sevilla
Carmen Calvo: «España ha resuelto muy bien con su democracia el desequilibrio norte-sur»
La exvicepresidenta del Gobierno clausura el ciclo Letras en Sevilla VIII, organizado por la Fundación Cajasol
La Comisión Europea asegura que «no financiará las piedras o el cemento para construir vallas en las fronteras»
Macarena Olona: «El drama migratorio se ha convertido en una industria y un negocio»
![Carmen Calvo durante su intervención en el ciclo Letras en Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/03/22/carmen-calvo-uno-RKu0CgvXstuzBxAeVNFBlyI-1200x840@abc.jpg)
Carmen Calvo ha sido la encargada de clausurar las jornadas Letras en Sevilla VIII de la Fundación Cajasol, 'España frontera de Europa', que se han venido organizando desde este lunes. Su conferencia se ha titulado 'Puertas o alambradas'. La exvicepresidenta del Gobierno, que ha llegado después de ejercer su voto en el Congreso de los Diputados tras la celebración de la moción de censura, ha comenzado diciendo que «siempre ha habido movimientos y fronteras, pero lo que pasa es que los movimientos ahora son muy rápidos y cuantitativamente muy grandes. Provocan situaciones muy complejas de salida y de entrada. La asimetría entre la pobreza y la riqueza no se achica, sino que se agranda. No soy pesimista sobre cómo se va a conformar el mundo a raíz de los movimientos y las fronteras».
Para Calvo, «las fronteras siempre han sido lugares fructíferos e interesantes. Existe un binomio libertad-seguridad. Los espacios de libertad y seguridad tienen que acabar conformando un espacio para los que viven dentro y fuera de las fronteras articulen situaciones estables. Ese binomio la historia lo ha resuelto de modo violento. El gran reto de estos tiempos es intentar afrontar todos esos movimientos con principios éticos distintos que nada tienen que ver con la violencia».
«Otro segundo binomio -ha continuado- es el de la igualdad-diversidad. El asunto de las identidades colectivas. Si todos somos radicalmente iguales, la humanidad acabará conformando un discurso en el que el otro binomio, el de la libertad-seguridad, encontrará cauces que tienen que ver con los derechos humanos y con la seguridad y diversidad de los estados. En ese doble espacio, uno más tradicional y otro más nuevo, si todos somos radicalmente iguales, el espacio de la diversidad se achicará».
Carmen Calvo asegura también que «nuestro país no sólo es un país de frontera, la frontera sur de Europa, sino que somos el gran pasillo de Europa. Se nos olvida a los españoles que somos una península del continente europeo, razón por la que tenemos una extraordinaria historia que nos ha permitido el trasiego de culturas y religiones y el elemento de igualdad y ética solidaria que tiene ahora el siglo XXI. No todos los países pueden contar una historia como la de España. Ese acervo no lo tienen otros países. Así podríamos saber qué rumbos debemos tomar. El Gran Capitán, Santa Teresa, Alhakén II, Averroes, Séneca, Trajano... Todos han sido españoles. Estamos muy peleados con nuestra historia y tenemos muchos puntos de nuestra historia en negro. Sólo tenemos 14 kilómetros de agua que separan el continente más rico del más pobre. Por eso tenemos que plantearnos las relaciones de una Europa con grandes déficits de respuesta al asunto, como los acuerdos de Dublín, de cómo mirar las fronteras. Alemania ha resuelto como ha podido sus problemas con Turquía. Nosotros lo hemos hecho con Marruecos».
La presidenta de la Comisión de Igualdad ha señalado que «las grandes democracias europeas tienen que seguir destilando sus obligaciones en relación a las fronteras y sus compromisos en materia de derechos humanos. Y eso aborda asuntos que se trataron en Dublín como el tema del asilo. Hay que ser valientes y no se pueden hacer discursos banales refrendados en los datos y las verdades. No sólo se puede caer en posiciones xenófobas, sino que también se cae en el otro extremo: las fronteras no deberían existir. Pero eso no es posible».
Calvo ha subrayado la idea de que «Europa va a necesitar mano de obra trabajadora. El excanciller Schroeder hizo un censo en Alemania. Pensó que le sobraban muchos turcos, pero se dio cuenta de que le faltaban. Cuando aquello ocurrió, el estado alemán hizo una programación exhaustiva de lo que necesitaba en la frontera. Se calculó no sólo la mano de obra sin cualificar, sino la mano de obra cualificada que se necesitaba. Italia no ha estado acosada tanto hasta hace poco porque ese espacio lo ocupaba España».
Sobre este tema Carmen Calvo ha señalado que este es un asunto en el que «hay que colocar la ética por delante. Todos somos radicalmente iguales. Yo no me apunto a la intensidad de las identidades, sino a la intensidad de la radicalidad de la igualdad de todos los seres humanos. En España somos un país de mestizaje. España ha resuelto muy bien con su democracia el desequilibrio norte-sur, algo que por ejemplp no ha hecho Italia. La educación es la libertad verdadera. Todas las culturas también deben tener unos principios. Eso emana de la primera declaración de los derechos humanos.
La congresista ha dicho igualmente que «siempre he pensado que el gran teórico de la idea fundamental del otro y del respeto al final es un gran poeta: Rimbaud. Cuando él dice en su verso «yo soy el otro» no te da espacio para condenar al otro. Hay que ir achicando los compartimentos estancos de las identidades y lo que eso provoca». «Estamos en un espacio, el nuestro, el español, donde estamos conteniendo no ir a los problemas de las otras sociedades, pero yo creo que deberíamos reflexionarlo más. Nunca nos ha gustado mirar nuestro pasado esclavista. Necesitamos encarrilar situaciones de forma mejor a como lo hemos hecho hasta ahora. También necesitamos mucho más compromiso de la política europea hacia las fronteras. No me refiero sólo a recursos económicos.
Al final de su intervención, Arturo Pérez-Reverte la he preguntado que por qué cree que los trabajos más duros como los del sector de la construcción o del campo lo están asumiendo los inmigrantes en vez de los parados españoles. Respecto a este tema, Calvo ha puntualizado que «somos una sociedad desarrollada con unas metas por cumplir y determinados trabajos los desalojan quienes pueden. España tiene un 23% de economía sumergida. Los trabajadores inmigrantes están en una economía regularizada pero con salarios ínfimos. Los españoles se retiran de esos trabajos duros y se los dejan a quienes vienen de fuera. Cuando las mujeres pudieron ir a estudiar en la universidad decidieron ser enfermeras y los hombres médicos. Son los espacios de jerarquías de poder. El español no aborda esos trabajos duros y deja a los inmigrantes que los ocupen».
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