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Un funeral de folclórica para María Jiménez en Triana

Un multitudinario funeral despide a la cantante con la iglesia de Santa Ana abarrotada; El delirio se desató cuando el carruaje entró en Triana

Sevilla despide a María Jiménez con palmas por bulerías

La carroza con los restos de María Jiménez Victor rodríguez
Mercedes Benítez

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Sevilla dijo adiós por bulerías a la cantante María Jiménez, cuyo entierro fue seguido por centenares de personas que acompañaron el paso del cortejo por las calles y que abarrotaron la iglesia de Santa Ana, en su barrio de Triana, que se volcó en la despedida de la artista.

El último adiós de María Jiménez fue un funeral de folclórica de las de antes, con coche de caballos y paseo desde Sevilla a Triana. Una ceremonia muy flamenca con la «catedral de Triana» que se llenó hasta la campana desde antes de que llegara el cuerpo de la artista. Era su último deseo y su hijo Alejandro Sancho quiso cumplirlo antes de decir adiós a su madre para siempre.

Para ello se utilizó un carruaje fúnebre de época con los caballos enganchados en cuarta que partió desde el Ayuntamiento de Sevilla en la Plaza Nueva cerca de las once de la mañana escoltado por dos motoristas de la Policía Local.

En el coche iba el féretro con los restos de la artista, cubierto por el mantón de su madre y las plumas que le hizo la diseñadora Aurora Gaviño. En los laterales dos coronas de flores: una de su hijo, su nuera y sus dos nietos (que estuvieron presentes en el entierro) y otra de su hermana y sus sobrinos. Tras él varios coches fúnebres repletos de más coronas de flores, entre ellas la que había enviado Joaquín Sabina, cuyas canciones fueron versionadas por la artista, y también la enorme foto de la cantante que estos días se desplegó en la capilla ardiente. Y todo ello con un gran número de periodistas de todos los medios de comunicación y varias televisiones emitiendo el entierro en directo.

Fue el hijo, ayer vestido con un traje de chaqueta de cuadros y una corbata de lunares, uno de los que portó el féretro tanto a la salida de la capilla ardiente como a la llegada al templo ayudado entre otros por Francisco Rivera y Manuel Lombo.

Ayer, Sancho también tuvo que encargarse de poner orden cuando en la misa hubo que pedir al público que dejara paso para que los familiares pudieran estar en primera fila. A Alejandro Sancho, ayer más sereno que en la jornada anterior, se le notaba el cansancio en la cara ya que permaneció con el semblante más serio. Y abanicándose todo el rato ya que el calor dentro de la iglesia era insoportable pese a los ventiladores que habían puesto.

Fue una jornada repleta de público por las calles. Desde que la comitiva fúnebre salió de la Plaza de San Francisco hasta que llegó a la de Santa Ana el público fue animando, aplaudiendo por bulerías y haciéndose fotos. Por las calles Hernando Colón, Alemanes, García de Vinuesa, Arfe, Antonia Díaz, Paseo de Cristóbal Colón... había cada vez más gente. Pero sobre todo el delirio se destacó cuando llegó a Triana, el barrio donde vivió y murió la artista. El puente estaba lleno de gente, el Altozano más y en la calle Pureza y Santa Ana parecía un día de Semana Santa. Al ataúd le tiraron flores, a María la aplaudieron y la piropearon. «Vivan las mujeres valientes», dijo una voz desde el público ante la atenta mirada de algunos turistas que ayer se preguntaban quién era esa mujer a la que Sevilla despedía de forma tan especial y cuyos cortejo fúnebre todos querían fotografiar.

Repique de campanas

El delirio se desató al llegar a la placita de Santa Ana cuando las campanas de la iglesia comenzaron a repicar. Fue un momento en el que se hizo en silencio como señal de respeto a la entrada de los restos en el templo.

Pero si el recorrido estuvo repleto de público, en la iglesia había aún más gente pese a la jornada de calor espeso, típico de una jornada sevillana de septiembre, que acompañó el último viaje de la cantante por su barrio de Triana. Dentro de la iglesia sólo se veían manos alzadas con los teléfonos móviles para captar imágenes del momento.

En la placita, los balcones de las casas que hay frente a la iglesia también estaban llenos, lo mismo que los bares de la zona que ayer hicieron su agosto. Había gente de todas las edades, muchas de ellas, visiblemente emocionadas durante toda la misa.

Ya dentro de la iglesia el funeral no fue demasiado largo pero si fue una ceremonia emotiva con constantes referencias a la personalidad de la artista.

«María disimulaba muy bien el dolor. La recordaremos por su gran humanidad y por su arte», dijeron desde el público, donde también quisieron recordar que María Jiménez era «buena madre, buena hija, y buena hermana». Fue una de sus sobrinas la que se subió al púlpito para decir unas palabras de despedida.

Pero sobre todo la misa estuvo impregnada de pinceladas flamencas. Desde la guitarra que sonó a los inicios a los constantes cantes o fandangos que se sucedieron durante la ceremonia. Sevillanas de Manuel Parejo como 'Triana contigo vida mía' o 'Tiempo detente' se escucharon en la iglesia provocando grandes aplausos del público. Igualmente se interpretó el tema de Sabina «Por el bulevar de los sueños rotos», que despertó la emoción del público y especialmente la del hijo de la artista.

La salve rociera también sonó como punto y final mientras que en la puerta el público entonó otro tema de Pareja Obregón: 'Perdónala, Dios mío. Perdónala, que ella también ha sufrido. Y en mi locura te pido. Dios mío, perdónala». Una sevillana que sonó a modo de petición.

Rostros conocidos

Entre el público, además del alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, se vieron numerosos rostros populares como Silvia Pantoja, Francisco Rivera y su mujer Lourdes Montes; Manuel Lombo, componentes del grupo «Siempre Así», como Rafa Almarcha; Los Morancos o Eugenia Martínez De Irujo y su hija Tana que no pudo ocultar sus lágrimas. Una vez concluida la ceremonia, el cortejo fúnebre se dirigió hacia el cementerio de San Fernando en un recorrido que se prolongó hasta la 1 de la tarde. Ya en el camposanto la artista fue enterrada junto a su hija Rocío, fallecida a los 16 años en un accidente de tráfico. Sevilla pierde a la artista. Sus canciones permanecen.

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