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El equipo campeón de España

El Mesón Campeones y sus supercapacitados, espacio de moda en una ciudad que quiere superar barreras; esta es la historia del «sí se puede» en Sevilla

El equipo de Campeones posa para ABC VANESSA GÓMEZ
Roberto Arrocha

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Mientras que Sevilla vive mirando a la Navidad, la afición al fútbol en nuestro país se lamenta aún de la eliminación de España en el Mundial, y una parte importante de la población hace números para compras y festejos, un camarero de un bar único y singular, Campeones, se afana en llevar la bandeja con una sonrisa. Su nombre es Antonio Sánchez y dice que tiene «28 años; pa' 29». Lo miras y vuelve a sonreír mientras cierra los ojos. Así estamos, observándonos, durante unos segundos. Antonio es ternura, y también, porque así es, un reducto de esfuerzo y responsabilidad: «Le tengo que dejar que estoy con las comandas; ahí está Borja, que es el jefe de cocina. Si quiere, hable con él». Antonio desaparece, pero antes deja otra perlita más: «Con Borja hago yo las ensaladillas. Pregúntele, pregúntele. Es uno de mis mejores amigos». El jefe de cocina del Mesón Campeones, responsable junto a la integradora social Gara Ramos de cada uno de los chavales que trabajan en el bar, no puede evitar reír: «¿Ha dicho que yo soy uno de sus mejores amigos? ¡Qué arte tiene! Lo cierto es que lo quiero mucho», aduce mientras Gara apostilla algo: «Hay personas te marcan, personas que tienen un algo especial. Y aquí hay algunas así».

Antonio Sánchez sirve una cerveza V. G.

Antonio va y viene: «Creo que soy un buen profesional. Y también soy sevillista. ¿Sabía que yo soy jugador del Sevilla Genuine? Aquí también trabajan Fernando y Juan Pedro. Juegan en el Betis Genuine. Juan Pedro para muchos balones, ¿eh?». Borja, atento a todo, le replica con gran sentido del humor. «A ver si no viajáis más, ¿eh? Con tantos partidos me descuadráis la organización». Alejandro va a lo suyo: «Hay mucho trabajo hoy». También Remedios Robledo dice lo mismo. «Si paramos no podemos hacer las cosas bien». Gara se agarra a la frase para hablar de la filosofía de 'Campeones': «No eres grande por superar a otras personas; lo eres por superarte a ti mismo. Y ellos lo saben. Son mis niños. Los límites, muchas veces, los pone la propia sociedad. Una de las cosas más bonitas de este trabajo es ver cómo los padres, que en un principio podrían no tenerlo claro, terminan comprobando como sus hijos, con las dificultades de cada uno, van haciendo cada vez más cosas en el mesón». Remedios pone algunos ejemplos: «Yo hago la comanda, también recojo mesas, las limpio. Lo que más me gusta es poner la comanda. Yo llevo las bebidas y la comida. Al principio, cuando empecé, algunos días se me cayó la bandeja. Ahora ya no. La gente se porta muy bien conmigo. A la gente le gusta mucho la carrillada, los chocos y la ensaladilla».

Remedios Roble prepara la ensaladilla V. G.

David Luna, que acaba de pasar por la barra para llevar unos platos a unos clientes que están en «el salón más grande», habla de «los aguacates con gremolata». Lo tiene clarísimo: «Están buenísimos. Tiene una salsa riquísima. ¿No lo ha probado?», nos pregunta antes de irse con bandeja en mano. David es la viva imagen del compromiso y del orgullo por trabajar junto a sus compañeros. «Tenemos un equipazo», explica.

El ambiente en Campeones es excepcional y la eficacia de los empleados, total. Gara, observadora y con una presencia que se hace querer por todos los que trabajan en el bar, parece tener una brújula en su cabeza. Lo tiene todo controlado; como Borja, que acaba de volver de una segunda planta que hace de almacén. «Los chicos saben perfectamente para qué están aquí. Hay algunos que nunca tuvieron una responsabilidad, y ahora, al sentirse importantes, están muy contentos. Aquí, nuestros clientes no tienen que venir para decir, '¡ay, mira, qué pobrecito que está nervioso con la bandeja', o con las bebidas, o con lo que sea... Aquí la gente viene a disfrutar de un bar. Es eso. Es cierto que el 75% de los que trabajan tienen síndrome de Down u otra discapacidad intelectual. Pero ellos pueden, y lo demuestran cada día. Bueno, usted lo está viendo», sostiene orgullosa Gara.

David Luna atiende a una mesa V. G.

La integradora social coge el móvil y comienza a manipularlo mientras observa la pantalla: «Es súper bonito llegar a cada después de trabajar y ver cómo muchos clientes ponen comentarios en internet. Son reseñas escritas con el corazón. Y eso, para nosotros, es muy importante. Reconocen el trabajo de los chicos. ¿Cuánto vale eso? Hay muchos clientes que me han llegado a decir: 'perdone, de verdad que tienen discapacidad' ¿Sabe la razón? Porque mis chicos trabajan a las mil maravillas». Borja, atento a la conversación, habla de una experiencia maravillosa: «Cada día es una aventura. Muchas veces tengo que repetir lo mismo varias veces. Pero lo terminan entendiendo, que es lo importante. Son muy atentos. Y muy cariñosos», dice mientras no puede evitar soltar una carcajada: «Siempre quieren un abrazo», declara. Borja pasa de la risa a la emoción: «Necesitan sentir el afecto. Igual estamos preparando alguna comida, o aquí fuera con las mesas, y me viene alguno y me quiere dar un abrazo. Yo les explico que los abrazos están muy bien, pero que nos lo daremos luego, después del trabajo».

El primer gran abrazo de esta forma de vida llamada Campeones lo dio Rafael Caballero, presidente de Aspanri y secretario de la Federación de asociaciones Síndrome de Down 'Down Andalucía', cuando hace tres años, y siempre enfocado en ayudar a su hija María Teresa a tener una vida plena de oportunidades, dio el paso de los campeones: «Ya llevaba un tiempo con la idea en la cabeza, pero al enterarnos de que los dueños del antiguo negocio iban a cerrar… pues lo vi más claro aún. Lo hablé con otro compañero de la junta. '¿Por qué no abrimos un mesón para que trabajen nuestros chavales? Hablamos con la Caixa. Nos metimos en un embolado. Y llegó la pandemia». Sin embargo, Rafael Caballero, guerrero y sin ánimo de tirar la toalla, levantó a los suyos para que en Campeones se enfocaran en salir adelante. Así fue. «Ver a los chavales, la forma que tienen de darlo todo y más, de querer aprender continuamente, es nuestro motor. Cada semana hacen sus cursos. Tienen una formación continua para que sepan cómo pueden mejorar. Ellos me han enseñado que no hay ningún límite, que muchas veces, con ponerle todo nuestro empeño y corazón, es suficiente». Palabra de un campeón. De los campeones de España, de Sevilla, de la calle José Luis de Casso, número 18, y del teléfono 954510366 (por si quiere reservar alguna mesa).

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