El rincón de...Elena Montero torrejón
«Para que al Bellas Artes no lo trasladen a la Universidad hay que ampliarlo»
Licenciada en Bellas Artes y a punto de terminar el doctorado, acaba de comisariar la exposición sobre el IV centenario del nacimiento de Valdés Leal. Habla de mafias en la pintura local
Puerta, una asistencia de dieciséis años
Inundaciones en Sevilla y el resto de Andalucía, en directo: última hora del desbordamiento del Guadalquivir, carreteras cortadas y estado de los embalses

—¿A quién señala cuando habla de mafias?
-A esos lobbies que trabajan activamente en medrar puestos y cargos en vez de dedicarse a desarrollar su técnica y su obra plástica. Están más centrados en poner obstáculos a los que quieren trabajar que en ... aportar su «arte»…
—¿Entonces qué es más difícil, en la ciudad: ¿comisariar una exposición o sobrevivir a los cortafuegos de eso que usted denomina lobbys?
—Sobrevivir a los cortafuegos de esos lobbies que, como le he explicado, están para alcanzar áreas de influencias y no trabajar en mejorar su obra.
—Alguien que no esté en su mundillo pensaría que usted no puede quejarse porque, como comisaria, ha estado al frente de varios eventos institucionales en la ciudad.
—Alcanzados con mucho trabajo, mucho esfuerzo y superando las dificultades que le cuento. Intento promover el desarrollo de las artes plásticas y que llegue al público en general.
—Me llama la atención que Sevilla aún no haya superado esa dialéctica que se establece entre el arte contemporáneo y el realismo en cualquiera de sus facetas.
—Existen prejuicios y, en general, hay poca preparación. El realismo local lo ha sufrido en sus propias carnes, hubo un tiempo en el que los pintores de esta tendencia estuvieron como olvidados y repudiados.
—¿Son dos posturas irreconciliables?
—Para nada. Unas se nutren de otra. La mente y las expectativas deben ser siempre amplias.
—A veces pienso que esa dialéctica es el motor que ayuda a que la ciudad tenga muy buenos artistas en uno y otro lado de ambas escuelas.
—Yo pienso lo contrario. Esas tensiones no son buenas para las relaciones entre artistas y se radicalizan los bandos.
—¿Cuál cree que fue el momento óptimo de la pintura sevillana más reciente?
—Los noventa. Fue una pintura muy importante que salió de la universidad de Sevilla, dotada de muy buenos profesores, con galerías y trascendencia internacional. Fue una época dorada.
—¿Ya se llevaban los galeristas el cincuenta por ciento de las ganancias…?
—Siempre. Yo creo que eso ha sido siempre así.
—¿Pero ser galerista no es fácil: pago del local, de la luz, de los montajes, de los traslados, de los impuestos…todo eso en una ciudad que mira mucho y compra poco.
—Efectivamente. Pero creo que el porcentaje debería ser más distributivo. Sin el artista no hay galería ni exposición.
—En una entrevista de hace unos años, un consagrado pintor local, me dijo que el cambio político había despreciado y arrinconado a los pintores realistas. Con los modernos se daba un mensaje más democrático...
—Decía toda la verdad. Y sigue siendo así. Yo creo que los realistas e hiperrealistas siguen igual de olvidados o desamparados. Un pintor clásico en igual de digno que uno abstracto.
—¿Cuál es su pintor o pintora intocable?
—Paco Borrás y Justo Girón. Y como pintora, Carmen Laffon.
—Usted hace una pintura muy personal. Con mucha carga simbólica y guiños de complicidad local. ¿Me la puedo imaginar pintando un cuadro de la Universidad por la que entran las obras del Museo de Bellas Artes…?
—Totalmente. Sería una gran iniciativa. Y muy simbólica. Pero a mí me encanta el antiguo convento de las mercedarias, pero para que el Museo siga allí es necesario ampliarlo sin más dilaciones.
—¿Los activistas del cambio climático perpetrando barbaridades contra las obras de arte tienen cárcel?
—Cárcel y con mucho tiempo. Es un atentado contra el patrimonio que disfruta la humanidad. La mejor forma de protestar contra el cambio climático es hacer lo mismo pero en las casas de los responsables.
—Pero creo que lloró por lo que le hicieron al cuadro de Klimt…
—Bastante. Se me hizo un nudo en la garganta y me quebré al ver la barbaridad que se estaba haciendo. Fue una mezcla de dolor, frustración e impotencia.
—¿Le sigue frustrando que el diseño gráfico con una manita de barniz sea considerado arte?
—Absolutamente. Por lo menos deberían tener la honestidad y sinceridad de decir que es una obra mixta y dejar claro la técnica que emplean.
—Imagino que en su casa no tiene muchas…
—Evidentemente, no tengo ninguna.
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