El rincón de...
Ignacio Marín Caffarena: «Entre las filminas de mi colección hay una de ventas de parcelas en Sevilla a 80 pesetas»
Tiene más de 200 diapositivas de publicidad comercial de la Sevilla de los sesenta, el reflejo ingenuo de una ciudad que ya no existe
![Ignacio Marín Caffarena](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/07/29/Imagenignacio-marin-caffarena-RyoGFZm6mBseiucQTx6EiHI-1200x840@diario_abc.jpg)
-¿Es consciente de que lo que usted tiene es una Sevilla que se fue y que no regresará jamás?
-Sin duda. Estamos en plena era digital y entrando en ese paraíso anunciado de la Inteligencia Artificial. A partir de ahora ya nada será ... igual a lo vivido y la publicidad reflejará otra ciudad distinta.
-Es la Sevilla del Pali, del seita, de Pedro Roldán, de la bodeguita del Traga, de los combates de lucha libre, de los primeros electrodomésticos…
-Así es. Esas filminas para el cine reflejan la ciudad que usted apunta y las vicisitudes del pequeño comercio que respondía a un mercado que cubría las necesidades básicas de sus vecinos. Hoy, aquel comercio no existe y se ha transformado para atender al turismo.
-Para realizar una historia del pequeño comercio de aquella Sevilla es una fuente de documentación ineludible.
-Es un documento tangible que también puede encontrarse en las hemerotecas publicitados en los periódicos de la época. Referente al cine de entonces es un material indispensable que refleja la forma de vivir de la década.
-¿Perviven algunos de aquellos establecimientos o se los llevó la riá de la tecnología y las nuevas superficies?
-Un noventa y cinco por ciento de aquellos comercios desaparecieron. De esa época sobreviven, de las que tengo en las filminas, Autoescuela Velasco, el bar Latino y la cafetería Catunambú. Son los últimos mohicanos de aquella década.
-En ABC, de la mano sensible de Antonio Burgos, se atendió a aquel patrimonio comercial de la ciudad, creando conciencia de lo que se perdía.
-Recuerdo como lector de ABC en mis años más jóvenes aquellas llamadas al público sobre el patrimonio comercial y sentimental de una Sevilla que Antonio Burgos veía que se nos iba poco a poco.
-Pero el tiempo no hace prisioneros e impone su ley inexorable. Hoy es impensable un anuncio donde se vendan parcelas a 80 pesetas el metro cuadrado…
-Ese anuncio figura en la colección y eran parcelas fuera de Sevilla para construirte tu segunda vivienda, fiel reflejo de una ciudad que se incorporaba a la nueva economía menos austera y más consumista.
-¿En los sesenta empezamos a ser de otra forma?
-El sevillano siempre ha gustado del economato, de la gran superficie, de tirar del carrito de la compra lleno hasta desbordarse. Antonio Burgos escribió un artículo sobre el declive del pequeño comercio y el auge de las grandes superficies. Sevilla es una de las ciudades europeas que más metros por habitantes tiene de grandes superficies. El último ejemplo te lo da Costco.
-¿Cómo le llegaron a usted esas filminas?
-Nos la encontramos abandonadas en una antigua agencia de publicidad dentro de un par de cajas llenas de polvo y telarañas. Mi padre, Luis Marín, y yo, fuimos a alquilar un local para nuestra agencia y estaban allí abandonadas.
-Creo que entre ellas se encontró la de un abuelo suyo farmacéutico…
-La farmacia de mi abuelo en Málaga también fabricaba perfumes, cosméticos, colonias, cremas antimanchas que distribuía para toda España. Cuando vi la filmina con el nombre Caffarena me quedé muy sorprendido.
-Técnicamente, las filminas estaban hechas de una forma muy rupestre…
-Lo curioso es que la técnica de diseño y creación de estas filminas eran las mismas que la de los hermanos Lumiere cuando coloreaban a mano sus primeras cintas de cine. Aquí las coloreaban con rotulador.
-En cualquier caso, en el proceso de elaboración de una publicidad de aquel tipo, inanimada, intervenían cerca de diez personas.
-Nueve profesiones diferentes. Incluido el que llevaba en moto las cajas de filminas a los cines. Ni que decir tiene que el proyeccionista las colocaba en el proyector y las cambiaba a mano.
-Pero el marketing era muy básico. Hoy vemos en un día la publicidad que entonces se consumía en un año.
-Las filminas son de una sencillez e ingenuidad asombrosa para hoy. Era una estrategia de marketing muy simple. El escaso ruido mediático de entonces le permitía al espectador recordar la marca y el teléfono de seis dígitos.
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