Inma Puchal: «Fotografiando al Selu y su comparsa les decía que se pegaran y se daban tortazos»
Cien por cien producto interior de la movida local de los ochenta, fotógrafa de flamencos, pintores, vips y músicos, se reinventa abriendo galería

Ha fotografiado a Carlos Cano, José Mercé, Marta Sánchez, María del Monte, Laura Sánchez, Eva González, Nati Abascal, Raquel Revuelta, María José Suárez, Pastora Soler, Manuel Lombo, Pasión Vega y a muchos de los pintores de la movida de los ochenta y de lo que ... se agruparon en torno a La Máquina Española. Se ha reinventado para hacerse galerista. Y, quince días antes del confinamiento, abrió en la calle Virgen de la Victoria, en Los Remedios, la galería «EXZéntrico». Ama la luz de Sevilla en primavera y los subidones del azahar. Y detesta que a veces seamos tan provincianos. Su rincón preferido está en la Magdalena, donde tuvo su estudio durante 25 años, cuando su mundo era el objetivo…
–¿Se hartó usted de la fotografía o tenía necesidad de hacer otras cosas?
–Buscaba cosas que me llenaran, que me enriquecieran. Y a mi siempre me apasionó el arte. Yo estudié Bellas Artes y el comienzo de mi carrera fue pintando, con un cuadro en la Diputación que fue segundo premio.
–No es por desanimarla, pero el mercado local del arte es el que es…
–En Sevilla no se piensa en la pintura como inversión, sino como un gasto que se lo pueden permitir unos pocos. Yo vengo en empeñada en cambiar esa dinámica, algo que no va a ser fácil.
–Su primera máquina fue una Reflex que le regaló su padre. Y usted descubrió el arte y fue consciente de que estudiar Económicas era un suplicio.
–Tremendo, un suplicio tremendo. Pero saqué matrícula de honor solo por demostrarle a mi padre que era capaz de hacerlo. Pero no terminé la carrera. En primero la dejé y me metí en Bellas Artes.
–La entendieron en su casa o le insistieron que ser artista es una forma glamurosa de pasarlas canutas…
–Mi padre no me entendió. Yo le decía que podía trabajar veinticuatro horas al día en algo que me gustara y ni una solo en lo que no me gustara Le llegué a decir que un día lo iban a conocer como el padre de Inmaculada Puchal. En los toros le ocurrió: ¿Vicente Puchal?, le preguntaron. Entonces es usted el padre de Inma Puchal. Hoy se siente muy orgulloso.
–La lista de personajes a los que usted ha fotografiado para las carátulas de sus discos es enciclopédica. Cuénteme que le pasó con Los Romeros de la Puebla.
–Una cosa graciosísima. Tu compones una imagen, le pides que te miren, pero uno de ellos era estrábico. Y yo solo le decía: pero me quieres mirar. Y él me decía, Inma te estoy mirando. Y lo puse de perfil.
–Y con el Selu y algunas de sus «borrachos» casi tienen que aplicarle oxígeno del lote de reír que se pegó
–(Risas) Sí, sí, sí. Me dolía el estómago de reírme. Yo les decía pegarse, refiriéndome a que se agruparan, y ellos empezaban a darse tortas.
–Silvio era todo un señor…
–Un caballero. Y con una conversación entretenida. Nos quedábamos con la boca abierta. Nos contó que pilló un taxi para que lo llevaran hasta Alemania.
–Y a Mistolobo tuvo que fotografiarlo en pelotas picadas. Pero pasó algo muy poco agradable.
–Se bebió una botella de vino caducado que teníamos en la nevera. Y le debió sentar mal en el estómago porque expulsó un eructo casi huracanado que se lo tragó enterito mi ayudante, Concha, cuando estaba midiéndole la luz. Concha nos dijo: no buscarlo que me lo he tragado todo yo.
–A un solista flamenco le dio un ataque de ira que lo pagó con su estilista. ¿Lo recuerda?
–Y lo insultaba llamándole maricón, maricón, maricón porque le había puesto laca en el pelo. Nos intimidó.
–Usted colaboró con la revista Hola y un buen día se desayunó con una portada hecha por usted y con un perro llamado Boy…
–Tenía que fotografiar en una finca de un aristócrata sevillano a Julio Benítez, un hijo de El Cordobés. Como directora artística de Hola iba Nati Abascal. La foto consistía en captar a Julio con un mastín que había en la finca. Cuando disparo yo siempre llamo la atención del modelo y digo: ¡voy!. En ese momento coincidió con Nati preguntando el nombre del mastín. Y se le quedó voy. Semanas después aparecía esa portada con el perro Boy…
–Y en la frontera argelina, en pleno Atlas, haciéndole un reportaje a Laura Sánchez, sintió en sus carnes lo que debe ser la rebelión de los simios…
–(Risas) Paramos en el Atlas a repostar y estirar las piernas. Sacamos unos sándwiches. Paco Serrato comentó que eran muy monos los monos que se nos acercaban. Y los monos nos dieron un par de tortas a mi y a Paco y nos quitaron los sándwiches.
–Todo eso quedó atrás. Ahora se enfrenta a la nada fácil tarea de hacer entrar en su galería a los sevillanos…
–La mayoría de la gente tiene miedo a entrar en una galería con pocos cuadros, se intimidan. En nuestra galería la gente entra sin miedo y lo que no entiende lo preguntan. Y lo más importante: vuelven.
–Los que entran con toda libertad son los abuelos, que los muy cachondos se sientan en un banquito que tiene usted para mirar las obras y se lo pasan en grande…
–Por la mañana tenemos visita del Inserso. Son la mar de entretenidos. Nos cuentan sus vivencias y yo estoy encantada de que vengan.
–Una de sus apuestas para darle marca a «EXZéntrico» es mezclar en sus exposiciones pintores de la movida sevillana de los ochenta con artistas muy jóvenes. ¿Qué persigue con eso?
–Aunar experiencia y juventud, suma.
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