entrevista
Javier Sánchez Menéndez: «Los libros que se publican ahora son como los tomates: ninguno sabe a tomate»
El poeta, ensayista, editor y librero reflexiona sobre la situación del mundo editorial
«Internet nos prometía más libertad pero nos ha convertido en tontos y esclavos»
«Las grandes editoriales siguen el modelo de negocio de las verduras pero un libro no puede venderse como un pimiento»
![Javier Sánchez Menéndez](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/10/29/sanchez_menendez-U503356787993yf-RA5T2zFUFRCWp584VxUYd1N-1200x840@abc.jpg)
Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1964) publicó su primer libro de poemas con 19 años y ya tiene cuatro antologías publicadas, tres en España y una en Colombia. De su proyecto «Fábula«, un conjunto de diez libros en torno a la poesía y ... la vida, ya han visto la luz seis. Sus últimas obras son «El libro de los indolentes», «Notas sobre el silencio» y «Sobre la naturaleza». Además de su producción literaria, fundó la editorial Isla de Siltolá y la librería del mismo nombre en el centro de Sevilla, que ahora sólo vende por Internet. Esta triple condición de escritor, editor y librero, aunque estas dos últimas las haya delegado en dos de sus hijos, le proporciona una perspectiva muy completa sobre el mundo editorial en España.
-¿Cuál es su libro de cabecera?
-El Quijote. Cada vez que lo leo, descubro cosas nuevas. Todas las ferias del libro que se hagan en España deberían tener un stand permanente dedicado a Cervantes.
-En Inglaterra eso se hace con Shakespeare.
-Allí son maestros del marketing. Cervantes, y que me perdonen los shakesperianos, le da diez mil vueltas a Shakespeare, según mi modesta opinión. Pero el marketing británico, que también ha sido colonial, es brutal y le da cien mil vueltas al español
-¿No valoramos bien lo que tenemos en España?
-No, no sabemos valorar lo que tenemos. Es un defecto muy español. Como la envidia.
-¿Cómo fue su experiencia editorial con la Isla de Siltolá?
-La fundé en 2009. Era una editorial modesta porque cualquier editorial que nazca en Sevilla no puede contar con el mismo apoyo ni la misma fuerza que cualquier editorial que nazca en Madrid o Barcelona. Editamos más de 500 libros, sobre todo de poesía y obras clásicas, a los que yo sigo acudiendo en gran medida y que suponen el 99 por ciento de lo que leo. Con la editorial quise dar voz a poetas jóvenes que no tenían ningún sitio donde publicar sus obras.
-Se dice que los escritores, en general, y los poetas, en particular, tienen mucho ego. Usted, que es poeta, dígalo.
-No es algo exclusivo de los poetas pero hay puñaladas, envidias. Incluso hay libros publicados sobre eso. Esto no es nuevo, ha existido siempre, pero Internet y las redes sociales lo han agravado y fomentado. Mucha gente comenta ahora que si no tienes amigos en Facebook o muchos seguidores en Instagram, no eres nadie. Y las redes sociales fomentan esa vanidad y ese ego del escritor. ¿Y todo eso para qué sirve?
-Quizá para vender libros....
-Y estar hoy en el candelero. Recuerdo que Santiago Castelo me dijo una vez, cuando escribía una columna semanal en ABC de Madrid, que no olvidara que al día siguiente de publicar mi artículo nadie se acordaba ya de mí. Y así es. Todo esto es muy efímero.
-Se dice que en España hay más poetas que lectores de poesía...
-Eso es verdad. Por otra parte, hay libros clásicos que por problemas de supuesto feminismo o supuesta igualdad se están modificando. Porque hay párrafos o descripciones que se consideran machistas u homófobas. O cualquier otra cosa.
-Parece un gran retroceso.
-Sí, un retroceso brutal y eso va a hacer que nos volvamos mucho más tontos.
-Con su editorial publicó a Aquilino Duque, un autor muy brillante que ganó el Nacional de Literatura por «El mono azul» y que por ser de derechas y políticamente incorrecto se convirtió en una especie de apestado literario. ¿No es otro gran retroceso juzgar a los autores por sus ideas y no por su obra o calidad literaria?
