. Gente que nunca habían estado en primer plano como Manuel de la Tomasa y Lela Soto. El Turry o El Perrete, son, digamos, nuevos valores que se incorporan y que ojalá sean nombres con los que estemos mucho más familiarizados en los circuitos, porque estoy seguro de que son talentos de hoy que estarán mañana.
-Hablemos de cifras. 62 espectáculos, 17 estrenos absolutos. ¿Son muchos, pocos o lo que deben ser?
-Ya son más de 62 porque Miguel Poveda anunció una segunda función. Hay otra segunda función de 'Carmen' de Israel Galván, que, el 6 de octubre coincidiendo con la inauguración de la temporada del Teatro de la Maestranza. Después también hemos anunciado espectáculos gratuitos y que podremos disfrutar en la Alameda, en los Bermejales, en Sevilla Este y en los Jardines de Murillo. Hay además muchísima actividad paralela que se puede consultar en la página web, que son esos 'otros oles' de la Bienal. Al final son casi 70 espectáculos, para mí, una cifra muy buena. No tendría sentido hacer un festival de más de 60 espectáculos de flamenco, pero al ser Bienal, sí. Primero, porque el nivel de exigencia de creación a los artistas es muy fuerte. Tenemos 47 nuevas producciones en esta Bienal, es una barbaridad, hacerlo todos los años sería inviable. Pero tiene sentido y tiene sentido porque el flamenco es muy rico, es variado y vive un gran momento y es mucho lo que se queda fuera. La Bienal es el único festival del mundo que cuando se presenta la gente piensa en los que no están. Por ejemplo, José Mercé tampoco está. No lo mencioné antes, pero es otro de los grandes con los que la próxima Bienal pues claro que habrá que contar. No es que yo haya discriminado a nadie y haya dicho no, este no estará. He tratado de hacer múltiples equilibrios. Si se redujese el festival sucederían dos cosas. Primero, que la Bienal dejaría de ejercer como ese grandísimo motor creativo que es. Y los festivales de artes escénicas tienen que funcionar como motores creativos. Esta es otra de nuestras máximas. El terreno del baile sigue su curso de creatividad, pero la industria discográfica ya no funciona como el motor creativo que era en los años 70 y 80. Si Camarón graba 'Leyenda del tiempo' en el 79 fue por muchos motivos. Pero uno de ellos es que tenía un contrato con Phillips y tenía que grabar. Hoy día graban los artistas más proactivos y es importante que la Bienal le plantee proyectos a Inés Bacán y a La Macanita y también a Paula Comitre y también a Florencia Hoz y también a artistas más vinculados a la vanguardia. Pero tenemos que ejercer como motor creativo porque la industria discográfica no va a tocar en la puerta de Inés Bacán a pedirle que por favor haga un repertorio a piano o se lo dice espacios como la Bienal o no se lo dice nadie. Y también por el impacto. Bienal tiene tres impactos muy importantes. Uno es un impacto artístico que es más complicado de calibrar, pero bueno, dentro de 20 años diremos mira, sucedió todo esto. Tiene un impacto mediático y tiene un impacto económico. No es lo mismo estar una semana para los hoteles, por ejemplo, que estar casi un mes. Se genera un impacto muchísimo mayor en Bienal y la decisión de acortar o alargar también está implicando a toda la industria turística, que me parece que se ha de tener en cuenta.
«Si esta Bienal es vanguardista es porque tenemos en un mismo espacio escénico a José de la Tomasa y a La Tremendita»
-¿Debe ser el lugar donde todos quisieran estrenar?
-No sólo tiene que ser, sino que lo es. Mi experiencia este año me demuestra que los artistas quieren estar en Bienal. Es un poco un tópico eso de que les da miedo la crítica y no quieren venir y no les compensa. Los artistas quieren estar en Bienal, para ellos es un escaparate y un espaldarazo porque la Bienal es el festival que tiene un mayor impacto, es ese gran impulso, sigue lanzando carreras. Eso me parece fundamental porque hay pocos marcos en el flamenco y pocas marcas en el flamenco que sigan funcionando por sí solas. Y la Bienal tenemos que cuidarla entre todos, porque el éxito de la Bienal es el éxito de Sevilla, del flamenco, de Andalucía, de todos. Los artistas siguen considerándola como un trampolín. Y la propia afición también. De hecho, toda la tensión mediática que hay en torno a la Bienal, que no la tiene ningún otro festival flamenco es precisamente por eso, porque tiene una importancia vital. La prueba de ello es que todos los estrenos de Israel Galván, uno de los artistas más internacionales que tenemos en el flamenco, siguen siendo en Bienal y a él le gusta ese termómetro en cuanto a crítica, en cuanto a público y en cuanto a impacto mediático.
