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Cierra definitivamente el bar El Portón de Sevilla tras la muerte de su propietario: su familia regresa al Don Carlos

Respetarán la carta y la plantilla en el antiguo Don Carlos, local contiguo a El Portón en la calle General Polavieja que habían cerrado tras la pandemia

Muere Carlos López, dueño del emblemático bar El Portón de Sevilla

El Don Carlos está ubicado en el local colindante a El Portón ABC
Jesús Bayort

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Cuando una puerta se cierra, otra se abre. Concretamente, la inmediatamente anexa. Es lo que ha ocurrido con el emblemático bar El Portón de la calle General Polavieja, uno de los últimos rincones enfocados al público sevillano en el entorno monumental de la ciudad, que tras la muerte hace tres semanas de su propietario no volverá a levantar la persiana. Al menos la del emblemático local, porque las hijas de Carlos López Rolán, integradas en la plantilla de la taberna desde hacía años, han decidido continuar con el negocio en el clásico bar Don Carlos, propiedad de la familia, que había cerrado sus puertas después de la pandemia para concentrar la clientela en un único establecimiento.

El negocio arrancó de nuevo ayer con la misma plantilla, los mismos uniformes y el mismo menaje que hasta hace un mes se disponía en el clásico El Portón. Según señalan, los herederos de Carlos López han decidido revitalizar el local del Don Carlos, propiedad de la familia, liberando definitivamente el que había sido punto de encuentro de muchos sevillanos, especialmente de políticos y trabajadores del Ayuntamiento de Sevilla. La terraza de El Portón amanecía ayer con los mismos veladores de siempre, con la única diferencia de que había una mesa y cuatro sillas justo en la puerta de entrada y salida al local. Un folio colgaba entre su persiana metálica y su cristalera: «Cerrado por vacaciones».

El Don Carlos fue el primer negocio que inauguró Carlos López en 1987, tras varias décadas trabajando en El Portón, clásica taberna sevillana con la que su padre comenzó su primera incursión hostelera en 1958. Tras más de un cuarto de siglo trabajando en el negocio paterno, Carlos López adquirió junto a su esposa, Remedios Claros, el local colindante tras quedar libre. Allí comenzó esta andadura en solitario, con un estilo tradicional cimentado en el mismo concepto de El Portón aunque con personalidad propia. Para muchos, este negocio era conocido como «Casa Carlos», porque era allí donde buscaban y encontraban al propietario, uno de los últimos taberneros clásicos de Sevilla reconocido por su generosidad y buen sentido del humor.

Con el tiempo, sus tres hijos se colgaron el mandil y comenzaron también en el negocio familiar. Sobre este negocio del Don Carlos, su propietario contaba en el año 2019 en una entrevista realizada para la revista Gurmé de ABC de Sevilla que «no me molesta el turista para nada aunque esto sigue siendo un bar de siempre de Sevilla y no un sitio de turistas. De hecho, solo uno de nuestros camareros que es rumano (aunque ya está sevillanizado y sale en San Gonzalo) habla inglés e italiano».

Entre un negocio (El Portón) y otro (Don Carlos), este hostelero sevillano acumuló más de sesenta años de actividad profesional ininterrumpidos. Fue hace ahora quince años cuando su hermano, Manuel López Rolán, hasta la fecha propietario de El Portón tras la muerte del padre de ambos, se jubiló y cedió los trastos del negocio familiar a Carlos López, quien comenzó en el año 2010 a compaginar las labores en ambos negocios.

En la clásica barra de El Portón se rodó una de las escenas más recordadas de la emblemática serie Juncal, en la que se encuentran los actores Paco Rabal y 'El Brujo' (el famoso limpiabotas 'Búfalo' en la ficción). Tal y como reconocieron ayer a este periódico, el negocio de El Portón seguirá «prácticamente igual» en el local del Don Carlos, con la misma plantilla de siempre, donde además estaban sus hijas y yernos. Carlos López recordó en una entrevista concedida a este periódico el pasado mes de diciembre que en El Portón «se hicieron muchas campañas de Diego Puerta, Jaime Ostos, Pepe Luis Vázquez, El Viti y Espartaco, cuando empezaba. Estos, que me acuerde, pero han venido todos. Recuerdo también a Paquirri, Antonio Ordóñez y su hija Carmina».

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