-Sí, ese es otro gran retroceso. Si valoras más la ideología de un autor que su calidad literaria, estamos destruyendo la cultura. Esto está pasando también con la música y se han suprimido estrenos de ópera de músicos alemanes acusados de ser nazis, por ejemplo. Estamos volviendo a los tiempos oscuros. Desconozco cómo vamos a salir de esto, pero se está perjudicando mucho a la educación y a la cultura. Se está fomentando la violencia, el conflicto y la división.
-Hace pocos días una librería de Sevilla canceló la presentación de un libro por las presiones de un grupo ultrafeminista englobado en el colectivo LGTBI. ¿Se ha vuelto a una nueva forma de censura?
-Es duro decirlo pero hemos vuelto a tiempos tenebrosos. A Aquilino Duque también le boicotearon una presentación. Sinceramente creo que no hay libertad en España. La cultura con mayúsculas debe abandonar las ideologías porque se ha ideologizado hasta un extremo insoportable. Aunque hay que decir que es la ideologización que se vive en la sociedad. Tenemos que estar enfrentados unos a otros por nuestras ideas y esto me parece peligroso. Se ha perdido el respeto a las ideas de los demás y todo es enfrentamiento y conflicto, lo cual genera violencia. Esa máxima romana de «divide y vencerás» se ha aplicado en España y nos están dividiendo.
-¿Esto que hacen los políticos no es un reflejo de la sociedad española actual?
-Completamente. Los políticos la fomentan pero esa división está presente en la sociedad española. Y esto es algo muy preocupante.
-Este jueves se ha inaugurado la Feria del Libro de Sevilla. ¿Qué opinión le merecen este tipo de eventos?
-Tengo un amigo de Cádiz que me ha dicho que viene desde hace veinte años al a Feria del Libro de Sevilla y que en los últimos años prácticamente todos los stands venden los mismos libros. Las distribuidoras te obligan a traer a unos autores y tienes que tener lo que quieren que vendas. Y por eso digo que los libros de ahora son como los tomates. Y ninguno sabe a tomate.
-¿Hay demasiada uniformidad en los expositores de las ferias literarias?
-Por desgracia, sí. Antes cada stand tenía su propia peculiaridad. No sólo de librerías de barrio sino grandes librerías que había antes. En el escaparate de esas librerías se veía la personalidad del librero. Ahora casi todos se han convertido en una especie de Casa del Libro.
-¿Y quién tiene la culpa?
-El mal de una librería o de una editorial es el distribuidor. El librero depende de él para tener novedades y el editor también para poder llevar sus libros en el mayor número de puntos de venta posibles.
-En Sevilla se han cerrado varias librerías en los últimos años y muy recientemente Yerma y la Isla de Papel. ¿Quedará alguna de aquí a diez años?
-Yo creo que van a quedar las que ejercen de grandes centros culturales tipo «La puerta de Tanhäuser» o «La librería Alberti», en Madrid. En Lisboa también las hay pero no veo ninguna así en Sevilla en la que puedas estar toda la tarde y que te traiga a los autores. Aún así, hay magníficos libreros en Sevilla y pequeñas editoriales que sacan auténticas obras de arte con tiradas muy reducidas. Quiero decir también que la carga fiscal en España es brutal, de casi un 80 por ciento. Un libro que vale 10 euros le deja al librero 2,5 euros y así no es posible mantener un negocio.
-¿Por eso cerró la suya?
-Sí, no lo voy a negar. Pero a mí me dio la puntilla la pandemia. En Estados Unidos cierran varias librerías todos los días. Esto no sólo pasa en Sevilla o España sino que es un fenómeno mundial.
-¿Qué opina de la proliferación de obras inéditas de grandes autores clásicos?
-Esto me llama mucho la atención, por ejemplo, los inéditos de Juan Ramón. No tenemos tiempo para leer su obra importante y no dejan de sacar inéditos. Supongo que será porque en dos años prescriben los derechos de su obra y los herederos han mandado becarios a Puerto Rico a abrir cajas para publicar todo lo que encuentren. Yo creo que de aquí a dos años van a salir muchos inéditos de Juan Ramón.
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