- Y al director de la Bienal de Flamenco qué le preocupa más, ¿la crítica o el público?
-A mí, por supuesto, el público, porque yo me pongo en el papel del espectador. Inevitablemente uno piensa un poco en todo. Yo respeto muchísimo la crítica. Creo que hace una labor fundamental que sirve también de termómetro, pero uno no puede estar pensando en la crítica y el artista que esté pensando en la crítica creo que está condenado a fracasar. Enrique Morente cuando hace 'Omega' no lo hace por abrir público en el terreno rockero, indie o en la industria musical española. Lo hace porque tenía la intención y la necesidad artística. Igual que Paco de Lucía no empieza a armonizar de una manera diferente en 'Fuente y Caudal', esa taranta y ese disco mítico del flamenco, pensado en que se iba a convertir en el mayor concertista, no. Era por una necesidad creativa, por un impulso que te lleva a crear. Yo no me comparo, por supuesto, con ninguno de estos genios, estoy a años luz en todos los niveles, pero sí que como programador voy a copiar lo bueno de Paco y de Enrique, del Lebrijano y a todos los grandes que están a nuestra espalda. Yo he tenido una intención creativa, sin vanidad lo digo, y he hecho una Bienal con muchos prismas y con muchos equilibrios. Pero esta Bienal es que tenía que ser así, sin pensar en la crítica y en el público y pensando a la vez en todos ellos. Porque yo quería ver teatros llenos y hacer una propuesta del gusto de la afición y de los espectadores y de los que no son aficionados también para que se acerquen a la Bienal por primera vez. Y para mí por eso es importantísimo que haya un Miguel Poveda, un Manuel Liñán y también un Cancanilla de Málaga. Sirve para descubrirte artistas, pero que también estén los más populares y los que son del gusto de la afición y que esto ha ocurrido siempre. Alguna gente dicen que siempre están los mismos. Pero claro, si uno mira los carteles de los años 30 de la ópera flamenca, evidentemente La Niña de los Peines, Manuel Vallejo y Pepe Marchena tenían que estar. Y después había otras muchísimas figuras que también estaban y en algunos sitios gustaban más unos y en otros, otros. Y para mí que haya toda esa representación generacional es muy importante. Estoy satisfecho con eso.
-Más que de críticas, hablemos de polémicas. ¿Qué le parece que Madrid se autoconsidere la capital del flamenco?
-Creo que muchas polémicas son muy sanas porque levantan debates verdaderamente profundos e interesantes. La propia Bienal ha sido objeto de polémica desde su origen y hemos vivido polémicas maravillosas en los teatros y otras que no nos llevan a ningún sitio. Y creo que la polémica es buena. La utilización del flamenco desde la política como una herramienta no me parece buena. Hay una reivindicación de la capitalidad del flamenco absurda. La capital del flamenco es difícil de definir. Son muchas, desde luego, y diría que no está en Madrid. Es indudable que Madrid es un gran escaparate para el flamenco. Yo he estado tres años viviendo en Madrid, amo Madrid, disfruto de Madrid. Hay grandes artistas madrileños, los ha habido siempre y lo sigue habiendo en la actualidad. Pero esa idea de tratar de convencer, de convertir a Madrid en la gran capital del flamenco, lleva muchas veces a algunos políticos a caer en polémicas absurdas, a meterse en terrenos que a lo mejor son pantanosos y que no conocen. Decir que el flamenco nació en Madrid, en el barrio de Chamberí, hace que todos nos riamos y que cualquier aficionado o artista madrileño diga «qué vergüenza». Pero bueno, Madrid y Sevilla no compiten, cada una tiene su público. Quiero reivindicar una cosa que sucede en Sevilla. Son las propuestas, la cantidad de artistas que viven en Sevilla y cerca de Sevilla. Hay que tener en cuenta que estamos a 50 minutos de Huelva y de Jerez, y a menos todavía de pueblos de su provincia, tan importantes para el flamenco como Utrera o Lebrija. No solo viven artistas, sino que hay muchísimo talento de aquí que salen de aquí y que tenemos que proteger. Tenemos asignaturas pendientes como la creación de más residencias artísticas, apostar por nuestro tejido artístico, implantar el flamenco de verdad en las escuelas. Por supuesto que hay retos, pero Sevilla creo que vive un grandísimo momento.
