EL RINCÓN DE...
David Gómez Ramírez: «En un concierto en La Habana casi me desmayo y acabé dirigiendo sin frac»
Acaba de ganar la plaza de director musical de la banda del Carmen de Salteras. Y tiene un currículo vital envidiable
![La Plaza de Santa Marta es el rincón favorito de Sevilla de David Gómez Ramírez](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/07/22/david-gomez-ramirez-RHBruEOxSsN0zfcDTsNccmI-1200x840@diario_abc.jpg)
David Gómez Ramírez acaba de ganar la plaza de director musical de la banda del Carmen de Salteras. Y tiene un currículo vital envidiable. Hay Hay una foto de su infancia donde se le ve vestido de nazareno con siete años en el pueblo ... de su madre. Desde entonces no ha repetido experiencia. Quizás porque la música le reclama en otros lugares de una cofradía. Asegura que una banda de Semana Santa es un concierto al aire libre. Y que ciertas marchas cofradieras se nos han ido de la mano por servidumbres del espectáculo. Su rincón preferido está en la Plaza de Santa Marta, un lugar adonde no llega el ajetreo de la turistificación, y es mucho más tranquilo y relajado que aquel viaje que realizó a Mozambique para participar en el proyecto solidario Xiquitsi, para sacar a los niños del hambre y de la calle. La organización lo metió en un hotel de máxima seguridad. «O te metemos aquí o te secuestran», le dijeron. Y David Gómez entendió la música a la primera…
—¿Es usted capillita?
—Yo soy músico al que le gusta la música sacra.
—Pero con 17 años escribió su primera marcha cofradiera.
—Así es. Sentí la necesidad de plasmar en una partitura lo que me inspiraba ver un paso por la calle. Lo que también debe saber usted es que lo segundo que compuse fue un pasodoble dedicado a mi padre.
—¿Una marcha es para brindar espectáculo o para acompañar una imagen?
—Una marcha es un sumando sensorial más. Ver al Gran Poder pasar sin música es un espectáculo. Hay imágenes que no necesitan ni música. El sonido del rachear de unos pies, la respiración de los costaleros y el silencio bien cortado también es música.
—Usted es director de orquesta. Para dirigirlas ha tenido que salir de España. ¿Por qué?
—Para llegar al mundo de las orquestas a nivel profesional en España, a veces, es necesario salir para adquirir un bagaje y unas oportunidades que aquí no se tienen. Yo debuté en el teatro de la Zarzuela. Pero antes tuve que dirigir óperas en Vietnam.
—El caso es que ha dirigido orquestas nacionales en lugares exóticos. En La Habana sudó la gota gorda…
—(Risas) Tuvimos que cancelar dos ensayos porque no funcionaba el aire acondicionado. Y, al final, tocamos en la misma sala sin el aire acondicionado operativo. Yo acabe sin frac y casi me desmayo.
—Todo lo contrario a lo que le ocurrió en San Petersburgo.
—(Risas) Allí pasé mucho frío. Estuve estudiando ópera. Tuve la suerte de dirigir en la misma sala donde se estrenó la séptima sinfonía de Shostakóvich que fue interpretada durante el asedio de los alemanes a Leningrado en la Segunda Guerra Mundial.
—Imagino su piel de gallina cuando le contaron la historia de los soldados alemanes llorando.
—Yo conocía la historia. Pero no supe que era la misma sala hasta después del concierto y reconozco que me quedé muy impactado.
—La música o conmueve o es ruido, ¿verdad?
—En cualquier caso, lo que no te deja nunca es indiferente. Para bien o para mal.
—En Vietnam, donde ha dirigido más de una docena de veces, García de Tena, nuestro embajador, le dijo que usted era el verdadero embajador. ¿Qué le quiso decir?
—Quiso expresarme que gracias a haber dirigido música española tan lejos de España, los artistas nos convertimos en los verdaderos embajadores de nuestra cultura. En aquel concierto pudimos, además, interpretar obras muy desconocidas para el público asiático.
—Dicen que son más cabezas cuadradas que los alemanes…
—A la hora de trabajar son muy estrictos. Pero a la hora de divertirse les encanta darlo todo. Bebiendo cerveza parecen sevillanos.
—¿Los monjes budistas con los que convivió le pidieron la receta de la paella?
—(Risas) Tuve la suerte de convivir durante una semana en la pagoda de Hue, en el centro de Vietnam, para conocer qué es el budismo. Y entre otras cosas le preparé un arroz con verduras con azafrán y alucinaban con un arroz amarillo. Se interesaron mucho en dónde comprar azafrán. Tienen hasta fotos colgadas de la paella y el grupo.
—¿Qué aprendió de ellos?
—A intentar marcar bien el ritmo de la vida y a saber agradecer y valorar el momento presente como un regalo de la existencia.
—¿En Filipinas siguió su costumbre de saludar en su idioma natal a los músicos?
—Yo siempre saludo antes de iniciar un ensayo en el idioma autóctono. En Filipinas se le tiene un cariño especial a todo lo español. Me gusta, en señal de respeto, que la primera palabra que escuchen los músicos sea autóctona. En Filipinas casi no me hizo falta. Si hablaba en español me entendían.
—Casi se queda en Filipinas como director de la Orquesta Nacional y me da el pálpito que no le hubiera desagradado nada en absoluto.
—Pero me hubiera perdido ser director de la banda de Salteras que es un lujo.
—¿Cambiarán mucho las partituras del Carmen de Salteras bajo su dirección?
—Yo creo que más bien ellos me van hacer cambiar a mí.
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