La doctora trasplantada de dos pulmones: «Me acuerdo todos los días de mi donante con mi primera respiración. Y llevo así 18 años»
La dermatóloga Rosa Corbí Llopis, que trabaja en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, ha podido tener una nueva vida gracias a la generosidad de la persona y de los familiares que le donaron sus dos pulmones y a los que dedicó su tesis doctoral: «Cambiaron su dolor ante una muerte inesperada por bondad»
«Mi hijo Fernando sigue viviendo en mucha gente gracias a los órganos que donó»
![La dermatóloga Rosa Corbí Llopis en la entrada del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde presta sus servicios](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/06/07/rosa-corbi-dermatologatrasplantada-R41KHv4WoFcalNUeSuPAbzI-1200x840@abc.jpg)
La dermatóloga Rosa Corbí Llopis nació con fibrosis quística, una enfermedad congénita y hereditaria. Tuvo que acostumbrarse desde pequeña a convivir con muchas infecciones pulmonares y en 2005 su estado de salud se había deteriorado tanto que dependía de que alguien le donara sus ... pulmones para seguir viviendo. «Ya no podía vivir sin oxígeno, no podía hacer nada, iba del sillón a la cama de mi casa porque ya no podía respirar. Eso que todo el mundo hace de forma natural, respirar, yo tenía que pensármelo y esforzarme mucho. Hasta que en enero de 2005, poco después de Reyes, llegaron mis dos nuevos pulmones, ese regalo con el que soñamos todas las personas necesitadas de un trasplante«, cuenta.
Su vida cambió entonces forma radical, dejó de toser, volvió a reír, dejó de mirar por las ventanas del salón y volvió a pasear y a andar. Y a trabajar en su hospital, el Virgen del Rocío de Sevilla y a recuperar, en definitiva todo lo que la fibrosis quística le había arrebatado desde pequeña: la vida. «Volví a respirar y cada vez que me levanto desde entonces, y hace ya 18 años del trasplante, me acuerdo de mi donante con mi primera respiración. Cada vez que respiro sin tos, cada vez que río sin tos, cada vez que no tengo que coger el ascensor, me acuerdo de mi donante y de sus familiares. Y de esa decisión generosa que tomaron en el peor momento de su vida, con un ser querido recién fallecido y probablemente en estado de shock porque hablamos casi siempre de muertes repentinas o inesperadas. A ellos, que cambiaron el dolor que sufrían por la bondad de regalar vida a partir de la muerte, les dedico todos los días de mi vida desde 2005«, proclama emocionada.
En 2016 Rosa leyó su tesis doctoral, que dedicó a su donante y a sus familiares, a los que no conoce porque la legislación en España, a diferencia de la de otros países como Estados Unidos, no facilita esos datos salvo en el caso de donantes vivos. «Soy consciente de la suerte que he tenido con estos dos pulmones y los cuido mucho para agradecer a esas personas que permitieron con su generosidad que yo volviera a vivir», dice esta dermatóloga, que ha estado mucho tiempo en los dos lados de la consulta. «Siempre he empatizado con mis pacientes y ellos me lo han dicho pero la mayoría no saben de mi enfermedad ni que estoy trasplantada de los dos pulmones».
![Los padres de Ana Camila, una niña de 16 años con una miocardiopatía degenerativa que necesita un corazón](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/06/07/donacion-organos-corazon-U82123028750ucB-624x350@abc.jpg)
Que esos dos pulmones llegaran al cuerpo de Rosa fue posible gracias a la generosidad del donante y al esfuerzo y eficiencia de todos los profesionales que integran el sistema de la Organización Nacional de Trasplantes, que hacen que ese órgano lo reciba quien con más urgencia lo necesita.
Y Ana Camila, una adolescente sevillana de 16 años, es una de esas personas que necesita un órgano, en su caso un corazón. Sus padres y ella aguardan con paciencia y esperanza esa llamada salvadora que le devuelva la vida, como le ocurrió a Rosa hace 18 años. «Mi hija tiene una enfermedad congénita, una miocardiopatía restricitiva de la que fue diagnosticada hace un año», cuenta Marco Larriba, su padre. Ana Camila se encuentra estable, lejos aún del código rojo que marcará su caso como terminal, pero su enfermedad es degenerativa y sabe que está condenada a muerte si no logra un donante, lo cual nunca es fácil pero lo es aún menos en su caso. «Necesitamos un corazón del grupo sanguíneo B positivo que solo tiene un 10 por ciento de la población y que se ajuste a su caja torácica y a su peso. Estamos a la espera y solo Dios sabe cuándo nos llegará», añade su progenitor.
Araceli Dávila, la madre de Ana Camila, agradece a toda la gente que ha donado órganos por regalar vida y espera que siga haciéndolo. «Todos trabajamos para crear más conciencia de donación y para que cada vez más gente done sus órganos y devuelva la vida a otras personas. Que no se lleven al cielo lo que hace falta aquí», dice.
Este año se han registrado un total de 57 donantes en Sevilla y Huelva desde 1 de enero hasta el 6 de junio; de ellos, 33 en muerte encefálica y otros 24 tras la muerte por asistolia. Es un 14 por ciento más que en 2019
Y esa lucha parece estar dando sus frutos porque cada vez son más (más del 85 por ciento de la población) según datos de la Coordinación Sectorial de Trasplantes de Sevilla y Huelva. Este año se han registrado un total de 57 donantes en Sevilla y Huelva desde 1 de enero hasta el 6 de junio; de ellos, 33 en muerte encefálica y otros 24 tras la muerte por asistolia.
Y así se ha conseguido alcanzar una tasa interanual mensual de donación por encima de la previa a la pandemia, superior a los 50 donantes por millón de población (Sevilla) y por encima de 70 donantes por millón de población (Huelva).
Cuarenta y dos personas han recibido un trasplante de hígado en lo que va de año en el Virgen del Rocío, 12 de corazón, y 73 de riñón (de los cuales 6 han sido niños y 6 han sido tras la donación en vida). Además, los especialistas en Oftalmología han podido practicar otros 20 trasplantes de córneas en este tiempo.
Todo eso ha sido posible gracias a la generosidad de los donantes y sus familiares. Personas como José Ignacio Ruiz Herrera, que donó un riñón a su hijo de 16 años. «Fue lo más importante que hice en mi vida pero el órgano no funcionó bien. Fue una enorme decepción, una gran caída, pero gracias a otro donante en 2018 le llegó a mi hijo ese riñón que necesitaba. Y todos los días él y yo miramos al cielo dando las gracias a esa persona y a sus familiares. Para nosotros son héroes«, cuenta.
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