-¿Le plantearía al Ayuntamiento la creación de una fundación, una entidad que le dé estabilidad administrativa a un evento tan importante para Sevilla y Andalucía como es la Bienal?
-La Bienal es 100% Ayuntamiento y al ser 100% ayuntamiento administrativamente tienes una serie de condicionantes. Y el debate de que la Bienal tendría que ser un ente independiente, está y está desde que nace y no está resuelto. Yo lo que sí tengo que agradecer públicamente es el compromiso del alcalde, José Luis Sanz, por la Bienal. La Bienal tiene un equipo de trabajo permanente que en ocasiones ha sido 'robado' para hacer otros proyectos porque son técnicos del Ayuntamiento y como hay que sacar proyectos adelante, como el Festival de Cine, el Festival de Música Antigua y tantísimas cosas como salen del Ayuntamiento, pues en determinados momentos han tenido que dedicarse a otras cosas. Y yo tengo el compromiso de que el equipo de la Bienal, es de la Bienal, de que se va a intentar en el futuro incrementar el equipo y consolidar la sede. De momento la Bienal está en el Centro Cerámica de Triana y en el futuro pues ya se planteará. Lo que sí es cierto que en el horizonte todos deberíamos tener en cuenta lo que está sucediendo con los grandes escaparates escénicos. Y sí que es cierto que son importantes las residencias artísticas en el flamenco actual y en el flamenco futuro lo serán más. Sería importante empezar a sembrar y que todos entendamos, tanto desde el Ayuntamiento como de fuera del Ayuntamiento, porque esta es una asignatura pendiente de Andalucía, que igual que vamos por delante en algunas cosas, en otras también tenemos que fijarnos en otros modelos. Y en Madrid hay muy buenas residencias artísticas y se está apostando por ella. Que la Bienal fuera el motor de residencias artísticas y que tuviera un espacio escénico propio, pues sería sumamente interesante. Yo lo dejo caer ahí. Esto no depende únicamente de mí, depende de que se mueva muchísima gente, de que se pueda, de que exista ese espacio de crearlo, de que exista la motivación y no es una cosa que se haga, desde luego, en unos meses, ni siquiera en un año. Es una implicación de toda la ciudad en tirar hacia adelante. Yo en una carta a los reyes magos pediría que el equipo continúe, que no nos 'roben' el equipo y que Bienal crezca en su sede.
«En una carta a los reyes magos pediría que el equipo continúe y que Bienal crezca en su sede»
-A lo mejor ciudades no tan vinculadas con el flamenco aprovechan esas residencias para crear industria.
-Sí, lo que pasa es que uno corre el riesgo de que los artistas vayan a esas ciudades que les da las facilidades y lo que no se puede es maltratar tampoco a los artistas. Yo trabajo para el flamenco desde el Ayuntamiento, que me parece un matiz muy a tener en cuenta, por eso digo que hay que escuchar al sector. Sobre todo en el terreno del baile, la verdad, aunque cada vez más el cante también demanda unos 'rider' técnicos y unas características diferentes. La Bienal no es la de hace 30 años, está evolucionando muchísimo y a nivel de producción el flamenco se ha desarrollado como un arte escénica y requiere de otras herramientas. La residencia artística juega un papel fundamental y darle esa facilidad a los artistas me parece muy importante. Al final es apostar por el talento.
-¿Ha influenciado la pérdida de la subvención del Inaem en la organización?
-Eso a nuestro presupuesto no afecta porque no hay una vinculación de ingresos y gastos. El presupuesto de la Bienal tiene su partida presupuestaria y esa es una labor, digamos, de gerencia, que habrá que sacar el dinero de otras partidas, pedir las subvenciones de otra manera, porque esa subvención no es nominativa. Es decir, la Junta de Andalucía y la Diputación de Sevilla colaboran con la Bienal aportando una cantidad económica directamente. El Ministerio de Cultura desde hace años no sigue esta fórmula, sino que el Ayuntamiento de Sevilla se presenta a un concurso como el resto de festivales y opta a una subvención que históricamente a la Bienal le han dado el máximo. Pero digamos que no es una subvención nominativa que el Ministerio de Cultura aporta directamente. Personalmente creo que la Bienal tiene la entidad propia suficiente para que tuviera una subvención nominativa. Tampoco me quiero meter demasiado en política porque soy un perfil muy poco político, pero sí que como sevillano y como espectador considero que la Bienal merecería ese trato.
