Necrológica
Ramón Ybarra, embajador de Sevilla
«Lo que más recuerdo de Ramón es su sonrisa reconfortante y su apoyo en los momentos difíciles, aquellos en los que las personas quedan retratadas en su verdadera dimensión»
Acaba de dejar de forma súbita e inesperada Ramón Ybarra, un sevillista de La Candelaria al que no recuerdo haber visto nunca enfadado. Su contagioso optimismo vital y su amor por las cosas de la ciudad le habían convertido en un excelente embajador de Sevilla. ... Su embajada era vocacional y la había heredado de su padre. Abanderaba todas las causas en los más diversos campos que creía que redundaban en la grandeza de la metrópolis hispalense, sin dejar de lamentar el prestigio perdido por la ciudad, que, según pensaba desde su buen ánimo, estábamos recuperando. Recuerdo haberle oído repetir muchas veces: «Sevilla tiene que volver a parecerse a Sevilla». En eso estaba. En realidad lo que más recuerdo de Ramón es su sonrisa reconfortante y su apoyo en los momentos difíciles, aquellos en los que las personas quedan retratadas en su verdadera dimensión. Estaba orgulloso de sus tres hijos y de Verónica, su mujer. Presumía de su hermano Enrique, un crack. Y su madre, Mayda, y sus hermanos eran para él un absoluta prioridad. Era difícil discutir con él porque siempre te dejaba atrapar por su humanidad y su caballerosidad, reflejo de sus convicciones más arraigadas e íntimas que quedaban ocultas bajo su perfil de hombre social. A Ramón le vamos a recordar siempre con gratitud, como desgranaba su amigo José María Michavila en la semblanza que escribió tras su muerte. Descansa en paz, querido primo.
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