entrevista
José Lobillo: «Con la acuaponía se podría acabar con el hambre en muchos países del mundo»
El investigador y educador social sevillano la introdujo en el Polígono Sur y logró producir verduras y pescado con un mínimo consumo de agua, aunque el vandalismo ha acabado con gran parte de los invernaderos
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![José Lobillo en lo que queda de acuaponía en el instituto Romero Murube, del Polígono Sur](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/01/12/jose-lobillo-entrevista2-RmqmtMVCQhYkWcquwrlXLSP-1200x840@abc.jpg)
José Lobillo es veterinario y educador social. Hijo de veterinario y nieto de un maestro nacional, absorbió las dos vocaciones familiares, a la que unió la de investigador universitario. Y de ésta última nació su interés por la agricultura ecológica y por un revolucionario sistema ... de economía circular que permite cultivar hortalizas con un mínimo consumo de agua gracias al aporte de peces.
-¿Cuando descubrió la acuoponía?
-En la selva de Guajaca, en el sur de Méjico, durante los años que estuve viviendo allí por un proyecto de cooperación internacional con Veterinarios Sin Fronteras. Me quedé fascinado y cuando vine a trabajar al Polígono Sur hablé con unos amigos que son profesores en la Escuela de Ingenieros Agrónomos (ETSIA) para ponerlo en marcha. En Sevilla hay 14 zonas con huertos sociales y ecológicos y quise hacer algo parecido con la acuaponía
-¿Puede explicar este sistema?
-La acuaponía reproduce el ciclo de interacción entre animales y vegetales en el mar y en los ríos. Los peces liberan sus desechos al agua y todos esos desechos los transforman trillones de bacterias en sales minerales, que se disuelven en el agua, las cuales son absorbidas por las plantas para crecer. Lo que comen los peces se convierte en abono para las plantas. Las plantas dejan el agua limpia, que vuelve al tanque o la zona donde viven los peces, que la vuelven a abonar con sus desechos.
-¿Es una especie de economía circular?
-Sí, es un circuito que se retroalimenta, como lo que ocurre constantemente en el fondo de los mares y de los ríos. Lo que nace en ellos son plantas acuáticas y en acuaponía se sustituyen las plantas acuáticas por plantas terrestres cuyas raíces van metidas no en tierra sino directamente en el agua. En acuaponía se cultivan plantas sin suelo. Partimos de un depósito con peces que desemboca en otro depósito colector que genera todo ese circuito de peces, bacterias y plantas. Hemos publicado diez artículos de investigación en colaboración con la Universidad de Sevilla y la ETSIA. Hemos hecho tres cursos con la Universidad y otros con el Aula del Mar de la Universidad de Málaga. Y el pasado mes de octubre iniciamos otros cursos mucho más prácticos para explicar cómo se puede montar una instalación de acuaponía.
-¿Cuántas verduras han llegado a producir?
-En una instalación con 1.800 litros de agua, que ocupaba 7 metros cuadrados, obtuvimos en un año 177 kilos de distintos tipos de verdura como tomates, pimientos, berenjenas, patatas, zanahorias, etcétera, y 33 kilos de peces, en este caso, tilapia. 210 kilos de comida en 7 metros cuadrados que supera lo que se produce en muchos huertos y en agricultura convencional. Y todo con un consumo de agua muy pequeño. Sólo hay que reponer la que se evapora y la que pueden absorber las plantas. En acuaponía hay que destinar de 20 a 25 litros de agua por kilo de verdura, que es tres o cuatro veces menos de lo que se necesita en un cultivo terrestre convencional.
-¿Dónde comenzaron con la acuaponía en Sevilla?
-En el Polígono Sur gracias a un proyecto de crowfunding. Lo iniciamos con una familia de una zona muy chunga de los bloques verdes de Murillo. Era una familia que llegó al barrio hace varias décadas procedente del campo y les encantó. Lo hicieron en uno de los pocos patios legales que hay en el Polígono Sur. Tras esa primera experiencia, que arrancó en 2015, desembarcamos en el instituto Joaquín Romero Murube, también en esas zona, y lo hicimos más grande.
-¿Y qué pasó?
-Fue muy bien con esta familia y en el instituto. Y tratamos de introducirlo en el Polígono Sur a mayor escala. Pedimos financiación a la Fundación La Caixa y a la Fundación Carazo, incluso a fondos europeos. Pero no conseguimos nada de financiación para esa expansión. Con el confinamiento por la pandemia empezó el vandalismo y lo han destrozado todo. Tuvimos que sacar el invernadero de allí y el vandalismo no ha parado desde entonces de destrozar el huerto.
-¿Hace falta educación en las aulas y fuera de ellas?
-Sí, por supuesto. De hecho, muchas personas que han acudido a nuestros cursos son profesores que quieren utilizarlos como herramientas educativas. Ya se hace con los huertos sociales y ecológicos. En febrero vamos a hacer la tercera edición de nuestros cursos. Ha venido gente de toda España a Sevilla interesándose por la acuaponía.
-¿Está muy implantada la acuaponía en el mundo?
-Mucho menos de lo que debería porque es una técnica aún muy desconocida. La FAO la ha fomentado en zonas semidesérticas, principalmente en África, con pocos recursos hídricos.
-¿La acuoponía podría acabar con el hambre en muchos lugares del mundo si se desarrollara de una forma generalizada?
-Sí. De hecho, el padre de la acuoponía moderna, el norteamericano James Rakocy, hizo el primer sistema acuopónico comercial. Era algo sencillo, barato y con una producción brutal. No entiendo por qué no se ha adoptado. Da rabia porque la Unión Europea se interesó por esto y sus proyectos COST reunieron a muchos inversores. Pero se adoptaron modelos mucho más caros y complejos y el 90 por ciento de ellos quebró. También hay mucha falta de formación y eso influyó.
-¿Las grandes multinacionales agropecuarias pueden estar interesadas en que esto no prospere?
-No lo sé. Lo que si sé es que lo que no se conoce genera desconfianza. No se han hecho campañas de información y no se ha generado una demanda y se ha quedado a un nivel pequeño. En Australia y algunas zonas de Estados Unidos sí se ha expandido a nivel de autoconsumo y a nivel comercial. Pero en Europa apenas hay nada y en España tampoco ha funcionado comercialmente.
-¿Por qué? ¿Las verduras tienen un aspecto diferente?
-No. Tienen el mismo aspecto. De hecho, las producidas por acuaponía están libres de residuos químicos potencialmente peligros porque no admiten el uso plaguicidas convencionales. Tienen los mismos estándares de calidad que la agricultura ecológica como azufre o jabón de potasio.
-¿Y los peces?
-La tilapia es un pez que sabe como la dorada si pocos días antes de su retirada se introduce en un tanque de agua con sal. Se marina y tiene un sabor exquisito. Pero los chinos, que son los mayores productores mundiales de tilapia en acuicultura, inundaron el mercado con filetes de tilapia congelados sin depurar. En acuicultura, cuatro o cinco días antes de sacar los peces al mercado, tienes que depurarlos, es decir, tenerlos en ayuno en agua limpia. Y toda la tilapia china que llegó a Europa estaba así y sabía a fango. Y se convirtió en un pez maldito, casi como la panga.
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