«La Bienal tiene una entidad suficiente para que recibiera una subvención directa por parte del Ministerio de Cultura»
-Hay múltiples espacios en esta Bienal, algunos se estrenan. ¿Se echará de menos el Lope de Vega?
-Claro, pero yo lo que no he hecho es buscar un sustituto al Lope de Vega, que no lo tiene, sino plantear una Bienal que no tiene el Lope de Vega porque está en obras. Algunos de estos espacio son muy singulares. Otros espectáculos que requerían de caja escénica pura y dura han sido llevados, por ejemplo, al Auditorio Cartuja, donde en esa disposición en semicírculo, genera un intimismo con el artista. Va a ser la bombonera del cante con José Valencia, Pedro el Granaíno, Rafael de Utrera, Esperanza Fernández, María Terremoto y Jesús Méndez. Y esa Big Bang que hemos creado flamenca, flamenquísima con Chico Pérez y Sergio de Lope. Pues ahí van a quedar muy bien los espectáculos. Es un espacio nuevo de Bienal que se incorpora y del que yo estoy muy orgulloso. Al igual que lo estoy por haber vinculado también por primera vez a CaixaForum a la Bienal. Y Vamos a hacer tres días en CaixaForum con espectáculos destinados para la familia en el primer fin de semana de Bienal con Leonor Leal como protagonista. Y por último, el otro espacio que se incorpora es el Muelle Camaronero, uno de los que más me motiva porque es muy desconocido para el sevillano. En la calle Betis, enfrente de la Torre del Oro, en la bajada del kiosco de las Flores. Y ahí van a quedar los espectáculos de una manera increíble.
-¿Necesita Sevilla un teatro flamenco?
-Por un lado, el flamenco es lo suficientemente diverso como para estar en absolutamente todas las programaciones de manera permanente. Hay flamenco y debería haber más flamenco, pero hay flamenco en la programación de la temporada del Teatro de la Maestranza, del Teatro Central, de la Sala Malandar, de los tablaos y por supuesto en las peñas donde el Ayuntamiento de Sevilla hace distintos ciclos durante todo el año. Hay flamenco en todos lados. Es cierto que a mí me parecería un proyecto bellísimo que la Bienal fuera un poco la capitana de todo esto, esté yo aquí o no esté, y que la Bienal tuviera residencias artísticas y un espacio escénico propio donde se expusieran algunos de los 'work in progress'. Y no solo eso, sino que pusiéramos en valor a grandes figuras. A mí eso me parecería muy importante, que todos los aficionados tuviéramos esa referencia. Ojalá en el futuro pueda hacerse porque Sevilla necesita de más espacios escénicos. Por ejemplo, Triana. Triana es una marca per se que todo el mundo reconoce. Pero a Triana le faltan espacios escénicos. El Hotel Triana está en obras y cuando nos hemos visto sin él... Es cierto que en Triana está el teatro más pequeño del mundo, que está el teatro de la Fundación Cristina Heeren, hay algún tablao, hay alguna sala, pero no hay un teatro de las características del Teatro Central o del Lope de Vega. Eso me parecería importante. Y después, desde luego, recuperar teatros en el casco histórico y fuera del casco para poder llevar la cultura a otros espacios es importante para Sevilla.
-Por eso la idea de esta edición es la de acercar la Bienal a los barrios.
-La idea es acercarla a los sevillanos. Y la primera carta de presentación hacia los sevillanos es la propia programación. Que los sevillanos identifiquen a los artistas y se sientan parte de ello y vean que está La Tremendita y José de la Tomasa y Aurora Vargas y artistas que llevan mucho viviendo aquí, como Romerito de Jerez y el Nano y y nuevos valores nuestros como Ismael de la Rosa, El Bola o David de Arahal. Que hubiera sevillanía en la programación, sea lo que sea eso, porque la sevillanía es muy compleja y hay muchas. Y después también bajar la Bienal a la calle. Yo no quería irme a ningún teatro para la presentación, por eso la hicimos en los jardines de Rafael Montesinos, el gran maestro para mí de la soleá escrita junto con Villalón y con Manuel Alcántara. Es muy importante que hayamos hecho una campaña muy grande con Tussam, que hayamos apostado por mupis, por una campaña de marketing súper interesante con lo del 'olematón' y con todo esto. Mi idea era, por resumir, que la Bienal se vive en los teatros, pero se ve y se siente en la calle.
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